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jueves, 27 de mayo de 2021

LES TEMPS DE CERISES neonormalidad 57 y último

 


Este si es el último artículo del semanario que pretenciosamente titulé  NEONORMALIDAD  y que  vengo publicando desde que se acabó el primer estado de alarma y pudimos movernos libremente por España con algunas restricciones. Me negaba a denominar al nuevo período como nueva normalidad, porque nada era nuevo realmente, ni era normal ir a todos sitios con mascarilla y sin poder  besar ni abrazar a nadie y  por eso, como nuestro idioma lo permite, creé ese neologismo que me pareció más elegante.

Elegante o no, he tratado de escribir lo que pensaba  a medida que vivía una realidad  que algunos han considerado como una pérdida de libertad y a la que en apariencia me ha resultado fácil adaptarme, seguramente porque la única libertad que necesito es la de ser libre y esa siempre la he tenido y continuará  conmigo por muchas limitaciones que haya en mis circunstancias, por muy adversas que parezcan. Considerar falta de libertad el ir con mascarilla me parece tan ridículo como quejarse de la imposibilidad de volar autónomamente, como si no fuera posible volar libremente con la imaginación.

No voy a negar que la neonormalidad me ha afectado, aparentemente me he vuelto más intransigente en el tono de lo que escribo y aunque es solo literatura que duda cabe que expresa lo que siento. Odio a los enemigos de España que son mis enemigos y les deseo lo peor. Desprecio a los que utilizan las desgracias ajenas para lucrarse sea monetaria o políticamente y les deseo la ruina. No perdono la ceguera de los que se niegan a ver a la humanidad que sufre en guerras, hambrunas, desastres o desgracias y creen que nada tiene que ver con su riqueza y egoísmo, a esos les deseo iluminación, una luz que los deslumbre y ciegue. A los que ayudan a los demás en la medida de sus posibilidades y miran el mundo con caridad o compasión les deseo lo mejor y les presto mi ayuda. A los que estorban a los pocos que ayudan, procuro molestarlos para que se aparten y así, al menos, aunque no sean la solución, no agraven el problema.

Creo que todos cabemos en este pequeño mundo que es el planeta Tierra, pero para ello es necesario que haya justicia, libertad y fraternidad que nos encamine hacia la igualdad. Descendiendo a lo concreto, que me gusta mojarme, y  por hablar del asunto del día, aunque sea muy menor, no me gusta el indulto que  ahora se plantea para los secesionistas catalanes justamente condenados por delitos contra las libertades y derechos de los ciudadanos, entre otros los míos, sin que se hayan arrepentido de ellos, aunque sí han devuelto el dinero malversado. No me gustó tampoco la amnistía a los miles de criminales franquistas que otorgamos en la transición sin que se tuvieran que arrepentirse de nada, ni devolver todo lo que habían robado y que siguen disfrutando sus descendientes con escasas excepciones. Entiendo que la justicia no arregla todos los problemas  humanos y los indultos están para ayudar a  causas que están por encima de ella, como la paz y la concordia de todos y por eso comprendo la necesidad de este gobierno de ahora y del de la UCD de entonces de hacerlo aún  en contra de la mayoría de la opinión pública, entonces y ahora, solo espero que los herederos de los que se beneficiaron de aquella amnistía no impidan este indulto por la fuerza que les otorga ser los más ricos y poderosos.

No estoy de acuerdo con el indulto, soy muy vengativo y el que me lo hace que lo pague, pero soy leal al gobierno de España, que usando el poder discrecional que le otorga la ley, entiende que ese gesto ayuda al diálogo. Respeto a los que están en contra con razones y desprecio a los que no son leales porque cualquier pretexto es bueno para derribar a un gobierno al que tildan de ilegítimo y abomino sobre todo de los que siendo afiliados socialistas, que fueron  notables gracias al PSOE, hoy participan de la campaña  en contra del gobierno de su partido; deben ser expulsados, porque quienes creen que solo están obligados a ser leales cuando están de acuerdo, nunca entendieron lo que es la lealtad y no son de fiar para nada.

El diálogo está muy devaluado en el mundo político y se ganan votos siendo intransigentes, pero no puede existir democracia sin libertad y no se puede encarcelar a millones de personas por muy equivocadas que estén, como no se puede impedir el amor entre personas del mismo sexo, ni imponer ninguna creencia ni criterio moral, aunque algunos defiendan ese concepto autoritario del poder que tan poco tiene que ver con la democracia. Sin diálogo verdadero no hay solución al secesionismo y debe intentarse de nuevo, igual que se negoció con la ETA y si en el futuro los líderes secesionistas se empecinan y  reinciden con actos ilegales, pues de nuevo justicia y luego al trullo si procede.

Exijo a los políticos presos que se van a beneficiar de los anunciados indultos, que  por el bien de los catalanes y del resto de los españoles  sean leales y no reincidan en los delitos que cometieron en 2017, que no tienen nada que ver con  su deseo de independencia a cuya aspiración tienen derecho, el mismo derecho que yo tengo a oponerme a la secesión, incluso a la fuerza si fuera necesario.  Eso sería pasar página  de verdad de aquel disparate pero después de leerla que es lo que hacen lo políticos sensatos que no llevan a sus pueblos al precipicio en busca de un sueño que para otros es una pesadilla y luego ya veremos que pasa, pues se hace camino al andar.

Estamos en le temps des cerises,  cuando empiezan a llegar los deliciosos frutos rojos que nos anuncian el verano y que  es una canción popular francesa bellamente interpretada por  casi todos los cantantes  del mundo y especialmente por Gilbert Becaud o nuestro Paco Ibáñez, lo que pocos saben es que fue creada en 1866 por  Antoine Renard y con letra de Jean-Baptiste Clément  y que por el azar de la historia fue el himno de la COMUNA DE  PARÍS DE 1871, porque su letra sintonizó perfectamente con las ideas socialistas de ese movimiento revolucionario y con el amor. Ese primer gobierno socialista  que empezó en los idus de marzo y terminó a finales de mayo hace solo 150 años; fue brutalmente aplastado  como lo han sido todas las revoluciones verdaderas que en el mundo han sido y a pesar de ello, los seres humanos hemos ido progresando de derrota en derrota.

Hoy cumplo 69 años y aunque no podré responder a las felicitaciones, a la hora de despedirme manifiesto que soy muy feliz de contar con el afecto de los familiares y amigos que me leen. Os  deseo una larga y feliz vida…si es posible en mi compañía, claro. ADIÓS Y HASTA PRONTO.

La imagen es de una deliciosa postal  de hace casi un siglo. Está dedicada a la canción por el gran cartelista Lucien Achille Mauzan que falleció el año de mi nacimiento.