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domingo, 24 de marzo de 2024

LONDRES 2: ANDAR Y NAVEGAR

 






Tras un abundante y rico desayuno inglés, hoy domingo 24 de marzo de 2024 nos hemos lanzado a la calle pues hacia un airecillo frío pero con sol. Andando  unos 3 km hemos llegado a Camden donde es famoso el mercado y sobre todo la cantidad de lugares para comer de lo más diversos puntos de la Tierra, pero creo que hemos llegado pronto, había poco ambiente y ninguno de los dos somos de ir de compras. Debéis saber que Eduardo es  una enciclopedia del automóvil, afición cultivada por su padre, yendo con él  te va indicando todos los coches que se salen de lo normal  por caros, potentes, antiguos y sobre todo deportivos, por eso andar por las calles de Londres es un no parar de Rolls, Maseratis, Porsches, Mercedes especiales, Jaguar, Rover, Aston Martín, etc, e incluso Teslas que el considera lavadoras,  además no desprecia las motos de gran cilindrada  cuyo sonido degusta como un gourmet.

Tomamos el autobús de dos pisos n°24 hasta Westminster Abbey para embarcar dirección Greenwich,  un trayecto de unas 6 millas náuticas por el Tamesis (aproximadamente  11 km) que me ha parecido fundamental para hacerse una idea cabal de la urbe. Londres es una ciudad  puerto de mar  aunque esté a 40 millas del Mar del Norte, todo su poderío nace de la actividad marítima  y aunque  la ciudad de hoy es otra cosa, en parte, solo se puede entender  navegando por su arteria principal, es como Lisboa a la que hay llegar  atravesando  el Tajo. La megalópolis  se aprecia en toda su inmensa dimensión   cuando casi ninguna construcción te impide ver el conjunto, que aunque no es armónico tiene su belleza. Lo recomiendo vivamente con  billetes (24 horas  hop on hop) que te permite desembarcar y embarcar en las paradas y así visitar al paso la Torre, los puentes, el Globe o  la Tate Modern. La vuelta fue directa al Big Ben y decidimos  regresar andando al hotel, tras saludar  a mi admirado Winston Churchill en Parliament Square, tomamos por White Hall hasta Trafalgar Square, donde saludamos de lejos a Nelson, el almirante,   luego subimos por Charing Cross hasta el British Museum para sumarnos a una manifestación  propalestina y contra el expolio imperialista. De allí al hotel atravesamos Russell Square dominada por los cuervos.
 Ha sido una tarde soleada de domingo en la  que la ciudad bullía, hasta una marcha de más de cien patinadores se habría paso entre el  intenso tráfico. Lo hemos visto casi todo, desde la preciosa bandera de Sudáfrica en su embajada hasta el  maravilloso friso  del Odeon. 
Tras dos horas mecidos por el oleaje y 13 km andando he caído rendido en la cama durante una hora. 
Cuando ya pensaba que todo estaba hecho, tocaba cenar temprano y como él prefería un italiano y yo un chino, lo decidió la moneda y fue el Taste of Chongqing   y la estrella ha sido medio pato frito deshuesado, que una simpática joven china, al vernos  que no sabíamos como comerlo, en un buen español  y con guantes nos enseñó a preparar una especie de tacos  que nos resultaron deliciosos y que seguimos haciendo  con nuestras torpes manos. En las otras mesas otras especialidades eran disfrutadas por otros comensales, así que espero  repetir y ... mañana será otro día.

LONDRES 1

 



