A medida que envejezco veo las cosas más claras, o yo me lo creo, seguramente porque antes tenía poco tiempo para investigar y sacar mis propias conclusiones o
porque como dice la paremia: más sabe el diablo por viejo que por diablo.
El caso es que cada vez tengo más certezas en asuntos sobre las que antes tenía dudas, o
porque no quería verlos o porque no me fiaba de las fuentes de información.
Si antes tenía sospechas de
que la mayoría de las empresas distribuidoras de combustibles (gasolineros) estaban agrupadas en un cártel para ponerse de
acuerdo en un rango de precios, tras la subvención de 20 céntimos por litro suministrado que están cobrando del
gobierno desde hace dos semanas, creo que hay indicios suficientes para una actuación
decisiva y urgente de la inspección de la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia(CNMC),
porque dicha subvención solo está sirviendo para bajar realmente el precio al
consumidor en muy pocas gasolineras, pues en las demás sospechosamente y de
forma previa los precios han subido para que con la subvención bajen un poco
por debajo del nivel que tenían antes y en un ambiente festivo y de consumo
desmedido no seamos conscientes del engaño, me explicaré con datos.
No me refiero a que sean un
cártel de los descritos en la primera acepción del DRAE: Organización ilícita
vinculada al tráfico de drogas o de armas, o sea, de carácter criminal,
sino de la segunda: Convenio entre
varias empresas similares para evitar la mutua competencia y regular la
producción, venta y precios en determinado campo industrial , muchos menos
peligrosa porque solo pretende lucrarse por encima de lo razonable con un bien imprescindible en el mundo de hoy.
Al principio de mi vida como
conductor, todas las gasolineras que usaba eran del mismo propietario, Campsa, después empezaron aparecer Repsol, Cepsa, Petronor,
Shell y más recientemente Elf, Galp todas ellas empresas fabricantes de
combustibles y también otras gasolineras de empresarios sin refinería que compraban a los anteriores, pero no era raro ver en una
gasolinera de Shell que el camión cisterna era de Repsol, finalmente comprendí
que una cosa era la producción y otra la distribución. Desde el principio tomé la
decisión de servirme la gasolina o el
gasoil donde fuera más económico, confiando que los controles e inspecciones
hicieran imposible fraudes importantes y de hecho como siempre he procurado
llevar un control del consumo, no he encontrado sesgo de que la gasolina más
barata fuera peor que la más cara y eso que ya he hecho más de un millón y medio de kilómetros con diez automóviles diferentes.
Antes, cuando viajaba, me entretenía viendo los anuncios, ahora que no los hay,
mientras mi mujer mira las matrículas por si suman veinte, yo miro los precios
del combustible y siempre me ha llamado la atención que son más caros en las gasolineras
más distantes de las grandes poblaciones, seguramente por la falta de competencia.
Pues bien hace mes y medio, cuando pagaba el gasoil a 1,599 €/litro, la diferencia
entre la gasolinera más cara y la más barata solía ser de alrededor de 10
céntimos y tras la decisión del gobierno de subvencionar con 20 céntimos cada
litro, la mayoría de los surtidores baratos subieron sus precios hasta casi
rozar los de marca. Afortunadamente me di cuenta que en mi camino ordinario hay
dos gasolineras en Bellavista(Sevilla), (PLENOIL y PETROPRIX) y servidas por amables
empleados, que continúan siendo más baratas de forma clara. Este domingo
24 de abril con la compañía de mi nieto Javier de 3 años hemos comprobado que
en ellas el gasoil estaba a 1,695€ y con el descuento gubernamental nos ha
costado 1,495€ el litro, mientras que las de Repsol cercanas estaban a 1,899 ,
1,90 y hasta 1,92 es decir que con el
descuento costaba a los sufridos clientes más de veinte céntimos más que a mí.
Los mismos precios lucían las otras marcas salvo Shell que la ofrecía a 1,80 y
curiosamente mi gasolinera anterior Ballenoil que siempre era mucho más barata
que Shell ahora solo 3 céntimos menos . Sinceramente no me puedo creer que un
bien de primera necesidad tenga tanto margen comercial como para que haya una
diferencia tan grande de precio entre unos distribuidores y otros.
Como soy desconfiado se me
ocurre pensar que la política de subvencionar este producto no reduce los
precios para la mayoría de los sufridos consumidores sino que contribuye a
engrosar las cuentas de las empresas de un sector que debería tener un mayor
control. Esto lo veo claro.