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sábado, 27 de junio de 2020

NEONORMALIDAD Nº4 “CINCO PROPUESTAS PARA MEJORAR LA SANIDAD”

SÁBADO 27 DE JUNIO DE 2020

Con mi hermana menor  Nanda  hablaba a veces de su trabajo en  asistencia primaria y de cómo mejorarla. En nuestra última conversación telefónica del 13 de mayo se mostraba muy orgullosa de que en ninguna de las residencias que ella supervisaba hubieran ocurrido los desastres  que en otros sitios han sido clamorosos; ella era  la mejor enfermera, siempre estaba estudiando y formándose y transmitía entusiasmo en todo lo que hacía en los diferentes destinos que tuvo en Córdoba. Sobre la base de lo que aprendí con ella he elaborado una propuesta a la Comisión para la Reconstrucción Económica y Social que resumo en este artículo. Lamentablemente murió de repente el 20 de mayo mientras trabajaba, tras superar aparentemente la Covid-19 y no me lo ha podido corregir, estoy seguro que con  su ayuda  las propuestas hubieran sido mejores y a su memoria están dedicadas.
Algo conozco del Sistema Público de Salud de Andalucía(SAS) del que soy usuario desde que empecé a trabajar. Siempre he sido atendido con diligencia en atención primaria, donde el personal sanitario casi sin tiempo y con escasos medios diagnósticos  trata de resolver tus dolencias, pero si acababas estando grave te lo resolvían seguro en el hospital, donde si había medios suficientes, pero que a causa de ello estaba saturado de pacientes que la mayoría debían haber sido “resueltos” en los centros de salud. En los hospitales aproximadamente el 76% de las actuaciones están dirigidas a los pacientes crónicos polimedicados, como yo, que somos gozosa consecuencia tanto del envejecimiento de la población como del avance científico que ha cronificado enfermedades que antes eran mortales, lo que a su vez es mérito del propio Sistema Nacional de Salud, que necesita una auténtica revolución hecha mediante reformas urgentes para que con sumo cuidado mejoremos lo que hay que mejorar y no estropeemos lo que funciona, no podemos actuar irresponsablemente como “elefante en cacharrería”.
Tras jubilarme he tenido la ocasión de conocer algo más algunos aspectos del SAS, pues he participado dos años en la Comisión de Participación Ciudadana de la  Unidad de Infecciosas del Hospital de Valme, aportando mi punto de vista como usuario y cuatro años como “lego” en el Comité Coordinador de Ética de la Investigación Biomédica de Andalucía, en los que he tenido ocasión de conocer  a excelentes profesionales sanitarios de todas las áreas y compartir sus conocimientos y experiencias. Si a esto sumo la relación con otros familiares y amigos que son médicos, enfermeras, auxiliares, celadores y limpiadoras, creo que me da una panorámica superficial pero completa sobre la realidad actual en este campo, seguramente mejor que la de muchos médicos de justo renombre que ya disfrutan de posiciones acomodadas en el sistema.
Si, los españoles gozamos todavía de un buen Sistema Nacional de Salud, público y universal desde 1986, que crecía presupuestariamente y que mejoraba paulatinamente, sobre todo tras las transferencias a las comunidades autónomas, pero que ha ido perdiendo fuelle desde hace veinte años, primero  con políticas privatizadoras y luego con fuertes  recortes  económicos  y que ya antes de la pandemia hacía aguas por todos sitios; no debemos engañarnos creyendo que podría aguantar un nuevo embate infeccioso, cuando en el primero ha mostrado sus insuficiencias y sólo ha resistido por el sacrificio de un personal previamente desmoralizado pero que “ha sacado fuerzas de flaqueza” y por el severo confinamiento que hizo disminuir la tasa de contagio.
Ahora, sin falta y antes  de que haya una nueva oleada del Covid-19 se requiere una actuación urgente y decidida en al menos cinco asuntos claves para mí, sin perjuicio de lo obvio que es que debe  recuperarse la posición presupuestaria que tenía antes de la crisis de 2008 para luego elevarla hasta el 7,5% del P.I.B.,  imprescindible para reparar todos las insuficiencias que hoy tiene y planificar un nuevo futuro adaptado al envejecimiento de la población y a la aparición súbita de nuevas crisis sanitarias como la actual.
1.- RECUPERAR EL ÁNIMO Y LA ILUSIÓN DE LOS MÉDICOS: Tras el tsunami de hacer frente a una grave crisis sanitaria de manera improvisada y sin los adecuados medios de protección, algo que debería avergonzarnos,  este personal necesita sentir que la sociedad está con ellos, cosa que en este momento no sienten, sino más bien al contrario, porque aproximadamente la tercera parte está en precario, con contratos temporales y a tiempo parcial cuando los trabajos que realizan son estructurales y a tiempo completo. Sueldos insuficientes  e injustos para un personal extraordinariamente capacitado tras un largo periodo formativo no inferior a diez años, partiendo de un proceso selectivo muy exigente con ellos que incluye un examen de ingreso al MIR que bien podría considerarse como una dura  oposición equiparable a la exigida para ingresar en un puesto público y que sin embargo no da derecho a la plaza fija que cualquier profesional ambiciona cuando tiene más de treinta años y méritos de sobra. Con sus diferentes características podría decirse algo parecido de enfermeros, biólogos, farmacéuticos, psicólogos, radiofísicos o químicos del sistema.  