Se ha puesto de moda el uso en los medios de
comunicación de titulares escandalosos para
atraer nuestra atención sobre asuntos que vivimos y nos interesan, sobre
todo aquellos que se refieren a la situación de cualquier aspecto de nuestra
vida: “el desastre de la economía española”, “España se rompe” o “batacazo
educativo”, el primero contradiciendo la evidencia de que la economía española
está mejorando en los últimos años tras el parón de la pandemia, con un
crecimiento sostenido del empleo como nunca, el segundo por mucho que lo
anuncien los agoreros, de momento no se rompe nada, salvo la buena educación de
algunos que no respetan al gobierno legítimo y legal de España, el tercero es usado
en diferentes variantes, “desastre”, “retroceso”,…sobre todo cuando cada
tres años salen los resultados del informe PISA (Programme for International
Student Assessment), que es el Programa para la evaluación internacional de los
estudiantes que realiza la OCDE(Organización para la Cooperación y Desarrollo
Económico) en 37 países miembros y 43
más asociados. Nadie debe llamarse a
engaño pues la OCDE no es la UNESCO sino organización que agrupa a
países capitalistas para favorecer la cooperación entre sus economías, de la
que España forma parte desde 1961, cuando la dictadura franquista fusilaba a
españoles por ser “rojos”.
PISA es un programa internacional para la evaluación
sistemática de lo que saben y de lo que son capaces de hacer los jóvenes estudiantes de 15-16 años, en España los que
están a final de la ESO, en cuarto curso. Es un magnífico instrumento que
mediante una encuesta hecha cada 3 años a un conjunto de escolares más o menos
representativo del total, permite ver la
evolución de lo que saben esos escolares en cada país. En España la última prueba la llamada
PISA-2022 se retrasó un año por la COVID , la hicieron en abril-mayo de 2021,
30.800 estudiantes de 966 centros educativos, uno o dos grupos por centro, que
podemos considerar muy representativa pero que no deja de ser una encuesta, en
la que además cada país puede excluir hasta el 5% de la población meta por
discapacidad intelectual o física, o por un dominio limitado de la lengua de la
prueba.
Los encuestados se someten a exámenes y cuestionarios
durante horas, que a mí me parecen muy bien diseñados para verdaderamente
evaluar de forma sistemática, lo que los jóvenes encuestados saben y son
capaces de hacer, pero que a mí me hubiera costado mucho responder al no estar
habituado a realizar pruebas similares, como suele pasar a los que se presentan
al examen teórico de conducir sin haber hecho previamente muchos test. La
primera prueba es la cognitiva, en la que durante dos horas la mayoría
respondió a preguntas que combinaban dos de las tres áreas que hasta ahora se medían:
competencia lectora, competencia
científica, competencia matemática, más una cuarta, nueva este año, de
pensamiento creativo y a otra parte se le examinó sobre competencia financiera
combinada con matemáticas o lectura. Es decir cada alumno
tiene un examen diferente, pues el objetivo no es evaluar a alumnos ni centros
concretos sino obtener un dato medio de los alumnos. La segunda prueba es un
cuestionario de contexto de una hora de duración con preguntas muy variadas
sobre su entorno y sus actitudes. Finalmente los directores de los centros
cumplimentaron un amplio cuestionario sobre su organización y el entorno.
Este año se incidía especialmente en la competencia
matemática que define como: “la capacidad de razonar matemáticamente y de
formular, emplear e interpretar las matemáticas para resolver problemas en una
variedad de contextos de la vida real”, y yo creo que la prueba está bien
diseñada para evaluar esa compleja competencia.
Vamos a los datos: Que un conjunto de estudiante de un país concreto obtenga de media más de 500
puntos en cualquiera de las competencias sería un resultado sobresaliente, por
ello solo unos cuantos países pequeños o asiáticos están destacadamente por
encima y sinceramente no los conozco suficientemente para explicar el porqué,
pero me malicio que la razón es compleja, por lo que me centraré en los países
de la Unión Europea donde hay diferencias notables, entre Estonia con 510 en
matemáticas y los 417 de Bulgaria con una media de 474 y España 473, yo no veo
el batacazo por ningún lado si tenemos en cuenta que la admirada Finlandia está
en 484 puntos. Es verdad que todos los países han bajado, pero es que han
cambiado el método y sobre todo ocurrió en 2020 la pandemia que sin duda afectó
a la enseñanza. Si comparamos la evolución de los datos desde 2012 veremos que
la media de la UE bajó 15 puntos de 489 a 474, lo mismo que la de España de 488
a 473. En el caso de España si ampliamos el periodo de observación veremos que en
2009 tenía 481, en 2012 subió a 488, bajó en 2015 a 486 y en 2018 a 481, hasta los 473 de 2022, todos deberíamos recordar
que esa bajada coincide con los graves recortes de servicios públicos a raíz de
la crisis de 2008 que fueron especialmente graves en educación y el último “batacazo” sin duda se
debe a la pandemia. Pongo batacazo entrecomillado porque si ponemos las calificaciones en forma decimal
considerando que 600 sería un 10, en 2009 habríamos tenido 8,016 y en 2022 7,883, es decir una bajada de nota de menos
de dos décimas, que no parece justo calificar de desastrosa.
Es imposible resumir el informe que es muy complejo y desmitifica algunos
tópicos, por ejemplo el de la superioridad de la enseñanza privada, pues si
bien es verdad que los grupos de "centros privados obtienen mejores calificaciones
como media", y por eso hay una "tendencia de los padres con recursos económicos de llevar a
sus hijos a este tipo de centros, por considerarlos mejores, para que estén en clase con compañeros de similar
situación económica y donde aparentemente reina más orden", pero los datos
muestran que "los centros públicos con
poblaciones de alumnos “comparables” obtienen las mismas ventajas que los
privados".
Las pruebas PISA son muy buenas pero si queremos subir
las calificaciones de nuestro país es necesario invertir mucho más en educación
y entrenar a nuestros alumnos para responder a este tipo de pruebas.
En 2025 tendremos ocasión de comprobar la virtualidad de los cambios introducidos en la prueba y si los países han seguido bien los consejos que en 2022 se han hecho.