Powered By Blogger

miércoles, 6 de enero de 2021

MEZCLAR,…NO AGITAR neonormalidad 33

 


El artículo de esta semana comenzó siendo alegre porque a partir del domingo 27 de diciembre se había empezado a vacunar, lo que indicaba que estábamos a punto de ver la salida  del oscuro túnel en el que nos había metido el maldito virus. La ciencia y el dinero habían hecho posible lo imposible, que empezáramos a disponer de vacunas en menos de un año. Como bien dijo el ministro Salvador Illa, sin duda parafraseando al mejor Winston Churchill, “es el principio del fin, no nos confundamos quedan meses por delante que no van a ser sencillos”.

Con esperanza y para tratar de calcular cuando nos tocaría a los viejos con achaques de alrededor de 70 años me entretuve en leer detenidamente primero los 13 folios de la Estrategia de vacunación frente a COVID-19 en España emitida por el ministerio de Sanidad el 18 de diciembre y luego los 41 folios de la excelente y prolija guía para profesionales editada por la Junta de Andalucía el 23 de diciembre, en la que se explican todos los procedimientos para que los profesionales nos pongan la vacuna con las debidas garantías, cuando nos toque. Los protocolos no parecen españoles por lo detallados que son y la cantidad de obviedades que aclaran y precisan  y más cuando son para profesionales que sin duda no lo necesitan, pero al parecer es una tendencia mundial tratarnos como tontos, como en esos prospectos  o manuales de instrucciones en los que te advierten que no enciendas las estufas eléctricas cerca de las cortinas, al parecer es para que el fabricante evite responsabilidades legales.

En medio de tan interesante lectura recordé mi etapa de enfermero en la mili desde octubre de 1974 hasta el mismo mes de 1975 en el cuartel de infantería Lepanto de Córdoba. Adquirí mucha destreza en poner inyecciones de todo tipo, tanta que el brigada practicante delegaba en mí las inyecciones más comprometidas sobre todo las que ponía a domicilio a las mujeres y los niños de sus compañeros, hasta a bebés de meses. Era otra época, las jeringas y las agujas se reutilizaban tras un  riguroso proceso  de esterilización, incluso al acabar el día afilábamos con una piedra de mármol las agujas que se habían despuntado al chocar con las duras carnes de los jóvenes soldados que nerviosos no relajaban sus musculosas nalgas. Yo tenía 22 años y recién había acabado la licenciatura de Ciencias Biológicas y quizá era el mayor del grupo de enfermeros que casi todos eran mancebos de botica; al parecer en el departamento de Selección pensaron que un biólogo sería también apropiado para el puesto. Éramos tan jóvenes y alocados que  cuando el miércoles 14 de mayo de 1975  nos dispusimos a vacunar a los soldados que les tocaba ese día, no recuerdo de qué aunque era intramuscular en el área deltoidea del brazo no dominante como esta, los compañeros me propusieron que yo les pusiera las agujas a todos y que ellos me ayudarían facilitándome la tarea, en este punto debo aclarar  que el brigada se había marchado a algo más urgente porque si no, creo que no nos hubiera dejado, y dicho y hecho, unas cuatro horas después estaban vacunados 442 soldados.

Con estos recuerdos y como si yo fuera a vacunar a alguien ahora leía la guía y me entro la risa floja cuando explicaba detalladamente que al vial una vez descongelado había que voltearlo 10 veces…SIN AGITAR y luego añadirle suero salino y voltear  de nuevo 10 veces…SIN AGITAR y me entró la risa porque recordé lo que decía James Bond cuando pedía un Martini que añadía siempre:”Shaken, no stirred” que bien traducido es “agitado, no removido”  que es lo contrario que había que hacer ahora con el vial, pero que en España siempre se ha traducido incorrectamente en el doblaje como: “mezclado, no agitado” que es la manera correcta de proceder en el caso de esta vacuna.

O sea que, fuera risas,  en mi criterio experimentado y lamentando no poder consultarlo por culpa del maldito virus con mi hermana Nanda que de esto sabía mucho más que yo, creo que poner la vacuna es de primero de enfermería y la logística para distribuirlas está al alcance de cualquiera de las empresas que se dedican a estas cosas y que tan bien funcionan en España llevando puntualmente medicinas y viales de pruebas a farmacias, labortorios, hospitales y centros de salud. En consecuencia el objetivo de poner aproximadamente 360.000 vacunas a la semana para un  Sistema Público de Salud con alrededor de 200.000 enfermeras o enfermeros me parecía fácil y sin ninguna dificultad, pero lamentablemente no ha sido así  y salvo en Canarias y en el Principado de Asturias que lo tenían bien organizado, en las demás ha sido un fiasco llegando al colmo de Madrid que solo ha puesto el 6% de las vacunas recibidas y obviamente echar la culpa de ello a Pedro Sánchez o al ministro Illa no solo es de miserables, sino de sinvergüenzas que nos toman por idiotas a los demás. Confío en que haya organizaciones ciudadanas que denuncien esta negligencia culposa de los responsables sanitarios de las comunidades autónomas, porque como no creo que sean tontos, esto  no tiene más explicación que un deseo claro de que todo salga mal, seguramente para fomentar el desarrollo de la sanidad privada.  Algunas personas bienintencionadas reclaman la asistencia de la UMD( la unidad militar de emergencia) para una cosa que no es una emergencia pues se sabía desde hace meses y además cuando el ejército solo tiene unos  750 enfermeros en su plantilla y su capacidad para transportar materiales biológicos ultracongelados no está acreditada .

Me reiría con ganas si no fuera dramático que pudiendo inmunizar a la población de más riesgo con  rapidez no se haga por incompetencia manifiesta, así que por favor de una puñetera vez pónganse a la tarea y procedan con celeridad a vacunarnos y si no saben, me preguntan y sobre todo no olviden que la vacuna hay que MEZCLARLA…NO AGITARLA.