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domingo, 12 de noviembre de 2023

10 MELILLA, DE TAPAS ENTRE DOS ISMOS

 






El sábado noche estuvimos cenando de tapas pues Melilla es el paraíso de esta forma de comer, como teníamos hambre nos tomamos  tres cervezas cada uno en el bar Castelar con su correspondiente tapa y luego dos más en la Cervecería, ricas y a precio granadino. Los camareros son ágiles y alegres, mayoritariamente melillenses de origen bereber. Las cervezas frías y bien tiradas. Es la forma de comer que más me gusta y en Melilla es de arte. Luego rematamos en otro local con un  perfecto "Juanito" Daniels abundante y "en las rocas", para compensar el déficit alcohólico acumulado. El sueño vino solo y el amanecer agradable  nos dispuso para recorrer  la ciudad.

Melilla la Vieja, fue lo primero y sinceramente es un buen ejemplo de ciudad amurallada de los siglos XVI-XIX , limpia y cuidada. Pasear por ella es agradable y las vistas de la ciudad moderna, de la costa y el mar  merecen la pena. Nos agradaron mucho unos pequeños museos  que dotan de contenido  la visita y nos permiten aprender el montón de cosas que ignoramos. El museo de Las Peñuelas que en su planta baja es etnográfico de las culturas Amazigh(bereber), gitana y sefardí, con folletos en caló, amazigh y hebreo y en la alta es de Arqueología e Historia de Melilla, con una buena maqueta de la ciudad antigua.  El museo  Casa del Reloj con una interesantísima exposición REALIDADES INVISIBLES de pinturas de María León Buendía  con poemas de José María García Linares. El museo militar Baluarte de la Concepción completó el periplo por la ciudad vieja. Desde el baluarte se escuchaba cómodamente  la manifestación nacionalista contra Pedro Sánchez al ritmo del  españolísimo pasodoble "Y viva España", compuesto  en 1971 por el músico  Leo Caerts y el letrista Leo Rozenstraten, ambos belgas. Apagados los ecos musicales bajamos a hacer la ruta del modernismo, estilo mayoritario de los edificios del ensanche de la ciudad en el siglo XX bajo la influencia del arquitecto Enrique Nieto i Nieto, dando como resultado una estructura urbana agradable y elegante. Lamentablemente la mayoría de los edificios significativos carecen de placas identificativas, pero si alguien está  interesado puedo enviarle MELILLA MODERNISTA, un librito de Antonio Bravo Nieto, cronista oficial de Melilla que me facilitó Emilio García y orientó nuestro paseo.

 Luego compartimos bares con los manifestantes, muchas familias, con la banderas enrolladas en un ambiente de domingo muy agradable y pacífico que casaba poco con los mensajes apocalípticos que anticipan la ruptura de España si no hay nadie que dé el golpe de timón que los que convocan piden. Miedo me da un poco, pero espero poder llegar a casa a ver en directo la investidura de Pedro Sanchez y que  se acabe aceptando que España es una monarquía constitucional  parlamentaria y es presidente el que es elegido con la mayoría suficiente en el Congreso. 

9 LA MAR CHICA Y EL GURUGÚ





Desde Melilla  y con retraso escribo sobre ayer sábado 11. Comenzó en Saidia que es una ciudad de veraneo para ricos de la que nos despedimos con una visita a la playa para ver de cerca Argelia, a la que es imposible acceder pues la frontera lleva cerrada años. Se ve una costa preciosa, incluso las lejanas islas  Habibas (Amadas) que deseo visitar ... algún día.

Regresamos  por la N-16 a despedirnos de nuestras islas Jaafareen (Chafarinas) y a visitar el colmado de Hassan, el vecino de Ahmed, porque se nos había olvidado comprar unos rústicos sombreros que estuvimos viendo mientras comíamos el cous-cous del viernes; aprovechamos para adquirir chucherías y algunos encargos, como semolina para dar aspecto crujiente al pan.
Por la misma N-16 llegamos a la Mar Chica, una albufera impresionante y enormemente bella, por un camino y tras pasar un control entramos en la larga barra  deteniéndonos frecuentemente para ver, identificar y fotografiar  muchos flamencos y cormoranes, cigüeñuelas, zarapitos, etc.  Llegamos hasta la bocana y regresamos  por el mismo camino.
Subir al macizo montañoso del Gurugú es una experiencia que en si ya merece la pena el viaje a Melilla, por unas vistas espectaculares del Rif y de la Mar Chica, pero también por el espectáculo de las rocas, las nubes pasando por las crestas y conducir por pendientes imposibles al filo de precipicios de centenares de metros.  En un mirador encontramos a nuevos amigos españoles: Jacinta y Fernando, son de Murcia y trabajan en el colegio español de Nador, la charla comparando nuestras experiencias  ha quedado abierta para más  adelante.
Nos llegamos al otro lado de la Mar Chica a visitar el Atalayón porque allí estaba la base de hidroaviones españoles , pero no vimos ningún vestigio, aunque merece la pena pues hoy es una preciosa urbanización de lujo a la que nos dejaron pasar amablemente, seguramente  pensando que podríamos ser futuros compradores.
La entrada a Melilla fue muy molesta pues la cola era lenta, y tras registrar el coche por arriba  y por abajo, nos tocó ir al puerto  a pasar por el escáner  por si lleváramos droga escondida. lo peor es que la española tampoco fue rápida. Eso sí, todos fueron correctos. De Melilla hablaremos  en la siguiente entrega 
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