Nos costó despedirnos de Bárbara, que tan bien nos ha acogido, pero debemos regresar.
Hoy hemos tenido nuestro susto nada más empezar pues nos apartamos en el borde de la carretera para hacer una foto y al tratar de salir marcha atrás las ruedas patinaban y se hundían, pues la arena mojada queda pastosa, tras un momento de nerviosismo, Cisco sacó las alfombrillas para que las ruedas apoyaran en ellas y yo retiré la arena superficial hasta que la noté seca y despacito salió sin problemas.
A ninguno de los dos nos gusta volver por el mismo camino que vinimos, así que en Risani nos hemos desviado hacia el este hasta Tazzanine por la N12 que es muy buena , carretera(N12) y discurre por una inmensa penillanura donde abundaban los espinos de parasol(Vachellia tortilis), que de lejos me parecían acacias muy verdes y frondosas que daban la sensación de estar en una dehesa o en una sabana, lloviznaba a veces, en los arcenes charcos y muchos bordes destrozados por la fuerza del agua. En los bordes hay unos arbustos que no he visto en España, Calotropis procera una asclepiadácea conocida como manzano de Sodoma con unas hojas lustrosas y grandes. Todo el conjunto está rodeado de cumbres del Alto Atlas al norte y el Anti Atlas al sur. Todo está verde e invita a un mayor aprovechamiento ganadero, aunque menudean burritos, mulos, dromedarios, cabras y ovejas
En Tazzanine tomamos la R109 hasta entroncar con la N9 en el valle del Draa, a unos 50 kilómetros de destino en medio de una zona geológicamente muy interesante vimos un letrero que señalaba CASCADA TIZGUI, a lo que no pusimos resistirnos. Google Maps lo tiene mal localizado, pero como "la policía no es tonta" lo descubrimos fijándonos desde un alto en un aparcamiento con coches que se veía al fondo por unas pendientes de más del 10%.
La cascada es pequeña en una garganta profunda y con una pequeña laguna, un lugar delicioso con familias de excursión y un pequeño restaurante. En un diván había sentado un señor grande bereber tomando un té que nos invitó a sentarnos con él , era Omar el dueño del restaurante que allí hay, en francés- español tuvimos una jugosa charla mientras compartíamos té, tabaco y un porrito. Recomendamos la visita.
Una rápida visita a la Kasbah Taurirt y luego a cenar en la plaza de los Muyaidines que es donde los lugareños pasean y se divierten además de comprar en el mercado. Merece la pena estar donde están los habitantes jóvenes de la ciudad moviéndose al compás de la música.