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jueves, 6 de abril de 2023

FRANCISCO, VATICANO, ARMONÍA.

 


Estoy de viaje con mi nieto Juan por Italia y este Jueves Santo teníamos invitaciones para asistir a la Misa Crismal en la basílica mayor de la iglesia católica, la de San Pedro del Vaticano. El Papa iba a presidirla, aunque ni podía celebrarla porque le era imposible subir las gradas del altar mayor, ni saludar a los fieles. Como teníamos la esperanza de que al final si pudiera, estábamos a las siete de la mañana, al amanecer, haciendo cola para estar en una de las sillas del pasillo central y lo conseguimos. Sentados estábamos dos horas antes de que empezara la ceremonia que se inicia con un desfile de cientos de obispos, arzobispos y cardenales, luego miles de sacerdotes que todos ellos iban a sentarse en las filas delanteras reservadas y finalmente unos carros con grandes vasijas de plata con el ungüento crismal y los dos óleos que iban a ser bendecidos.

Estaba disfrutando mucho porque el lugar es espectacular con una escenografía llena de arte y estas misas solemnes resultan insuperables por su cuidada y experimentada liturgia y su música. Francisco dedicó su larga homilía, 25 minutos, a los sacerdotes, su compromiso y las crisis que sufren en un lenguaje comprensible dentro de lo que cabe en este tipo de materias y sobre todo para mí paupérrimo italiano y con párrafos sublimes sobre la ARMONÍA en todas las cosas, concepto sobre el que insiste porque le debe ser muy querido,por su belleza como en la música o el arte y por el equilibrio pacífico que nos otorga, animando a los clérigos y a todos a no crispar las relaciones entre los humanos actuando de manera armoniosa, en lo que estoy profundamente de acuerdo. Quiero a este Papa porque hace lo que puede que ya es mucho, tratándose de una autoridad, y no sería honrado, si seducido por la belleza del momento, no me preguntara y le preguntara que como puede predicar armonía cuando rige una institución sin armonía aparente por muy armoniosas que sean sus ceremonias. Un mundo en armonía necesita hombres y mujeres con igualdad de derechos, ya que en los deberes sin duda nos ganan las mujeres por goleada, y no hay, a lo que parece, la más mínima voluntad de cambiar las cosas, ni siquiera para guardar las apariencias. ¿Tan difícil hubiera sido que en la ceremonia hubieran participado tantas mujeres como hombres?. Ni una sola mujer desfiló, ni celebró ,ni protegió, ni habló, ni repartió la comunión y todos sabemos que sin mujeres la iglesia no funcionaría hoy y allí mismo estaban miles de monjas como público y entraron y salieron haciendo colas. No, no se puede predicar armonía cuando no se practica, cayendo como los fariseos en hipocresía. Hay que cambiar ya, mucho y rápidamente.