A veces recomiendo leer un texto entresacado de un artículo que me ha impresionado. Ayer sábado 9 de marzo y con este título lo publica El País escrito por Alex Grijelmo:
"¿Podemos considerar a Fraga, al PP o a Suárez herederos de Franco y de la dictadura? En cierto modo, sí. Pero en cierto modo, sobre todo no. Todos ellos rompieron con su pasado y se dedicaron a elaborar la Constitución de 1978 desde sus respectivas posiciones de derecha y de centro, en acción conjunta con los socialistas, comunistas y nacionalistas a los que antes habían perseguido.
Durante decenios, la España democrática exigió a ETA que abandonara las armas asesinas, con el argumento de que el independentismo se podía defender mediante la palabra. Así sucedió por fin. Y la sentencia 62/2011 del Constitucional señala que Bildu fue constituida por dos partidos que “con reiteración han condenado y condenan la violencia de ETA”, si bien aún cabría desear una actualización solemne al respecto, igual que se puede echar en falta en el PP contra el franquismo y no la esperamos siquiera en Vox. Pero incluso con las diferencias obvias entre los tres casos, y con todos los matices que se quedan fuera de estas breves líneas, un hilo une a Bildu y al PP como supuestos legatarios: renunciaron a su testamento y cumplieron con lo que la democracia necesitaba. Arrojarles la palabra “herederos” equivale a encerrarlos en el pasado; pero del pasado también se sale."
Entero el artículo sin duda es mejor, pero el mensaje está claro, en ambos casos PP y Bildu son herederos pero renunciaron al testamento y abrazaron la democracia que nos une y eso es lo importante. Todos somos herederos de los que nos precedieron, pero no somos legatarios de todo lo que hicieron.