Hoy 14 de mayo en el Puerto de la Cruz ha amanecido todo el suelo mojado, como si hubiera chispeado, pero en realidad es la humedad que de manera continua aportan los vientos alisios, que de día no se nota por la evaporación solar, pero de noche deposita esas gotas que hacen del valle de la Orotava un paraíso vegetal.
Tras desayunar hemos ido cuesta arriba a visitar el Jardín Botánico, al que hemos dedicado tres horas , Al subir, pues aquí todo está en cuesta, el Teide con sus 3715 metros te vigila pero al bajar al mediodía la corona de nubes lo tapa visibilizando el fenómeno atmosférico .
Fue un Jardín Real de Aclimatación fundado por Carlos III en 1788, como estación intermedia para aclimatar las plantas que los científicos enviaban desde América para los jardines del Rey. Hoy depende del ICIA(Instituto Canario de Investigaciones Agrarias) que lo mantiene en buen estado, aunque los letreros son muy mejorables.
Dos hectáreas permiten muchos ejemplares ,algunos descomunales, desde Ombúes, Ficus, Ceibas, o Araucarias hasta ágaves, cafetos o nenúfares. Hay de vez en cuando bancos para descansar a la sombra o al sol. Muchos mirlos, algunos paseriformes que no pude reconocer y una tórtola europea, disfrutan también del lugar, lepidópteros y libélulas, estas en un delicioso estanque. Los mirlos dieron para una de nuestras discusiones: Lola sostenía que eran más pequeños que nuestros mirlos comunes (Turdus merula merula), yo creía que no aunque a ambos nos parecía su canto más melodioso, como el de los estorninos. Lola llevaba razón pues es una subespecie de la Macaronesia, que Ernest Hartert describió en 1901 en la isla de Madeira ( Turdus merula cabrerae) el nombre honraba a Ángel Cabrera Latorre, zoólogo hispano-argentino, cuya Fauna Iberica- Mamíferos (1914) recomiendo también.
Hay muchas curiosidades, para nosotros lo fueron unas gigantescas esparragueras ( género Asparragus), de al menos dos metros de altura que son un endemismo de Canarias y otras islas de la Macaronesia.
Es una visita muy recomendable si gustas de la Botánica o de la tranquilidad, nuestro amigos biólogos y los hermanos nos lo recomendaron especialmente y llevaban razón. Conserva un aire decadente, muy romántico que hace aún más agradable la estancia. Acabamos el día en la terraza tomando unos gin-tonic esperamos que el sol se sumerja en el océano exactamente a las 20:49 .