El año que acaba no ha sido tan
malo como pareciera que parece a la
inmensa mayoría opinadora a tenor de las
noticias que han copado los titulares de los principales medios de comunicación.
Es cierto que tras la fase más aguda de la pandemia y cuando parecía que todo
iba a ir a mejor, comenzamos con un
periodo turbulento de inflación y crisis económica a nivel mundial, que en
febrero se vio súbitamente agravado por
la invasión rusa de Ucrania que acercaba
los horrores de la guerra a Europa y que
no ha cesado de producir sufrimientos, muertes, destrucción y cerca de
diecisiete millones de refugiados según ACNUR. Ya sé que hay otras guerras y
conflictos en el mundo que producen tanto o más dolor, algunos con más de sesenta
años, sin que parezca que vayan a acabarse, pero sin duda la guerra en Ucrania
es la que más nos afecta porque nos obliga a tomar partido, en este caso a
favor del agredido.
La crisis climática que hemos
provocado se incrementa sin que se tomen todas las urgentes medidas necesarias. La emigración tras peligrosas travesías hacia los países más
desarrollados no ha parado, con
episodios tan terribles como el del 24 de junio en Melilla que muestra nuestra
inhumanidad y nos llena de dolor, porque además es causada por la desigualdad que también crece hasta límites insoportables y
así podríamos seguir con un rosario de desastres reales y globales que me niego
a rezar.
En España hemos capeado el
temporal con fortuna, gracias a que el gobierno ha tomado medidas para proteger
y estimular el empleo y hacer soportable la situación económica a los más
débiles, para lo que ha sido necesario destinar ingentes cantidades de dinero
público para abaratar el transporte, la energía, los alquileres, etc,… Mientras,
la oposición sigue insistiendo en bajar los impuestos, como si fuera posible,
en vez de insistir en un camino que solo favorece a los ricos debería de una
vez cumplir las leyes y renovar el CGPJ que de caducado ya huele y mucho.
Ya sé que no debería de alegrarme de que al Reino Unido
le vaya peor que a nosotros en este annus horribilis, pero que le vamos
a hacer si estoy harto de la prepotencia anglosajona y como debo ser un poco
tonto debo reconocer que agranda mi optimismo.
Los españoles nos caracterizamos,
al parecer, porque en la encuestas decimos que España va fatal, aunque a nosotros
en particular nos vaya divinamente y yo creo que eso se debe a que la mayoría
de los medios de comunicación se empeñan
en llevar titulares catastróficos no dejando que la realidad les
estropee su campaña de derribo del gobierno “por los medios que fuese menester” como ya hicieran
contra el de Felipe González el conocido
como sindicato del crimen de periodistas, clérigos, jueces, escritores y
medios como nos explicó el benefactor académico Luis María Ansón. Ahora están en lo
mismo, los mismos o parecidos, contra un gobierno que consideran ilegítimo, aunque
gane todas las votaciones parlamentarias desde hace más de cuatro años.
Una cosa es el legítimo empeño en desgastar al gobierno atacando sus errores y presentando alternativas y otra es bloquear lo que sea necesario con la ayuda de jueces caducados del Tribunal Constitucional.
El 2022 ha sido relativamente bueno para los españoles y estoy seguro que el 2023 será mejor por los síntomas que veo: los propios jueces del CGPJ acaban de elegir por unanimidad a los que van a sustituir a los caducados del TC, el gobierno gobierna y toma medidas como revalorizar las pensiones el 8,5%, rebajas del IVA para alimentos básicos y ayudas directas a las familias que lo necesitan y el mantenimiento de otras que se han demostrado útiles y necesarias. También me ha gustado, porque gobernar es decidir, que a raíz de la bajada real de precios del petróleo, se haya quitado la ayuda de 20 céntimos el litro de combustible que tan bien me venía pero con la que no estaba de acuerdo porque ha servido sobre todo para que los gasolineros del cartel se hayan hecho más ricos con la excepción de PETROPRIX y PLENOIL de Bellavista que son los únicos surtidores que realmente no han incrementado los precios y sus clientes hemos disfrutado de pleno la rebaja que hemos pagado entre todos.
Me despido de mis lectores por mes y medio pues, aupado en los augurios, voy a iniciar 2023
cumpliendo una de mis ilusiones viajeras que es llegar en coche al Trópico de Cáncer en la costa sahariana y volver
recorriendo toda la costa atlántica de
Marruecos conociendo sus espacios naturales, playas y animales libres. Unos seis mil kilómetros de
periplo que confío completar felizmente y vivir para contarlo con detalle. Feliz 2023