Los andaluces estamos en campaña
electoral, pero la inmensa mayoría de los medios de comunicación, en vez de
informar sobre los programas electorales en liza para que los ciudadanos
pudiéramos elegir con conocimiento, dan
por hecho la victoria del actual inquilino de San Telmo desanimando implícitamente la participación
de los votantes a los que solo les
atribuyen la capacidad de confirmar el resultado que las encuestas ya les dan y
para rematar el estrambote y como el presunto resultado es favorable al PP la mayoría de los medios, fieles voceros de
una campaña bien diseñada para desanimar específicamente a los votantes de
izquierda convenciéndolos de la inutilidad de su acción, con lo bien que se
está en la playa o la piscina, hoy titulaban en portada: “El PP afianza su
ventaja y supera a toda la izquierda”(ELPAIS), “El 17% del electorado del PSOE,
votará ahora al PP”(ELMUNDO), “El PP roza los 50 escaños y el gobierno en
solitario”(LARAZON), “El PP se coloca a dos escaños de la mayoría
absoluta”(ABC). No sé lo que dejarán para mañana, de momento ninguno habla de
programas salvo el señuelo de la rebaja de impuestos como si fuera posible
tener las políticas sociales que necesita la mayoría sin que los ricos paguen
impuestos. Como todo sirve, otorgan al resultado indudable de los comicios
andaluces la condición de primarias del imparable ascenso del PP hasta ganar
las elecciones generales y desalojar al fin al presidente Sánchez de su posición
“ilegítima” de presidente al que ya le quedan pocas descalificaciones que
poner.
Afortunadamente entre tanta certeza aún
mantienen una única y trivial duda y es ¿cómo
será investido presidente?, eso sí en este caso nos ofrecen más variedad pues
hay tres alternativas: si lo hará con el apoyo prestado de VOX con el
que ha gobernado desde 2018, ya que Ciudadanos parece que ya no cuenta, o si tendrá
que llevar a Olona de vicepresidenta que es la “conditio sine qua non” de la
crecida ultraderecha franquista, o si lo conseguirá gracias a la abstención del
PSOE “obligado por la línea roja a la ultraderecha que todos los demócratas
deberían mantener” como es el cínico mantra de los que creen que el candidato
del PP ya es por derecho dueño del centro cuyo sector izquierdo votaba al PSOE
hasta anteayer. Esta última opción es la que sería ideal para el jefe del PP y posiblemente letal para
el PSOE en Andalucía que quedaría así desplazado para siempre de la posibilidad
de ser alternativa de quien quiere aparentar ser una derecha guay, pero que se
siente cómoda con los reaccionarios de VOX.
Es verdad que cada vez
entiendo menos el mundo en el que vivo, donde por citar un único ejemplo, el
partido republicano de USA, si el de Abraham Lincoln, aún mantiene al golpista
Trump como su principal activo electoral en la que los pobres norteamericanos
consideran que es la república defensora de las libertades de todo el mundo.
Personalmente manifiesto mi ignorancia sobre algunos fenómenos sociales como el
sucedido este fin de semana en Sevilla donde 75.000 ciudadanos, posiblemente
electores, se han concentrado en un estadio con el calor que hacía, y además
pagando, para estar con Manuel Carrasco, su ídolo, porque si fuera para oírlo
creo que con sus auriculares lo harían
mucho más cómodamente. Los seguidores de Manuel Carrasco o los futboleros nos
demuestran muchas veces que cuando algo
nos interesa nos molestamos en participar aunque haga calor, por eso me resulta
tan dramática la baja presencia de electores en los actos de campaña y patética
la pretensión de explicarlo, como si no estuviera claro que los políticos en
ejercicio nos han aburrido desde hace
tiempo y ese árbol no nos deja ver el bosque de nuestra ceguera ante algo de
tanta importancia como la elección del gobierno andaluz, tarea de la que muchos
andaluces, demasiados, se están apartando, dejando a una minoría decidir por
ellos.
La derecha está crecida, muy
crecida, tanto que ya es habitual que en
compromisos sociales a los que asisto, me
llamen “rojo” o “rojillo” , tanto que me he acordado de la primera vez que me
lo llamaron hace más de 55 años, en el invierno de 1968 cuando yo tenía 15 años, y entonces fue por discutir sobre democracia
con un profesor franquista, al que tenía aprecio porque al menos con él se
podía discutir, no tanto con sus herederos que desconocen el sentido de la
oportunidad y el decoro. Se nota que hablan alto de política sin que parezca
molestarles la unión de PP con Vox, viéndola como natural y en ello percibo el
sustrato franquista que comparten y es verdad por otro lado que la izquierda ha hecho tantas cosas mal en los últimos tiempos que uno no sabe por
dónde empezar, pero si no vemos la diferencia que supone un voto u otro, entonces
es que tenemos merecido lo que nos pasa.
También es verdad que nunca hemos
dado demasiada importancia en España a las elecciones autonómicas que raramente
han tenido más del 60% de participación, cuando se celebran en solitario,
mientras que las generales suelen superar el 70% y traigo esto a colación
porque estoy seguro que si el próximo domingo los que sentimos las desigualdades y nos gustaría que
los gobiernos se encargaran de ello fomentando servicios públicos de educación,
salud y dependencia y si los que nos avergonzamos del pasado franquista, nos
dejáramos de tonterías y fuéramos a votar a las opciones de izquierda a lo
mejor, digo yo, el resultado no sería el de las encuestas.