Luego nos hemos puesto en la cola de la Sainte Chapelle de unos cien metros que nos pareció llevadera, detrás de una familia portuguesa de Porto, pero a las media hora solo habíamos avanzado diez metros y hemos desistido. Al paso hemos buscado Atlantes sosteniendo edificios por el Marais camino del Museo Picasso, con cola pero de quince minutos que merece una larga estancia y además contenía una exposición temporal de ARTE DEGENERADO, según los nazis, magnífica pero imposible de disfrutar pues los paneles y audiovisuales que explicaban el disparate artístico y la vesania de la dictadura nazi eran imposibles de seguir entre tanta gente, solo en las galerías superiores los cuadros de Picasso casi solos compensaban con creces la visita.
De allí, a galope tendido, al Museo de Arts et Metiers a visitar todas las joyas tecnológicas que atesora: la calculadora de Pascal, los patrones de medida o el péndulo de Foucault, etc...pero ya estábamos agotados tras 10 kilómetros galopando y tras un somero paseo por las abarrotadas galerías nos hemos vuelto en metro, 11 estaciones, al hotel a descansar.
Una siestecita y hemos ido a cenar. Las dos noches anteriores en un turco popular y rápido a la puerta del hotel, se llama K'1Zzz.K, de calidad y precio excelente pero sin cerveza, hoy quería probar una brasserie y nos dirigimos a LOLA , si así era su nombre,pero estaba a tope y todos viendo un partido de fútbol . Buscamos otra tranquila, agradable y con cerveza, amables pero de calidad mediocre, en fin no ha sido un buen día.