Hoy es el día de Europa que
conmemora el inicio de la construcción de la
unión política que disfrutamos, y a la que demasiados europeos no tratan
con el cuidado debido, con altanería y soberbia como si su futuro no dependiera
del éxito de la continuidad del camino abierto con la carta que el ministro
francés de asuntos exteriores, Robert Schuman, envió el 9 de mayo de 1950 a Konrad Adenauer, el canciller de la
Alemania occidental, proponiendo la creación de la CECA( Comunidad Europea del
Carbón y del Acero). Sólo habían pasado 5 años de la ocupación alemana de
Francia, de la derrota de los nazis, de la división de Alemania, en un entorno
de odio entre los pueblos y especialmente entre franceses y alemanes. La
iniciativa política de establecer un mecanismo de cooperación entre enemigos
históricos era de una osadía tan descomunal, tras los millones de muertos y las
atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, que lo normal, lo que hubiera
ocurrido hoy, es que se hubiera saldado con un fracaso y con el escarnio del
ministro francés por semejante connivencia con un peligroso enemigo recién
derrotado.
La idea de impulsar la
cooperación económica como primer paso para solucionar un conflicto entre
enemigos, nació de un profundo análisis histórico de las guerras habidas entre
las naciones europeas en este pequeño
subcontinente desde el principio de los tiempos. Hasta el siglo XVIII nos matábamos
por religión o por intereses de las familias que nos gobernaban, tras la
revolución francesa y traicionando su
espíritu de fraternidad, Napoleón trató
de conquistarnos para satisfacer su deseo imperial y los intereses de la
burguesía francesa disfrazada de revolucionaria. Luego seguimos matándonos(centenares
de millones de muertos) por los intereses económicos de nuestros plutócratas o
por la ceguera nacionalista de nuestros políticos, algunos elegidos
democráticamente. Estaba claro que el origen de todas las guerras había sido el
nacionalismo o los intereses económicos de los ricos y como no era posible
cambiar a corto plazo el patriotismo nacional en el que los europeos habían
sido criados y adormecidos, solo se podía intentar dar un primer paso en el
aspecto económico, mediante la puesta en común de la producción del carbón y
del acero, base de todas las guerras hasta entonces.
Que Schuman, Monnet, De Gasperi
y Adenauer, eran conscientes de que estaban dando un primer paso hacia la
construcción de una Europa unida está en esta primera declaración: Europa no se hará de una vez,
ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas que creen
primero una solidaridad de hecho. Lo que parecía un acuerdo de dos sectores
económicos concretos ha evolucionado hasta convertirse en una organización
activa en todo tipo de frentes: medio ambiente, clima, salud, moneda,
relaciones exteriores seguridad, justicia, etc…Pasamos de Comunidad Económica
Europea( CEE) a una Unión Europea en
1993 y que lamentablemente no pudimos transformar en 2005 en una entidad
federal como la prevista en el proyecto de Constitución que si aprobamos los
españoles en un referéndum con baja participación, pero no Francia y Holanda, demostrando que los referéndum para
aprobar estructuras políticas tan complejas son proclives a ser derrotadas por la demagogia, como ocurrió con
el Brexit.
Hoy tenemos mucho que celebrar
porque son claros los beneficios que
para todos ha tenido la construcción, aunque sea lenta, de la Unión europea. No
quiero ni pensar lo que hubiera ocurrido en la pandemia y recientemente en el
conflicto con Rusia, que ahora nos parece difícil de resolver pero que lo será,
si pensamos como Schuman que no es imposible, si los europeos permanecemos unidos y seguramente por un
camino similar dando el primer paso que sea posible y aparcando las diferencias
para después . Que el edificio es
imperfecto y manifiestamente mejorable lo sabemos, pero me enfado a veces con
los que lo tratan con desprecio como si
no sirviera para nada, como si fuera necesario derribarlo en vez de
mejorarlo , en un complejo adánico que propone estar siempre comenzando y que nunca ha llevado a ninguna parte buena.
Hoy también acaba una potente
iniciativa de participación ciudadana, la Conferencia sobre el futuro de Europa
en la que he participado con un breve escrito
sobre EUROPA ES MI PATRIA, porque yo creo que hay que construir el patriotismo que necesitamos si queremos
sostener en pie una estructura política europea que nos cobije en un mundo tan
incierto. Mi patriotismo, no es fundamentalmente tradicional y de apego, aunque
también un poco, sino un patriotismo constitucional, en el concepto que
defiende Jürgen Habermas y que compartía mi admirado correligionario socialista,
Gregorio Peces Barba, que consideran que
se puede tener diferente identidad cultural y lingüística, conservando el apego
a tu tierra natal y compartir con los demás europeos la patria del Estado de
derecho y la democracia, garantía de una vida digna en paz y justicia para
todos. ¡VIVA EUROPA!