Hoy ha sido un día agotador que empezamos a las 7,15 siendo los primeros al desayuno en el elegante comedor de nuestro hotel. Luego en metro a la estación de tren a dejar la maleta en la consigna, para acercarnos en otro metro al museo arqueológico a las 9 que era su hora de apertura, llegamos 5 minutos antes y había cola porque el primer domingo de mes los museos y monumentos públicos son gratuitos. La colección de estatuas, mosaicos y pinturas es la mejor que conozco y es un buen complemento de lo visto en Ercolano. Destaco solo Artemisa de Éfeso de cuerpo entero con sus testículos de toro, por recomendación de Desmond Morris y el busto de Adriano que venía buscando para comprobar su parecido con mi hermano Cisco, que tiene. Tras 90 minutos que pasan sin darte cuenta, otro metro nos permite salir en el tren "Flecha Roja" a las 11:09 y sin superar los 300km/h llegar a la estación Termini de Roma a las 12:19 y en taxi estar en 15 minutos en nuestro alojamiento cerca de la plaza Navona. Llegar y salir andando camino del Moisés de Miguel Ángel haciendo la descubierta por todo lo que te encuentras al paso y que veremos detalladamente mañana: Navona, Pantheon, el delicioso Obelisco de la Minerva, Palazzo Venezia, columna de Trajano, los Foros y la inmensa cola para entrar al Coliseo que bien organizada de forma espontánea y con despacho gratuito de entradas y revisión en la puerta solo supuso media hora. Luego, el monumento es tan colosal que aunque puede que a las 14,30 estuviéramos dentro más de 10.000 curiosos, no había ni un cuarto de entrada como decimos los taurinos. Al salir una comida agradable en la cercana Trattoria Café. No lejos estaba la Basílica de San Clemente de Letrán del siglo XII bella en si y que debajo tiene una basilica del IV y más abajo un edificio del siglo I adaptado en el II a mitreo que sobrecoge y debajo aguas subterráneas canalizadas. Pedro Cañal me recomendó esta visita llena de belleza y contenido. Rematé la impresión charlando con dos hermanos dominicos irlandeses que son los responsables del monumento. Un poco más allá está la Basílica de San Pietro in Vincoli que custodia una reliquia de mucha categoría:las cadenas que tuvieron preso al apóstol, pero el motivo de mi visita fue cruzar la vista con El Moisés de Miguel Ángel, figura central del mausoleo del papa Julio II, y enseñársela a mi nieto pues para mí es de verdad que no conozco otra imagen de piedra más llena de fuerza. Bastante cansados iniciamos la vuelta de 2,5 kilómetros andando, pero a la altura de la piazza Venezia caían goterones que rápidamente se transformaron en granizos del tamaño de garbanzos de los que tuvimos que refugiarnos donde pudimos, hasta que pasó un oportuno vendedor de paraguas, se los quitaban de las manos, al que compré uno sin mirar. Un poco más protegidos seguimos la marcha sobre el hielo deslizante que tapizaba todo el camino, cuidando más de no caerme cada vez que perdía adherencia que de no mojarme. No me perdí gracias a mi nieto Juan que maneja el Google Maps mejor que yo y finalmente como sopas llegamos a nuestra casa romana y aquí andamos secando todo, reponiéndonos de nuestra granizada romana . Ni soñando se me podía ocurrir un complemento tan chocante para un día tan intenso.