En Londres estuve por primera vez en el verano de 1976, íbamos en nuestro flamante Seat 127 verde, fue al paso camino de Newcastle, dentro de un maravilloso viaje de 50 días con Lola por España, Francia y Reino Unido; solo recuerdo que me pareció una ciudad inmensa y con un tráfico infernal. La segunda vez fue con la familia  durante la  Semana Santa de 1989 y me encantaron sus museos, los pubs y su ambiente lluvioso y plomizo. Participamos haciendo bulto en una concentración contra el apartheid  y por la libertad de Nelson Mandela, delante de la embajada de Sudáfrica en Trafalgar Square, era el el 24 de marzo, Viernes Santo,  camino de  la iglesia de Saint Martin in the Fields que está en la misma plaza para oir la Pasión según San Juan de J.S.Bach. Me llamaron mucho la atención  los taxis, autobuses y metros  que tomamos frecuentemente bien provistos con nuestros pases semanales que tenían hasta fotos. He estado dos veces más por motivos profesionales relacionados con la BBC que me fueron muy instructivos pues los horarios de trabajo terminaban a las 17 horas en punto y me dió tiempo para ir a disfrutar de varias óperas y musicales, renunciando a las cenas. Recuerdo que en el hotel había una cesta con unas deliciosas y pequeñas manzanas inglesas, haciendo publicidad contra la Unión Europea porque supuestamente iban a acabar con ellas, por no tener el tamaño estándar establecido; ya empezaba el movimiento antieuropeo.

Hace, pues, 30 años que no voy por allí. Ha habido muchos cambios, demasiados en la gran política, el Gran Londres tiene ahora  unos nueve millones de habitantes y como vuelvo esta vez con mi nieto Eduardo de 15 años estoy seguro que me ayudará a ver las cosas con frescura y no solo con nostalgia. Que el Reino Unido se fuera de la UE fue para mí una gran desgracia y ahora lo es aún más a la vista del imperialismo agresivo ruso. Soy muy de planificarlo todo, aunque luego ocurren cosas que me hacen cambiar, pero esta vez el plan que tenemos es muy sencillo: pasarlo bien juntos, como hicimos en Berlín en 2022, dejándonos mecer por el ritmo de la ciudad y sus habitantes. 

El programa  desde el 23 al 30 de marzo sólo tiene cerrado los vuelos y los traslados entre el aeropuerto de Stansted y el Royal National Hotel en pleno Bloomsbury, cerca de Russell Square, donde nos alojaremos toda la semana; también hemos sacado hace meses las entradas para asistir el viernes 22, Viernes Santo otra vez, a la grandiosa interpretación de EL MESÍAS de Händel  en el Royal Albert Hall, una tradición británica desde 1876 solo interrumpida en 1940 por los bombardeos nazis  y  recientemente por el COVID.  Oir una de las obras maestras de la música coral en una enorme sala de conciertos, con un coro experto ( lo han hecho 280 veces) y con miles de espectadores es algo que espero nos deje un recuerdo para siempre.

Todo lo demás lo improvisaremos, andando mucho, a la busca de automóviles fantásticos, pubs agradables, tiendas exóticas, librerías, anticuarios y otros lugares para comer al paso, museos como el British, el de Ciencias Naturales o el  de la Real Fuerza Aérea y quizá la Tate Modern y su terraza. Espero que paseemos por Oxford recordando a Harry Potter, naveguemos por el Támesis como Marlow, saludemos a Peter Pan en Kensington Gardens y si es posible nos lleguemos a Florin Court en busca de Poirot.

En el aeropuerto  de Sevilla he tenido que enseñar dos veces la autorización oficial de sus padres para que mi nieto pueda viajar conmigo. El vuelo en un Boeing 737 de Ryanair ha  sido puntual y agradable. El paseo por el aeropuerto de  Stansted hasta pasar la frontera ha sido largo pero no me han pedido el permiso. En la puerta estaba el coche para trasladarnos al hotel y Redouan, el conductor marroquí, en un perfecto español  de los que han estudiado en Madrid el bachillerato,  nos ha hecho muy ameno un viaje de  una hora y media atravesando el norte de Londres y como callejeamos mucho pudimos ver el ambientazo nocturno. El hotel correcto... en inglés. Hemos intentado cenar en el pub The Marquise Cornwallis en Coram street que tenía una pinta magnífica, pero estaba lleno hasta la bandera y con un ruido humano ensordecedor, asi que nos fuimos al pub Callaghan,s, mucho más agradable pero el fish& chips  solo aprobaba, así que rematamos a la hora de cierre, 22,30, con unas ricas alitas en Wing Wing Crispy Chicken al lado del hotel. Hacía frío por la calle y yo tenía que escribiros.  Mañana seguiremos.

La foto es de Eduardo Martínez Casado desde la ventanilla del avión. Es un artista.