Cuatro años de
descalificaciones a Pedro Sánchez y su
gobierno, tanto por los adversarios de
la derecha política, judicial, empresarial y religiosa, como por los poderosos
y casi apabullantes medios afines, han conseguido crear un enfrentamiento
tóxico y un ambiente político irrespirable, tanto que muchos no se recatan en
afirmar que estamos a punto de o en un genuino golpe de estado.
Pareciera que la derecha , que
lo lleva anunciando desde hace años, ante cualquier decisión que tome el
gobierno, aunque fueran las discretas medidas de confinamiento aconsejadas por
la OMS y la mayoría de los expertos de salud pública, y que fueron necesarias
al principio de la desconocida pandemia del COVID, hasta que se dispusieron de
vacunas. Claro que para ellos todo lo que haga el gobierno de izquierdas para
gobernar en un entorno tan difícil con tantas incertidumbres y dificultades, no
es para mejorar las condiciones de vida de los españoles y para ampliar sus
libertades, sino para mantenerse en el poder cueste lo que cueste en una
especie de dictadura roja que no cesan de denunciar. La verdad es que están
desesperados porque con sus dificultades el gobierno gobierna y consigue
triunfos económicos y sociales en
materia de empleo, precio de la energía, contención de la inflación ,
normalización en Cataluña y mejora de derechos, que son valorados
internacionalmente y que les hacen temer que pese a los indudables y frecuentes errores del gobierno con
desencuentros públicos de la coalición, los españoles pueden continuar apoyando
electoralmente al gobierno del PSOE en
coalición con UP y al abigarrado
conglomerado que los apoya desde la triunfal moción de censura de mayo de 2018.
Lo último de IDA( imbuido del
espíritu descalificador que prodigan, con este acrónimo describo a la pomposa y
explosiva Isabel Díaz Ayuso) es: “Vamos camino de una dictadura, sometidos por
un tirano, que pone en peligro el Estado de derecho. Esto ya no se trata de o
izquierda o derecha. Esto se trata de libertad. Y esto ya es: o Sánchez o
ESPAÑA”. O sea que según ella estaría justificado el tiranicidio o por lo menos
un golpe de estado que lo depusiera. Ahorro los discursos tremendistas de
voceros del PP, Ciudadanos y Vox, estos incluso ofreciendo sus pechos para que
les disparen los cobardes rojos.
Pero si se observa con calma sobreponiéndose al griterío, desde
luego que no estamos en vísperas de una dictadura, ni de un golpe de estado, solo se le parece en la
agresividad de los discursos que se suelen previamente gritar para excitar a
militares golpistas o a revolucionarios callejeros. Los discursos no matan pero
pueden preparar las masacres justificándolas preventivamente y los que oigo me
suenan a los que prepararon los terribles golpes de estado del 18 de julio de
1936 en España, o el de el 11 de
septiembre de 1973 en Chile y lamentablemente en esos casos no se tomaron las
medidas necesarias y dejaron inermes a los ciudadanos.
Comprendo por tanto que muchos
progresistas califiquen de golpe de estado judicial lo que organizado por el PP
está ocurriendo desde hace cuatro años
con el apoyo de jueces y magistrados presuntamente venales y que impide la
renovación del CGPJ y del TC. Resulta intolerable que jueces y magistrados que
deberían velar por el cumplimiento de las leyes y la Constitución se hayan
prestado a la indignidad de hacer imposible la renovación de los puestos que
ocupan en órganos a los que accedieron y
que como los consideran suyos no quieren ser sustituidos, pervirtiendo el
mandato popular de nuestra Constitución. Es como sí un gobernante se negara a
convocar elecciones.
Es verdad que el gobierno
desesperado después de un bloqueo de tantos años porque ni la Constitución ni las leyes habían
previsto lo increíble, que es el bloqueo
institucional a la renovación de los organismos que requieren mayorías cualificadas, haya, al fin tomado la iniciativa seguramente
con algún defecto de forma cuya
importancia minimizo dada la gravedad de la situación y que se comprueba, si
cabía alguna duda, con la incalificable actitud del presidente del TC convocando un pleno a propuesta del PP para
un asunto que no puede no saber que no
procede, porque el TC no interpreta la
Constitución en sí, sino que debe limitarse a interpretar la interpretación que de la Constitución hacen
las Cortes en las leyes que aprueban y eso sin tener en cuenta que debería de
abstenerse en un asunto que sin duda le afecta directamente.
El PP y sus anejos no han dado
un golpe de estado pero parece que llevan preparándolo años con su obstrucción
institucional continua, y el gobierno debería de haberlo evitado desde primera
hora, hace cuatro años, con las leyes
que fueran necesarias, porque ya ocurrió
lo mismo cuando fueron sorprendidos por el triunfo de Zapatero, aquello fue un
aviso claro que debería haberse tenido en cuenta y no dejarse engañar. Yo
confío en que esto tenga arreglo porque la derecha se avenga o el gobierno
imponga la ley y se puedan renovar los órganos judiciales de
una vez y finalmente podamos celebrar elecciones cuando está previsto, porque
lo sucedido no es un golpe de estado…todavía.