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jueves, 20 de mayo de 2021

TODO TIENE SU FIN. neonormalidad 56




Este semanario titulado Neonormalidad empezó el 13 de junio de 2020 , cuando tras el confinamiento pudimos movernos libremente con ciertas restricciones, bajo el control de los gobiernos regionales. Ha sido una nueva etapa de nuestras vidas muy próxima a la normalidad y de ahí el nombre, aunque haya muchas personas que se han sentido muy limitadas en sus supuestos deseos de relación social. 
Reconozco que las limitaciones en el contacto social no me han afectado demasiado, porque mi necesidad de contacto humano ha sido satisfecha, seguramente porque en la vida normal anterior tenía más contactos de los que verdaderamente deseaba y porque hoy la comunicación de calidad puede tenerse sin presencialidad. Previamente había publicado durante 86 días un diario contando mis impresiones sobre la primera fase de la lucha contra la pandemia, la del confinamiento domiciliario que tuvo que imponer el gobierno de España para evitar la propagación del virus que mataba sobre todo a las personas mayores, entre las que me incluyo. La verdad es que he escrito de casi todo pero siento que debo acabar este semanario y volver a la normalidad anterior cuando solo escribía artículos si sentía la necesidad de hacerlo. 
Siento que en los últimos artículos se me percibe muy crispado, incluso he deseado la muerte a más de uno, debo confesar que soy así desde mi más tierna infancia. Quien me hace daño a mi o a los míos le deseo lo peor y creedme hay muchos malvados que hacen daño a los demás incluso sin obtener ningún beneficio tangible o es que a lo peor yo he tenido la mala suerte de toparme con todos ellos. En toda mi vida he sufrido muchas veces la hostilidad de muchas personas porque mis éxitos dificultaban su ascenso y lo comprendía, para ellos destinaba solo mi odio, reservando la muerte solo para los malvados y creedme que es una característica que poseen muchos seres humanos, afortunadamente muchísimos menos que los engrosan la nómina de los bondadosos, como la “Luna” de la Cruz Roja, que nos reconcilia con la humanidad. 
 Mañana viernes 21 recibo la segunda dosis de la vacuna de Pfizer y por tanto para el 28 de mayo tendré estadísticamente una inmunidad del 95% que me permitirá relacionarme con total confianza con las personas que quiero. Reconozco que todavía no voy a ir al interior de bares, restaurantes o de otros locales donde suelen juntarse más personas de las debidas, normalmente hablando muy alto, lo que siempre me ha molestado y cada vez más a medida que voy perdiendo audición. En otoño espero recuperar los conciertos de la Orquesta Barroca de Sevilla que si he echado de menos, aunque mantendré la mascarilla. 
Asistiré a todas las manifestaciones al aire libre que pueda, siempre que esté de acuerdo con las causas que defiendan. Hay que votar en las elecciones siempre y apoyar públicamente las causas que creamos justas. La democracia sin compromiso ciudadano es un cascarón vacío. Creo que todos debemos formar parte de partidos, sindicatos y asociaciones que promuevan nuestros ideales, porque estos nunca se alcanzan solos. No seamos tan elitistas como para no tomar partido, partido hasta mancharse, porque sin mancharse nunca se ha hecho nada útil. 
 Han muerto demasiadas personas, muchos amigos y una hermana, como para creer que podré olvidar lo vivido, nunca los olvidaré. No perdonaré a los inconscientes que no han hecho todo lo posible para protegerse y proteger a los demás. Despreciaré para siempre a los avaros y mezquinos que han aprovechado para hacer negocio con la desgracia ajena, incluidos los políticos repugnantes que han sabido rentabilizar la desgracia para obtener rédito electoral y deseo que pronto los ciudadanos los desprecien como yo hago, pues no se puede ser más miserable que alardear de patriota y zancadillear al gobierno de España en las instituciones europeas. 
Mi hermana Nanda murió por culpa del maldito virus, hoy, hace un año, por hacer su trabajo de enfermera con absoluta dedicación. Este sábado 22 honraremos juntos su memoria y disfrutaremos del encuentro familiar aunque no podamos contener las lágrimas. Ella y todos lo que ya no están, nos querían siempre unidos y contentos y así seguiremos viviendo todos los momentos que nos depara pertenecer a una familia que afortunadamente no para de crecer. 
El 27 de mayo cumpliré 69 años y será un buen día para publicar el artículo 57 y último de este semanario. Agradezco a los amigos que me han seguido su cariño y paciencia que echaré de menos.