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lunes, 10 de agosto de 2020

NEONORMALIDAD Nº 11 "VACACIONES"

 


LUNES 10 DE AGOSTO DE 2020
Las dos últimas semanas he estado en La Antilla (Lepe) disfrutando del sol en la playa y  tomando baños de mar en compañía de parte de la familia y de algunos amigos; es una delicia que recomiendo y que suele sentar bien a la salud si no abusamos de la bebida y la comida. Diariamente iba a la playa de 10 a 12 y de 19 a 21, que son horas adecuadas para no achicharrarse y cuando la playa no está llena al completo, el resultado un bonito color bronceado y una ligera pérdida de peso que a mi siempre me sienta bien, pues como decía mi abuela Pilar: "tu  no eres gordo, hijo, sino  corpulento".
Aquello sería el paraíso si no fuera porque hay demasiada gente en la playa y muchos interpretan que estar de vacaciones les autoriza a hacer lo que normalmente no pueden hacer en sus casas  y me refiero sobre todo al ruido, con excelentes "camas" musicales,  a alto volumen,  gracias a unos pequeños amplificadores que ya me hubiera gustado a mi tener de joven, y que cuando les adviertes que bajen el volumen, te preguntan extrañados si es que no te gusta la música y más extrañados aún se quedan cuando les explicas que si que te gusta pero la que cada uno quiera y en el lugar adecuado. La playa debería ser un templo del silencio donde se escucharan las olas a poco que prestaras atención, pero no, el personal reproduce el salón de su casa. Luego está la costumbre de agruparse por docenas lo que les obliga a hablar a gritos y con conversaciones cruzadas, para finalmente dar suelta a los niños que invaden todos los espacios trayendo y llevando agua o arena que son todo un espectáculo del que hay que saber disfrutar con resignación, porque si te ocurriera llamar la atención al infante molestón podrías ser devorado por la jauría a la que seguro pertenece y que hasta ese momento no se había preocupado de sus andanzas, porque los niños son para comérselos... antes de que crezcan.
Porque cuando crecen y están de vacaciones salen de noche hasta las tantas a terrazas con música, a botellonas en las calles o en casa de algún infeliz  que la presta para el ocio de los púberes y cuesta trabajo dormirse y cuando lo consigues te despiertan seguro al rato. Luego no hagas tu ruido a las diez de la mañana porque los despiertas y se ponen de mal genio.
Luego están los mayores, como tú, que organizan fiestas en su casa con familiares a amigos, normalmente sin música pero conversando a gritos, doy fe que desde la terraza de mi dormitorio oí una "divertida" conversación sobre el presidente del gobierno en un porche que está a unos 50 metros, con risotadas incluidas. Pero si hay música y se pone a bailar pueden estar casi hasta el amanecer.  Por  la noche no hay casi mascarillas ni en la calle y menos en las casas. No hay más infecciones , creo, por la intervención de la virgen Bella, patrona de Lepe. Otro día hablaré de la vergonzosa situación de los trabajadores temporales que tan tácil sería de solucionar, para el bien de todos.
De modo que ante tal aglomeración ruidosa tomamos la decisión de volver temporalmente a nuestra casa en Dos Hermanas, hasta que  nuestros espías familiares nos envíen pruebas de que la "invasión bárbara" ha cedido un poco. Lo hicimos ayer tras recoger tomates y otras verduras de la huerta que cuida Silva en Cortegana con la intención de conservarla para el invierno y en ello estamos.
Que os voy  decir, una noche maravillosa, fresca y silenciosa , ni siquiera interrumpida por los maullidos lúbricos de los gatos o los cantos de las aves nocturnas, hasta las siete de la mañana   en que los amables albañiles  de la casa de al lado me tocan diana, que no me molesta en absoluto, pues es una hora maravillosa para leer el periódico y desayunar.
Por la mañana me acerqué al centro de la ciudad y por las calles todo el mundo con mascarilla y sin prisas y a la puerta del mercado la escena musical que está en el video, protagonizada por un conciudano rumano que se gana la vida haciéndonos disfrutar.
Esto si son vacaciones de verdad.