domingo, 24 de marzo de 2024
LONDRES 2: ANDAR Y NAVEGAR
LONDRES 1
En Londres estuve por primera vez en el verano de 1976, íbamos en nuestro flamante Seat 127 verde, fue al paso camino de Newcastle, dentro de un maravilloso viaje de 50 días con Lola por España, Francia y Reino Unido; solo recuerdo que me pareció una ciudad inmensa y con un tráfico infernal. La segunda vez fue con la familia durante la Semana Santa de 1989 y me encantaron sus museos, los pubs y su ambiente lluvioso y plomizo. Participamos haciendo bulto en una concentración contra el apartheid y por la libertad de Nelson Mandela, delante de la embajada de Sudáfrica en Trafalgar Square, era el el 24 de marzo, Viernes Santo, camino de la iglesia de Saint Martin in the Fields que está en la misma plaza para oir la Pasión según San Juan de J.S.Bach. Me llamaron mucho la atención los taxis, autobuses y metros que tomamos frecuentemente bien provistos con nuestros pases semanales que tenían hasta fotos. He estado dos veces más por motivos profesionales relacionados con la BBC que me fueron muy instructivos pues los horarios de trabajo terminaban a las 17 horas en punto y me dió tiempo para ir a disfrutar de varias óperas y musicales, renunciando a las cenas. Recuerdo que en el hotel había una cesta con unas deliciosas y pequeñas manzanas inglesas, haciendo publicidad contra la Unión Europea porque supuestamente iban a acabar con ellas, por no tener el tamaño estándar establecido; ya empezaba el movimiento antieuropeo.
Hace, pues, 30 años que no voy por allí. Ha habido muchos cambios, demasiados en la gran política, el Gran Londres tiene ahora unos nueve millones de habitantes y como vuelvo esta vez con mi nieto Eduardo de 15 años estoy seguro que me ayudará a ver las cosas con frescura y no solo con nostalgia. Que el Reino Unido se fuera de la UE fue para mí una gran desgracia y ahora lo es aún más a la vista del imperialismo agresivo ruso. Soy muy de planificarlo todo, aunque luego ocurren cosas que me hacen cambiar, pero esta vez el plan que tenemos es muy sencillo: pasarlo bien juntos, como hicimos en Berlín en 2022, dejándonos mecer por el ritmo de la ciudad y sus habitantes.
El programa desde el 23 al 30 de marzo sólo tiene cerrado los vuelos y los traslados entre el aeropuerto de Stansted y el Royal National Hotel en pleno Bloomsbury, cerca de Russell Square, donde nos alojaremos toda la semana; también hemos sacado hace meses las entradas para asistir el viernes 22, Viernes Santo otra vez, a la grandiosa interpretación de EL MESÍAS de Händel en el Royal Albert Hall, una tradición británica desde 1876 solo interrumpida en 1940 por los bombardeos nazis y recientemente por el COVID. Oir una de las obras maestras de la música coral en una enorme sala de conciertos, con un coro experto ( lo han hecho 280 veces) y con miles de espectadores es algo que espero nos deje un recuerdo para siempre.
Todo lo demás lo improvisaremos, andando mucho, a la busca de automóviles fantásticos, pubs agradables, tiendas exóticas, librerías, anticuarios y otros lugares para comer al paso, museos como el British, el de Ciencias Naturales o el de la Real Fuerza Aérea y quizá la Tate Modern y su terraza. Espero que paseemos por Oxford recordando a Harry Potter, naveguemos por el Támesis como Marlow, saludemos a Peter Pan en Kensington Gardens y si es posible nos lleguemos a Florin Court en busca de Poirot.
En el aeropuerto de Sevilla he tenido que enseñar dos veces la autorización oficial de sus padres para que mi nieto pueda viajar conmigo. El vuelo en un Boeing 737 de Ryanair ha sido puntual y agradable. El paseo por el aeropuerto de Stansted hasta pasar la frontera ha sido largo pero no me han pedido el permiso. En la puerta estaba el coche para trasladarnos al hotel y Redouan, el conductor marroquí, en un perfecto español de los que han estudiado en Madrid el bachillerato, nos ha hecho muy ameno un viaje de una hora y media atravesando el norte de Londres y como callejeamos mucho pudimos ver el ambientazo nocturno. El hotel correcto... en inglés. Hemos intentado cenar en el pub The Marquise Cornwallis en Coram street que tenía una pinta magnífica, pero estaba lleno hasta la bandera y con un ruido humano ensordecedor, asi que nos fuimos al pub Callaghan,s, mucho más agradable pero el fish& chips solo aprobaba, así que rematamos a la hora de cierre, 22,30, con unas ricas alitas en Wing Wing Crispy Chicken al lado del hotel. Hacía frío por la calle y yo tenía que escribiros. Mañana seguiremos.
La foto es de Eduardo Martínez Casado desde la ventanilla del avión. Es un artista.