Hoy, ya desayunados, hemos salido a las ocho, cuando hasta la mayoría de las iglesias están cerradas y compartes las calles con los trabajadores y los raros, sin turistas. El primer objetivo me lo sirvió mi admirado amigo F Javier Rodríguez Barberán , en su muro de Facebook regala destinos memorables. El convento de Santa Trinitá dei Monti contiene un ejemplo sublime de anamorfosis , se trata de un pasillo pintado de manera que ofrece a la vista una imagen deforme o confusa que solo se aclara variando el punto de vista. En este caso se refiere al milagro de San Francisco de Paula atravesando el estrecho de Messina, mi video no le hace justicia, hay que vivirlo allí. Visitar ese convento es un placer al alcance de cualquiera que quiera, pues basta solicitarlo y pagar 10€ por adulto y 5€ por niño. Esta mañana a las nueve solo éramos 4 visitantes con una guía francesa encantadora. Además de esta "stravaganza", hay una iglesia soberbia, un claustro pintado y sobre todo un refectorio del gran pintor jesuita Andrea Pozzo que te crea la sensación de estar abovedado. Casi se me olvida otro pasillo mágico con un astrolabio pintado en la paredes sobre el que se mezcla un reloj de sol que funciona con la luz que entra por una ranura , que se refleja en un espejito y señala en la bóveda la hora exacta. Pensé que seguramente Galileo fue amigo de su autor. Ya sé que suena elitista pero en una Roma llena de turistas disfrutar de todo esto con solo 4 acompañantes es un placer inolvidable. https://omnesmag.com/actualidad/visitar-iglesia-trinita-dei-monti/
Luego hemos subido al Pincio y marchado por los solitarios paseos de Villa Borghese hasta volver a entrar en la ciudad atravesando la muralla que flanquea la Vía Pinciana para ver las tiendas donde comprar Ferraris, Lamborghinis, Maseratis y otras joyas de motor y deambular por las calles donde en buenas casas viven los que pueden. Necesitaba un poco de realidad y mi amigo Enrique A. Martínez López me sugiere el barrio mucho más modesto pero encantador de la Garbatella y allí nos fuimos en taxi pues estaba a más de 7 kilómetros y pese a que hay muchas casas envejecidas daría gusto vivir allí y allí comimos. Luego vuelta a Piazza Navona en taxi a tomar el helado diario que es obligatorio. En Roma hay que madrugar, andar mucho, entrar en cualquier iglesia o palacio o casa que se pueda y luego tomar un taxi y sugerir al taxista que te explique lo que se va viendo que será único casi seguro. Buona sera
