Si hay seres
humanos a los que desprecio más que a los malvados y violadores son a los que
se escandalizan por cualquier cosa, exceptúo
de este desprecio a los que viven eternamente escandalizados por todo, porque tienen unos criterios morales muy
estrictos, normalmente de carácter religioso, porque bastante tienen con lo que
tienen, los pobres míos. Son objeto de
mi desprecio los que suelen escandalizarse sólo por lo que les conviene sin aplicar
ningún principio de razón y sin tener en cuenta muchas veces que se
escandalizan por acciones que ellos previamente han justificado cuando son
conformes a sus intereses, suele ser una patología vinculada a las creencias
políticas o de otro tipo y se manifiesta con gran estrépito y algarabía, con
una sobreinterpretación digna del teatro al objeto de ocultar las debilidades reales de su acción.
La mayoría de las
personas que conozco entienden que el estado debe vigilar a los presuntos delincuentes
para en la medida de lo posible evitar la comisión de delitos, sobre todo
cuando ya ha habido condenados por delitos que amenazan con volver a cometer, eso sí
conforme a las leyes y preservando los derechos y libertades de los delincuentes.
En España, normalmente, este tipo de tareas de vigilancia que realizan los cuerpos
y fuerzas de seguridad del estado se hacen, tras petición razonada en cada
caso, con control judicial, por un tiempo limitado y ciñéndose al fin
autorizado. Si un juez autoriza la vigilancia del teléfono de un presunto violador
no es para curiosear la vida del mismo sino para detectar posibles actuaciones
delictivas y proteger a las víctimas, siendo obligatorio no hacer público
ningún otro hecho privado del que tuvieran conocimiento. El objeto de la
vigilancia es evitar delitos y claro que
puede haber abusos que deben ser castigados, como en el caso Villarejo o en
cualquier otro caso.
A estas alturas
todos sabéis ya que me refiero a la escandalera montada por los secesionistas
catalanes, a los que me niego llamar
independentistas pues esa palabra goza de prestigio en el mundo por el recuerdo
de los abusos colonialistas, y lo que es más triste gozando del apoyo de muchos
otros políticos, periodistas y opinadores de diversa laña que carecen, a mi
juicio, del más mínimo sentido crítico y
sin ninguna prudencia al grito de ¡Oh! ¡escándalo! ¡El CNI nos espía!,
se ponen al servicio de unos políticos delincuentes y que lejos de arrepentirse prometieron: Ho
tornarem a fer, que no traduzco porque es nuestro deber entender un poco la
lengua de Pla.
El CNI (Centro
Nacional de Inteligencia) no espía, sino que vigila, lo primero se hace de
manera subrepticia y por eso se utiliza en el escándalo, en vez de lo segundo
que carece de esa connotación negativa, porque la lengua es inocente pero no el
lenguaje y los secesionistas son unos artistas de la simulación y el engaño hasta lingüístico, porque están
convencidos de que su causa es justa y ello justifica todo tipo de tropelías.
Vigilar es : Observar atentamente a
una persona o cosa y estar pendiente de ella para evitar que sufra o cause algún
daño o peligro. El CNI según la ley 11/2002, se
trata de un organismo responsable de “facilitar al Gobierno informaciones
análisis, estudios o propuestas que permitan prevenir y evitar cualquier
peligro, amenaza o agresión contra la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad
del Estado de derecho y sus instituciones”
Previamente a la esperpéntica declaración
unilateral de independencia del 27
de octubre de 2017 me escandalizó que los secesionistas pudieran actuar con la
osadía que hicieron, sin que al parecer el gobierno estuviera informado, porque
si no, no se entiende la pasividad con la que actúo ante tamaño desafío; por
eso ahora no me escandalizo de las palabras, políticamente incorrectas, de la
ministra Robles : “¿Qué tiene que hacer un Estado, un Gobierno, cuando alguien
declara la independencia, corta las vías públicas, cuando realiza desórdenes
públicos, cuando alguien está teniendo relaciones con dirigentes políticos de
un país que está invadiendo Ucrania?”, yo en su lugar no lo hubiera dicho pero es
el evangelio.