En las actuales circunstancias yo prefiero que siga Pedro Sánchez con un gobierno de coalición PSOE+Sumar con apoyos de otras fuerzas a que hubiera un gobierno del PP con Vox, que es justo la elección de Abascal, tanto que este está dispuesto a votar a favor sin condiciones. Personalmente no me gusta nada que el gobierno de coalición dependa de lo que decida Puigdemont, porque es un fugado de la justicia española que propone cosas imposibles, y que además a lo largo de estos últimos cuatro años ha demostrado que es representativo de la derecha más rancia de Cataluña y que no ha estado por el consenso progresista auspiciado por el gobierno, a diferencia de lo realizado por ERC, Bildu, PNV, Coalición Canaria o BNG que ha permitido gobernar en tiempos muy difíciles en beneficio de la mayoría de los españoles, incluso con presupuestos aprobados en tiempo y forma.
La actitud del PP y la derecha mediática de hostigamiento y deslegitimación de la
persona de Pedro Sánchez y de su gobierno ha sido desaforada, injustificada y
poco sensata, hasta extremos crueles, maleducados y que hacen imposible la
alternativa de un gobierno del PP con el PSOE, que tanto se reclama por los medios de derecha pero siempre a costa
del PSOE que es quien tiene que ceder otorgando el gobierno a ellos por ser la
fuerza más votada, pese a que el PP ha hecho todo lo contrario, es decir
impedir que el PSOE como primera fuerza política gobernara, tomando el poder
regional en Andalucía, Castilla y León y Madrid en el pasado y en Extremadura, Murcia y
un sinfín de ayuntamientos en el presente. Por tanto la Gros Koalition a la alemana “ no puede ser, porque es
imposible” como diría mi bisabuelo.
Estamos en un lío mayúscula, porque la aritmética política
está complicada y la llave está en manos de Puigdemont, sobre todo porque quien de verdad tiene la
llave grande es Abascal y lo mismo no lo sabe o no se atreve a usarla. Abascal
ha conseguido ya mucho rédito político de un acuerdo con el PP, que este ha
tratado como vergonzante, pero ya no va
a obtener más, de hecho el resultado en las generales empieza a indicar que su
electorado claramente influido por la prensa afín está abandonándolo para reingresar
en la filas del PP y esa tendencia se acelerará si hay repetición de elecciones,
porque esto siempre favorece a los dos partidos con más votos y sobre todo al
que pueda vender mejor que él no ha sido responsable, lo que ambos creen
que tienen muy fácil, pues como los números no dan de forma clara puede haber una primera
investidura con Núñez que no saldría en primera vuelta y en segunda vuelta sería rechazada por 171 a favor y
178 en contra y la abstención de
CC. Luego vendría la de Sánchez que podría amarrar como máximo 171, no
suficientes tampoco para la mayoría absoluta necesaria y que en la segunda
vuelta quedaría al albur del voto a favor de CC y de la abstención de
los 7 diputados de Puigdemont con el
coste que ello podría suponer.
Lo sorprendente es que si por motivos patrióticos los 33 diputados
de VOX, tras haber hecho lo prometido de apoyar al PP en la primera ronda, más generosidad
no le puede pedir la derecha mediática, se
abstuvieran en la segunda votación quedaría
proclamado Sánchez con 152 votos seguros
a favor y con los apoyos anunciados de los 6 diputados
de Bildu y el de BNG que sumarían 159 votos y las otras 13 abstenciones
seguras, si no pasan a ser a favor, de los 7 de ERC, los 5 del PNV y el de Coalición Canaria. Los votos en contra
de los demás serían 145 como máximo, los
137 del PP, el de UPN y los 7 votos de
Puigdemont que serían irrelevantes. Si,
será un gobierno inestable de izquierdas que se desgastará seguramente pero no
necesariamente fortaleciendo al PP a costa de la debilidad de Abascal incapaz de frenar la crisis interna de Vox en
el corto plazo.
Abascal debería pensar en todo esto para no seguir actuando al dictado y beneficio del PP y tomarse el tiempo necesario para superar los problemas internos de su formación que no parecen menores y sobre todo demostrar que tiene talla política para hacer lo que nadie espera de él, además podría inspirarse en lo que dijo José Calvo Sotelo, uno de sus patriotas favoritos, en el frontón Urumea de San Sebastián el 10 de noviembre de 1935, a propósito de la entonces fuerza creciente de los separatistas: “Entre una España roja y una España rota, prefiero la primera, que sería una fase pasajera, mientras que la segunda seguiría rota a perpetuidad”.