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miércoles, 13 de enero de 2010

"La tragedia del águila"



Me llamo Saleh, tengo trece años y vivo con mi familia. Me llevo bien con los vecinos y amigos. Lo que más me gusta es jugar con mis amigos, pasamos el mayor tiempo juntos y nos divertimos mucho. Jugamos, reímos y contamos chistes y cosas, sobre todo de fútbol que me gusta en especial.
Mi cuento es “la tragedia del águila”: voy contarles algo que me pasó cuando tenía 3 añitos. Yo no me acuerdo de nada pero mi madre me lo contaba.
Resulta que era un día muy caluroso cuando salí de la jaima, llevaba conmigo un bote de champú de color rojo y vestía solamente un bañador como si fuera a bañarme en plenas dunas ardientes. La gente hacía la siesta y nadie se movía en aquel soleado día.
Uno de nuestros vecinos, un señor muy querido por la familia, había criado un joven águila, que había cogido pequeña del nido de su pobre madre. En sólo dos meses se había criado comiendo carne fresca todos los días y ya era muy grande y fuerte.
En aquel día al verme salir con el bote rojo, el águila pensó que era carne y se lanzó con toda su fuerza hacia mí, gracias a Dios no me hizo ningún daño pues solamente se paró frente a mí, como si quisiera quitarme el bote rojo.
Asustado y como lo único que tenía entre mis manos era el bote de champú se lo tiré para defenderme.. El pájaro saltó un poquito y volvió a su lugar quedando parado frente a mí. Cómo no sabía nada y mucho menos que hacer, me quedé llorando.
Al escucharme llorar, algunos vecinos acudieron para “salvarme del feroz animal”, al principio asustados pero luego se pusieron a reír de “mi tragedia con el águila”.
Al final me fui con ellos para contar lo sucedido a mi madre que ni siquiera se había enterado de lo ocurrido. El águila que yo no conocía pues su forma no la había visto nunca, volvió volando al inmenso cielo hasta que casi ni se veía.

Este relato me lo entregó Saleh, un alumnos de 13 años del Colegio Madrid.

sábado, 9 de enero de 2010

"El ciego y el labrador"



Escondió un ciego cierta cantidad de monedas al pie de un árbol en un campo que era de un labrador riquísimo. Un día yendo a visitarlas no las encontraba y pensó enseguida que el labrador lo había visto alguna vez y enterado de dónde estaba el dinero lo habría cogido.
Se fue para el labrador y le dijo: Señor como me parecéis un hombre de bien, querría que me dieseis un buen consejo. Tengo cierta cantidad de dinero en un lugar bien seguro, ahora tengo otro tanto y no sé si esconderlo en el mismo sitio o en otro.
Respondió el labrador: En verdad yo no lo cambiaría de lugar si está seguro cómo dices.
Gracias, replicó el ciego, así lo haré.
Apenas se hubiera despedido, el labrador devolvió enseguida la cantidad que cogió al sitio dónde la había depositado el ciego, de este modo pensó: dejará también el otro dinero y tendré el doble.
El ciego volvió, cogió el dinero que ya daba por perdido y muy alegre se marchó.
De este modo quedó burlado el labrador.
Este cuento fue escrito por Liman, alumno de 5ºB del Colegio Madrid, wilaya Auserd

Cuentos Saharauis


La experiencia
Los cuentos que he seleccionado fueron escritos por escolares de quinto de primaria del Colegio Madrid de la wilaya de Auserd, que es un campamento de refugiados saharauis controlado por el Frente Polisario, en el desierto del Sahara en territorio argelino y bajo la protección de la ONU.

Un grupo de 5 profesores y 15 alumnos de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Córdoba, estuvimos de prácticas en los campamentos en la segunda quincena de enero de 2009.

Aunque disfrutamos de buenas condiciones de vida, las reservadas a los invitados oficiales, nos pudimos hacer una idea de lo que es vivir en medio del desierto careciendo de muchas cosas pero disfrutando de la amistad de un pueblo milenario.

Los relatos y dibujos fueron colectados gracias a las alumnas de prácticas que me acompañaban en el Colegio: Mª Carmen López, Mónica Melero, Laura Arribas y Rocío Peralbo y sobre todo con la ayuda de los profesores de español: Jdaya, Saleh y Salama, que pese a la carencia más absoluta de material didáctico mantienen el español como segundo idioma en la enseñanza obligatoria, quizá en este año nuevos materiales escolares cedidos por la AECID les ayuden en la tarea que España debería cuidar con mimo, pues no creo que haya un pueblo en el mundo que aprecie tanto el español.

Con la experiencia de recoger los relatos de los niños, transcribirlos y editarlos pretendía realizar una modesta aportación a su formación, de forma que pudieran leer sus propias historias, pero se han recogido pocos, pues su nivel de escritura es bajo y dado su orgullo no me cabe la menos duda de que fueron escritos por sus mayores, las madres, y su contenido salvo excepciones hacen referencia a la visión de los mayores del conflicto en el que viven. Seguramente con más dedicación y con algún estímulo en próximos años se podrían obtener relatos que justificaran un libro.
A continuación publicaré una selección de los relatos recogidos.