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martes, 2 de noviembre de 2021

BREVERÍAS 14. JAVIER, MI NIETO

 



Nació hace menos de tres años, casi al final del  día 29 de noviembre de 2018. Yo estaba en Brasil, concretamente en  Salvador de Bahía, disfrutando de  un viaje maravilloso en muy buena compañía. Como era el tercer nieto, no me pareció una descortesía irme de viaje y no esperar a su alumbramiento. A mi regreso lo visité y me pareció un  niño muy hermoso con unos ojos enormes como los de su madre y azules como los de su abuela .

Debo reconocer que en los primeros meses no le presté mucha atención, en general no lo hago con ningún niño pequeño. Aunque parecen frágiles, sé que  no lo son tanto, pero como se puede ver en la foto lo cojo con mucho cuidado por si acaso.

Hasta que no empiezan a andar no soy voluntario para tomarlos en brazos y como siempre suele haber muchas manos dispuestas  no compito y los miro desde lejos. En el caso de Javier con más motivo porque ya tenía dos nietos mayores  que él con los que poder hablar e ir de excursión a ver aves. En la identificación de las que vemos en el Brazo del Este, son ya unos expertos por lo que ya los hemos hecho socios de la Sociedad Española de Ornitología, una afición como otra cualquiera, pero que se puede disfrutar siempre y así como otros abuelos hacen a sus nietos de su cofradía o de su club de fútbol, nosotros compartimos con ellos la observación de las aves y confío que pronto Javier nos acompañe en esos paseos para los que ya voy entrenándolo paso a paso.

Al año ya andaba con soltura y como todos los niños y especialmente su padre, tocaba  los botones que estaban a su alcance ya fueran los del horno o los de la lavadora cuyos giros observaba con interés, lo que a su vez me animó a acercarme a él y poco a poco hemos ido tejiendo una buena relación basada en la confianza de que yo iré a donde él quiera y haré lo que él quiera siempre que me tome de la mano y me lleve suavemente. Él sabe que todo lo mío lo puede tocar, salvo el  pequeño modelo de Spitfire que está en la librería y que me señala continuamente para que yo le diga que no.

Luego vino la pandemia y el encierro de tres meses con sus padres, que yo creo que pasó muy bien y aunque nos veíamos por videoconferencia muchos días,  luego tardó algo de tiempo en tener confianza a lo que ayudó mucho que le gustara estar en nuestro jardín. Sinceramente me emociona que desde entonces,cuando viene, me busca con ganas.

Es un niño ágil y prudente al que puedes dejar pasear por el borde de la piscina seguro de que no se caerá, aunque es seguro que te la llenará de objetos flotantes o “hundientes” entre risas. En la cama elástica salta alocadamente y ríe escandalosamente mientras juega con la pelota, aunque lo que más le gustaba hasta hace poco era llegar a casa señalar con el dedo la bandeja de las llaves para que yo lo aupara y él cogía las llaves del R-5 de su bisabuelo Guillermo, con ellas en la mano me llevaba hasta la puerta del conductor  que intentaba abrir primero para luego darme la llave a mí, a la vez intentaba abrir la puerta, luego yo se la abría y se sentaba tan pancho, señalándome que diera la vuelta para entrar a hacerle de copiloto. Tras accionar todo, especialmente luces, claxon y limpiaparabrisas se ponía a conducir sin ponerse el cinturón de seguridad, mientras hacíamos como que hablábamos de nuestras cosas y así día tras día.

Ahora como ya es mayor nos vamos de paseo andando cogidos de la mano por las calles, a veces más de un kilómetro, casi sin dirigirnos la palabra, saludando a los perros y a las pocas personas con las que nos encontramos y señalando a los coches y sus ruedas que le fascinan. Ya hemos empezado a salir al campo y percibo que le gusta tanto como a mí.

Hablar lo que se dice hablar no hablamos casi, de momento, pero creo que nos comprendemos muy bien y  “Presiento que es el comienzo de una hermosa amistad” que me encantaría que durara mucho.