Powered By Blogger

domingo, 17 de mayo de 2020

DÍA 66 "MI AMIGO JULIO ANGUITA"

DOMINGO 17 DE MAYO DE 2020
A los amigos se les quiere y a algunos, pocos, mucho; pero no con un amor ciego como el que solemos tener con las personas de las que nos enamoramos. Queremos a los amigos con sus virtudes y sus defectos  que forman parte del paquete de la amistad y que una vez reconocidos pasan a formar parte de "sus"  características distintivas e incluso dejan de molestarnos porque "él es así". A las personas que amamos no les vemos defectos,  ciegos que estamos por la pulsión amorosa que tiene mucho de hormonal y como decía un buen amigo, de forma basta pero certera: "dura lo que dura...dura" , de hecho solemos ponerlas en un  pedestal y no entendemos porque los demás no las ven igual de gloriosas que nosotros, nos pasa un poco como a los fanes de los famosos sean estos escritores, artistas o políticos, que, como enamorados, no ven a sus ídolos con virtudes y defectos, sino que solo tienen virtudes y se enfadan hasta violentamente si pretendes expresar una opinión matizada sobre alguien delante de uno de sus admiradores fanatizados y aún peor si lo haces en el velatorio, cuando harto de tanta hipérbole laudatoria  en las redes sociales, que se extiende a los panegíricos más indecentes en prensa por parte de periodistas repitiendo lugares comunes sin el debido contraste, o de correligionarios que utilizan postumamente al muerto para alcanzar los fines que a él impidieron,  incluso de aquellos que en vida lo odiaron, porque "en España se entierra muy bien", como de manera acerada decía mi admirado Rubalcaba que murió también en "olor de multitudes", hace ya un año.

A Julio Anguita yo lo conocía un poco, suficiente para poder hacer un retrato justo de la persona que era, no del personaje en que lo habían convertido desde hace bastante tiempo,  siempre fue entrañable, agradable y educado, con una conversación entretenida, tanto que no te molestaba el dogmatismo férreo que tenía hasta en privado pues notabas que era por puro convencimiento ideológico; cuando se cruzaba con mi madre la saludaba con verdadero cariño que era mutuo y a mí las pocas veces que hablé con él después de 1984   y especialmente una larga noche en la plaza Jerónimo Páez me demostró que seguía siendo el amigo que se refugiaba en mi despacho de delegado de Educación en Córdoba en la larga campaña de las municipales de 1983, donde pasaba horas sin que pudieran localizarlo ni en su casa ni en la alcaldía los periodistas capitalinos que tanto lo encumbraron y le molestaban, a veces llegaba antes que yo y ya me esperaba dentro leyendo el periódico. Nuestras charlas esos días fueron intensas solo interrumpìdas por los despachos urgentes con mis jefes de servicio que se acostumbraron a su presencia y actuaban con total confianza, por eso me resulta imposible hacer hoy el obiturio de Julio Anguita, ensordecido por tanta fatua y falsa alabanza, porque era mi amigo y además de sus virtudes conozco sus características  que no defectos, igual me pasó con Rubalcaba al que solo pude hacer un preobituario, pues no lo conocía tan bien y  que acababa con este final que tan bien le cuadra a este preobituario que sin quererlo he dedicado a Julio: 
Él, ya es indiferente a los halagos que no le gustaban y que nunca prodigó y aunque no era católico creo que agradecerá las oraciones sinceras de la gente corriente porque era un sentimental. Perdón
La foto del bosque de columnas de la Mezquita que los dos amábamos, la hice con el móvil el 27 de noviembre de 2010, antes de que el cabildo llenara sus luminarias de crucifijos.