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miércoles, 28 de diciembre de 2022

ADIÓS 2022, HOLA 2023

 



El año que acaba no ha sido tan malo como pareciera  que parece a la inmensa mayoría  opinadora a tenor de las noticias que han copado los titulares de los principales medios de comunicación. Es cierto que tras la fase más aguda de la pandemia y cuando parecía que todo iba a ir a mejor, comenzamos  con un periodo turbulento de  inflación y  crisis económica a nivel mundial, que en febrero se vio súbitamente  agravado por la invasión rusa de Ucrania que  acercaba los horrores de la guerra a Europa y que  no ha cesado de producir sufrimientos, muertes, destrucción y cerca de diecisiete millones de refugiados según ACNUR. Ya sé que hay otras guerras y conflictos en el mundo que producen tanto o más dolor, algunos con más de sesenta años, sin que parezca que vayan a acabarse, pero sin duda la guerra en Ucrania es la que más nos afecta porque nos obliga a tomar partido, en este caso a favor del agredido.

La crisis climática que hemos provocado se incrementa sin que se tomen todas las urgentes  medidas necesarias. La emigración  tras peligrosas travesías hacia los países más desarrollados no ha parado,  con episodios tan terribles como el del 24 de junio en Melilla que muestra nuestra inhumanidad y nos llena de dolor, porque además es causada por la desigualdad  que también crece hasta límites insoportables y así podríamos seguir con un rosario de desastres reales y globales que me niego a rezar.

En España hemos capeado el temporal con fortuna, gracias a que el gobierno ha tomado medidas para proteger y estimular el empleo y hacer soportable la situación económica a los más débiles, para lo que ha sido necesario destinar ingentes cantidades de dinero público para abaratar el transporte, la energía, los alquileres, etc,… Mientras, la oposición sigue insistiendo en bajar los impuestos, como si fuera posible, en vez de insistir en un camino que solo favorece a los ricos debería de una vez cumplir las leyes y renovar el CGPJ que de caducado ya huele y mucho.

Ya sé que  no debería de alegrarme de que al Reino Unido le vaya peor que a nosotros en este annus horribilis, pero que le vamos a hacer si estoy harto de la prepotencia anglosajona y como debo ser un poco tonto debo reconocer que agranda mi optimismo.

Los españoles nos caracterizamos, al parecer, porque en la encuestas decimos que España va fatal, aunque a nosotros en particular nos vaya divinamente y yo creo que eso se debe a que la mayoría de los medios de comunicación se empeñan  en llevar titulares catastróficos no dejando que la realidad les estropee su campaña de derribo del gobierno  “por los medios que fuese menester” como ya hicieran contra el de  Felipe González el conocido como sindicato del crimen de periodistas, clérigos, jueces, escritores y medios como nos explicó el benefactor  académico Luis María Ansón. Ahora están en lo mismo,  los mismos o parecidos, contra un  gobierno que consideran ilegítimo, aunque gane todas las votaciones parlamentarias desde hace más de cuatro años.

Una cosa es el legítimo empeño en desgastar al gobierno atacando sus errores y presentando alternativas y otra es bloquear lo que sea necesario con la ayuda de jueces caducados del Tribunal Constitucional.

El 2022 ha sido relativamente bueno para los españoles y estoy seguro que el 2023 será mejor por los síntomas que veo: los propios jueces del CGPJ acaban de elegir por unanimidad a los que van a sustituir a los caducados del TC,  el gobierno  gobierna y toma medidas   como revalorizar las pensiones el 8,5%, rebajas del IVA para alimentos básicos y ayudas directas a las familias que lo necesitan y el mantenimiento  de otras que se han demostrado útiles y necesarias. También me ha gustado, porque gobernar es decidir, que  a raíz de la bajada real de precios del petróleo, se haya quitado la ayuda de 20 céntimos el litro de combustible que tan bien me venía pero con la que no estaba de acuerdo porque ha servido sobre todo  para que los gasolineros del cartel se hayan hecho más ricos con la excepción de PETROPRIX y PLENOIL de Bellavista que son los únicos surtidores que realmente no han incrementado los precios y sus clientes hemos disfrutado de pleno la rebaja que hemos pagado entre todos.

Me despido  de mis lectores por mes y medio pues,  aupado en los augurios, voy a iniciar 2023 cumpliendo una de mis ilusiones viajeras  que es llegar  en coche al Trópico  de Cáncer en la costa sahariana y volver recorriendo toda la costa atlántica  de Marruecos conociendo sus espacios naturales, playas y  animales libres. Unos seis mil kilómetros de periplo que confío  completar felizmente  y vivir para contarlo con detalle. Feliz 2023