Juan Manuel Moreno Bonilla ha
convocado elecciones autonómicas en Andalucía para el próximo domingo 19 de
junio. Como presidente de la Junta de Andalucía que no de Andalucía como
algunos erróneamente afirman, tiene derecho a adelantar la convocatoria cinco
meses sin que sea necesario como bien ha explicado Juan Marín, su leal socio de
gobierno, por tanto, producir este gasto superfluo se debe sin duda a un claro
cálculo electoral, legítimo pero no desinteresado como interesadamente insisten
en calificar. Personalmente prefiero que la convocatoria sea en junio para que de
esa forma estas elecciones sean lo más parecido a un examen final de curso, en
el que los ciudadanos actuando como profesores valoremos a todos los políticos
después de una legislatura completamente atípica, y para que a la vista de los
resultados el que resulte ganador tenga sosiego para formar gobierno en el
verano.
Tras analizar las
once elecciones andaluzas ya celebradas de las que 10 fueron en domingo y 5 sin coincidir con otras elecciones como esta,
podemos predecir que la participación
estará entre el 55% y el 66%, si no es que los ciudadanos poco motivados
deciden abtenerse en mayor medida o incrementar los votos blancos o nulos que
en 1982 fueron 34.194 y en 2018 138.327,
en una progresión creciente que no creo vaya a disminuir. Con esa participación
las tres primeras fuerzas políticas tienen más fácil hacerse con casi todos los
escaños.
El actual presidente venderá
gestión tranquila, bajada de impuestos, ser muy diferente de VOX y miedo a la izquierda revolucionaria,
independentista y terrorista que él ve en el PSOE. Juan Espadas, el candidato
socialista, prometerá defender los servicios públicos de sanidad, educación y
dependencia y venderá el miedo a un gobierno de la derecha con VOX. A la
izquierda del PSOE hay división que será difícil de resolver, pero la candidata
más conspicua, Teresa Rodríguez, que ha
cambiado su apariencia a más elegante y moderna, se frota las manos con la oportunidad de postularse como la auténtica antifascista,
pidiendo el cuerpo a cuerpo con la candidata que los jefes de VOX han puesto,
que no es otra que M. Olona, presentada como la nueva Juana de Arco capaz de desnudar las vergüenzas
de la derecha y machacar a los rojos
sin piedad.
Desearía equivocarme, pero
pienso que todos menos VOX están equivocados en esa estrategia de querer
arrancar votos con el miedo, ya sea a VOX
por franquista, que sin duda lo es, o a unos supuestos peligrosos revolucionarios
que no existen. Entre todos, con la impagable ayuda de los medios de
comunicación, porque la bronca vende, van a convertir en protagonista absoluta a la candidata franquista, que yo creo que es
una gran polemista que luce más cuanto más le ataquen y si nadie lo remedia incluso
podría llegar a ser la primera fuerza política en Andalucía, verdadero
trampolín para una futura victoria nacional, que abriría para España un camino
parecido a la Hungría de Orbán.
Yo soy socialista a fuer de
liberal y defiendo el derecho de los ciudadanos a votar libremente a
candidaturas de ultraderecha, en nuestro caso claramente franquista, que es una propuesta atractiva para tantos nostálgicos del franquismo que
existen y para muchos ciudadanos desencantados de la política, incapaces de
darse cuenta de que VOX solo tiene claro
la defensa de los ricos y poderosos, aunque grite y se apunte a todas las
protestas. Con la misma fortaleza intento que obtenga el peor resultado
posible, porque la sociedad que VOX construiría si obtuviera una mayoría suficiente
no me permitiría vivir libremente como deseo.
La mejor manera de frenar el
ascenso de VOX en Andalucía es no entrar
en el cuerpo a cuerpo que su candidata va a provocar desde el principio para
articularse como la verdadera alternativa a todos los políticos; conseguirlo de
Teresa Rodríguez es imposible porque el papel de Pasionaria contra la bestia
fascista es irresistible, pero todos los demás no tienen nada que ganar. Las opciones
localistas como Jaén merece más, o
Por Huelva quedarían completamente
fuera de juego en todas las provincias en que hubiera. Ciudadanos sinceramente
no sé como quedaría, pero PSOE y PP podrían perder todo si VOX es vista como la alternativa real a los
partidos tradicionales.
Mi propuesta, de primero de
estrategia política, es que PP y PSOE no hablaran de VOX sino que se
comportaran como si esa alternativa no existiera, que en las redes no
respondieran a nada que saliera de la maquinaria propagandística de VOX, que de esa forma tendrían el eco que
alcanzaran por si mismo, no el que los demás le facilitan gratis. Para que ello
fuera posible tendrán que superar el concepto equivocado de que el miedo le es
útil para no perder electorado y creer de
verdad que lo mejor para Andalucía, sería que la confrontación entre sus propuestas se centrara
en el debate de sus programas que son
claramente diferentes y comprensibles, el del PP con su gestión y la
rebaja de impuestos para mejorar la economía y el del PSOE en la defensa de los
servicios públicos, pues ambas fuerzas políticas se sienten cómodas en el marco
europeo que regula casi todas las cosas y al que las demás cuestionan en mayor o menor
medida.
Y para rematar la estrategia
deberían de suscribir un acuerdo por el que si el PP saca un diputado más que
el PSOE este se abstendría y la recíproca,
claro, para que el candidato ganador fuera investido y pudiera forma gobierno,
aunque luego para los presupuestos habría que llegar a otro acuerdo más
complejo. En el caso improbable , pero no imposible, de que VOX fuera la primera
fuerza política entonces incluso se votarían para cerrarle el paso a la
ultraderecha a las instituciones.
Detener a VOX es posible y creer que mentando
mucho a la bicha se consigue, es estar ciegos.
La foto de una garceta en medio de la bandera de Andalucía la hice en el Brazo del Este en la primavera de 2018.