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sábado, 13 de marzo de 2021

NO QUIERO VOLVER AL PASADO neonormalidad 45

 


Hoy hace un año que empezamos a tomar medidas contra esta pandemia; el gobierno de España había decretado el estado de alarma que nos obligaba a todos los residentes a confinarnos en nuestros domicilios y salir solo para lo imprescindible.

En mi caso supuso en primer lugar dejar de tener internos a mis dos nietos mayores que llevaban 4 meses viviendo con nosotros porque sus padres habían iniciado trabajos fuera y a raíz del confinamiento regresaron para teletrabajar desde su casa, donde con sus hijos acometieron la titánica tarea de trabajar y hacer de ayudantes del colegio.  Los echamos mucho de menos pero recuperamos independencia y tranquilidad.

Nuestros hijos y sus parejas , protectores, se encargaron en esos primeros meses de avituallarnos de todo lo necesario por lo que prácticamente solo salíamos para andar un poco y depositar la basura. Claro que confinarse en una casa amplia con jardín en medio de un barrio lleno de vegetación da una comodidad que no todo el mundo ha tenido; las videoconferencias y los aplausos de las ocho de la tarde nos mantenían en conexión con nuestros familiares y vecinos y ya solo era necesario ordenar nuestra actividad para no caer en la indolencia y el abandono porque en nuestro caso la soledad  no estaba dentro de los problemas que si han tenido otras personas que viven habitualmente solas en sus casas.

Desde el principio y para superar el miedo a lo desconocido  y  a la pérdida de la libertad de movimiento asumimos que todo era temporal y que pronto saldríamos de esta, instalando en nuestras mentes un deseo, que poco a poco yo he ido abandonando, que es el de soñar con la vuelta a la vida anterior, como si eso fuera posible y de serlo, fuera deseable.

Desde el principio asumí la obligación de escribir y publicar, primero una especie de diario que tuvo 85 entregas y luego fueron artículos semanales de los que este es el 45, en total han sido más de 96.000 palabras, aproximadamente la extensión de Fortunata y Jacinta. Escribir me ha permitido echar fuera los malos pensamientos y fijar los buenos y nunca agradeceré bastante a quienes me han seguido en este año y sobre todo a los que me han regalado sus comentarios y que ahora considero mis amigos, como si siempre hubieran estado conmigo.

Reconozco que lo he pasado muy bien si exceptuamos las pérdidas de seres queridos y sobre todo de mi hermana de la que todavía no puedo hablar sin emocionarme y  que quizá sea la causa de que sepa que nunca nada será igual y que por más que se controle esta pandemia el mundo de ayer no volverá sencillamente porque “lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible” como dicen que decía mi bisabuelo.

Estoy deseando volver a La Antilla a disfrutar de la playa, del sol, de los paseos y de los amigos que allí habitan con los que estamos divinamente, como hicimos desde junio a agosto y desde septiembre a enero, cuando no hay casi gente que estorbe una vida serena y tranquila como a la que aspiro.

Con mis nietos mayores llevo 5 meses leyéndoles diariamente un capítulo de algún libro, es un pretexto para estar con ellos un cuarto de hora y seguir un poco sus peripecias en medio de tanta pantalla y videojuegos. De vez en cuando hago con ellos pequeños paseos por el campo cercano que me dan mucha vida.

Mi nieto pequeño con solo dos años me busca cuando viene y me hace acompañarlo en sus andanzas hasta que me agota o se lo llevan; le gusta todo pero sobre todo los coches y tocar sus botones hasta que consigue encender luces o hacer sonar el claxon, confío que solo sea el inicio de una gran amistad.

Descubrir la biblioteca que tenemos  en casa me ha permitido ojear y releer  libros que  había olvidado o que leí con otros ojos que no son los de hoy, el caso es que llevo dos meses sin usar el kindle porque me apetece más leer lo leído, aunque curiosamente he vuelto a comprar libros de comic entrando en un mundo variadísimo que desconocía.

Mi familia siempre está y hoy gracias  a los chats estamos más comunicados que nunca, aunque vivimos en  7 ciudades diferentes, aquí si que echo de menos las reuniones que teníamos todos alrededor de mi madre y estoy seguro que recuperaremos en cuanto podamos aunque añoremos y de que manera a los que ya no estarán.

Nunca había tenido demasiada relación con la mayoría de mis amigos, la pandemia nos ha unido tanto que incluso  parece que siempre han estado con nosotros, aunque muchos los he recuperado hace muy poco, pero compartimos tanto  y tienen tanto que aportarme que deseo no perder  la relación que ahora tenemos.

Con la edad la política me interesa mucho menos y simplemente procuro estar informado pero sin dedicar mucho tiempo a ello, aunque conservo alta la fe en la acción política que permita una mayor justicia  y libertad. La fe religiosa me dejo hace muchos años, aunque solo hace dos que apostaté formalmente, una vez que me convencí que no me aportaba nada que no pudiera encontrar en los libros.

Siento que me voy poniendo demasiado trascendente cuando sólo quería justificar que ni de broma quiero volver a la vida que llevaba antes de marzo de 2020, salvo quizá viajar con buena compañía y asistir a conciertos aunque espero que sean en horarios más tempranos, como los de ahora. En un año he cambiado  mucho y salvo las ausencias, me gusta más este nuevo mundo en el que hoy habito, no porque me parezca ni mejor ni peor sino porque quizá ya todo lo veo con otros ojos. 
foto de Las Médulas que hice el 27 de septiembre de 2018 al atardecer