Powered By Blogger

jueves, 28 de febrero de 2013

¿Vivimos en los medios?


Dibujo de Enrique Martínez-Salanova




Apelaré a mis recuerdos personales para tratar de explicar la perplejidad con la que afrontamos hoy el protagonismo alcanzado por los medios de comunicación en nuestras vidas y como ello afecta a la educación en general, a nuestra manera de utilizar los medios en la tarea educativa y si me apuran a nuestro futuro como ciudadanos, pues en pocos años las cosas han cambiado radicalmente, muy radicalmente.

En la España de los años 60 del pasado siglo la televisión era en blanco y negro y fundamentalmente un vehículo de entretenimiento y que si a principios de la década la única cadena pública que existía se veía en bares, teleclub, escaparates y algunas casas, a finales de los sesenta estaba en casi todos los hogares, ocupando ya un lugar en nuestras vidas con sus dos cadenas, desplazando de su sitio a la radio que pese a tener solo sonido, con su programación en directo tenía algo más de color. Estaba claro que la televisión como electrodoméstico ocupaba ya el lugar central en las casas y aquellos grandes aparatos de radio pasaron a los desvanes, aunque afortunadamente  la radio seguiría con nosotros con música, cada vez más música, en los cada vez más pequeños transistores y en los automóviles, en los que pasábamos cada vez más tiempo.

A principios de la década el teléfono era fijo y ordinariamente estaba en alto anclado en la pared de un pasillo y nos permitía hablar desde nuestras casas o desde los locutorios públicos con otras personas que estaban en las suyas, eso sí en muchos sitios a través de operadoras que solían saber de nosotros más de lo que confesaban y con el teléfono nos comunicábamos de persona a persona cuando no podíamos hacerlo cara a cara y no queríamos o no podíamos escribirlo en una carta.

Las noticias las recibíamos a través de una única emisora de radio en “partes” oficiales con la que todas las demás emisoras estaban obligadas a conectar en las horas fijadas y también de los periódicos que básicamente también nos ofrecían una información controlada.

Las películas se veían en las salas de cine en las que hasta se podía fumar y los libros estaban en sus estanterías en casas o bibliotecas esperando a que los leyéramos para aprender o para entretenernos con sus historias.

En nuestras aulas el conocimiento lo tenía el profesor o los libros y los niños teníamos que aprender lo que se nos decía en ese mundo cerrado, en el que se hablaba de cosas que eran las importantes y que sin embargo de ellas no se hablaba en nuestras vidas.

Era una época en que todo estaba claro y cada cosa estaba en su sitio, el pan era pan y el vino, vino y el que mandaba... mandaba sin que tuviéramos que elegirlo.

Hasta entonces, en las casas estaban las familias que a la vez que alimentaban y cuidaban a sus hijos, les transmitían sus valores y trucos para sobrevivir; la prensa nos informaba de lo que debíamos de estar informados; la televisión y la radio también nos informaban pero sobre todo nos entretenían junto al cine y, el saber estaba en los libros y se aprendía lo importante en la escuela, incluso la forma de alcanzar el cielo. El resto era trabajar o jugar... cosas sin importancia.

Así pues, las familias se reunían en las mesas alrededor de la comida viéndose las caras y hablando de sus cosas, pero la presencia del televisor nos obligó a hacerle un hueco y ya no nos mirábamos, ni casi podíamos hablar, pues él nos miraba y nos hablaba como EL GRAN HERMANO de Orwell y... ahí empezó todo, los medios de comunicación invadieron nuestras vidas de forma imparable hasta nuestros días en los que una parte importante de la sociedad, por no decir todos, no sabemos vivir sin ellos.

Sin entrar en detalle de como se ha producido este cambio, el cambio ha ocurrido, y si nacimos en un mundo donde los medios de comunicación tenían su tiempo, hoy no tenemos vida sin los medios.

¿Por qué ha ocurrido este cambio? A mi juicio, la comunicación y la información, como objetos de consumo que son, han sido transformados por el sistema en mercancías cada vez más baratas y masivas con el único fin de obtener beneficios,… cada vez más beneficios que es la única lógica del sistema en el que vivimos. Esto se ha producido tras un proceso continuado de concentración en grandes grupos mediáticos que de forma casi monopolística satisfacen nuestra necesidad natural y social de comunicarnos con los otros y de informarnos sobre lo que nos rodea. No debe sorprendernos, pues es lo que ha ocurrido con otras necesidades del hombre tal como la alimentación: En el mundo natural la satisfacía directamente ya que la naturaleza la facilitaba gratuitamente; en el mundo urbano la satisfacía en mercados y comercios y hoy, a través de grandes cadenas comerciales que nos venden masivamente productos de grandes empresas de ámbito mundial que en muchos casos fabrican solo para las cadenas tras haber acabado casi con todo tipo de competencia.

El sistema en que vivimos basado en la explotación hasta el agotamiento de los recursos naturales para obtener beneficios crecientes satisfaciendo nuestras necesidades, lo que en principio es bueno, tiene un pero muy grande... nos ha cosificado y, en el proceso productivo necesario para ello hemos pasado de ser sujetos a ser objetos, y de ser hombres y ciudadanos con necesidades que satisfacer eligiendo entre los productos disponibles a ser consumidores de esos productos y, por tanto, no somos el fin del sistema, sino un elemento más del mismo que puede modificarse con la técnica adecuada para obtener más beneficios.

Ya para el sistema dominante no somos ciudadanos, sino consumidores y por tanto legítimamente el sistema ha pasado de producir eficientemente lo que necesitamos a manipular nuestros deseos para que necesitemos lo que produce... así de sencillo: nos creemos que deseamos lo que necesitamos, cuando en realidad hemos pasado a necesitar lo que deseamos. Está en nuestra naturaleza humana y sin duda es la clave de nuestro éxito evolutivo: Podemos manipular el medio para adaptarlo a nosotros, pero también nos adaptamos con gran rapidez a los cambios del medio; en un bucle sin fin que persigue nuestra supervivencia como especie y todo ello gracias a un desarrollo singular de nuestro cerebro que no necesita sensaciones exteriores para pensar, sino que puede construir mundos que no existen, gracias al lenguaje...





Este texto es la introducción de una ponencia que he preparado para el XXIV Simposio Internacional de Didáctica de las Ciencias Sociales que tendrá lugar del 19 al 21 de marzo de 2013 en Guadalajara (España).

Luego vienen los datos y las reflexiones para la educación y el debate. Si estás interesado será a partir de las 17,30 del 19 en la Facultad de Educación.