Acabar con la situación de precariedad y hacer fijos a estos profesionales sanitarios por ley es urgente, justo y necesario, sólo así comprenderán que la sociedad que tanto les ha aplaudido, verdaderamente está con ellos. Hay antecedentes legales del procedimiento necesario, pero si esto parece demasiado generoso, para lo que no hay pretexto es para ampliar el número de plazas que salen a oposición que deben ser las necesarias para que las interinidades sean la excepción y no la regla. Luego habrá que mejorar sus sueldos para que verdaderamente se corresponda  con su preparación y que esta no solo les sirva para irse al extranjero a cobrar el sueldo que se merecen, aunque yo no soy partidario de sueldos muy lejos de la media que en mi opinión favorecen la entrada en la profesión de los ambiciosos y no de los mejores.
2.- REFORZAR LA ATENCIÓN PRIMARIA:  La atención primaria es sin duda la cenicienta del sistema público de salud y fue la parte que más sufrió los recortes y por eso hoy solo supone el 13,9% del gasto sanitario cuando lo recomendable en los países avanzados con sistemas públicos ronda el 25%. Con una población envejecida y con pacientes crónicos polimedicados que a poco que enfermen podrían colapsar cualquier sistema hospitalario por potente que sea, necesitamos un subsistema de atención primaria basado en los actuales centros de salud pero con alta capacidad diagnóstica y muy reforzados de personal. El refuerzo de personal debe ser estructural pues tienen que asumir también todo el proceso de vacunaciones y  la necesaria medicalización de las residencias de ancianos y dependientes y sobre todo una potente área de salud pública, porque esta es la que además de la educación sanitaria debe asumir el seguimiento y control de los rebrotes infecciosos que  se están produciendo y que se multiplicarán en los próximos meses, para lo que seguramente podría ser conveniente la colaboración de ayudantes voluntarios para el rastreo y contacto telefónico de los posibles infectados.
3.- POTENCIAR LA ENFERMERÍA: Los pacientes crónicos polimedicados sabemos por experiencia que  una vez correctamente diagnosticados por los médicos, necesitamos sobre todo que se ocupen de nosotros como enfermos, pues ya sabemos que no vamos a mejorar por mucho que visitemos al médico, pues nuestra posible mejoría va a depender de los avances en la investigación biomédica y sobre todo de llevar una vida sana y para ello nada mejor que los consejos y el seguimiento de enfermeras y enfermeros capacitados y bien formados para esa función, como los que hoy tenemos, a mi juicio mejor adaptados a ese cometido que los médicos. La enfermería debe ampliar su papel en el nuevo sistema de salud que necesitamos.
4.- FORMACIÓN DE VOLUNTARIOS COMO TRAZADORES DE CONTAGIOS: Estoy seguro que para controlar la pandemia sin confinamiento generalizado hace falta mucho más personal que el disponible en los centros de salud para garantizar que de manera rápida se van a seguir todos los casos en los diferentes brotes que se producen y lamentablemente se producirán y creo que se debería contar con voluntarios bien formados y con habilidades comunicativas contrastadas, como es el caso de los profesores, y también enfermeras o médicos jubilados  residentes en cada área sanitaria. Este personal jubilado debería ser formado específicamente para esa función de manera urgente, siguiendo el modelo pionero ya experimentado del curso online  desarrollado por la Escuela Andaluza de Salud Pública y acreditado por la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía que ya está formando a  600 “trazadores o rastreadores de contagios” entre el personal en activo y del que podría hacerse una versión reducida  y adaptada. Yo me apuntaría voluntario.
5.-CREACIÓN DE LAS ESPECIALIDADES MÉDICAS DE URGENCIAS E INFECCIOSAS: Esta última propuesta parece anecdótica con la que está cayendo, pero puede ser una metáfora de la falta de previsión y preparación de nuestro sistema de salud para atender bien las necesidades médicas derivadas de una pandemia provocada por la infección de un virus y que colapsa nuestros servicios de urgencias y son precisamente dos especialidades cuya formación institucional no está regulada.
La ilustración alegórica es la reproducción de  un reciente sello alemán conmemorativo del bicentenario del nacimiento de Florence Nightingale, símbolo internacional de la enfermería, tan necesaria para mejorar nuestra  vida, cuando estamos enfermos. Reproduce también uno de sus aforismos:"Vive la vida mientras la tengas, es un maravilloso regalo que no tiene nada de pequeño". El artista es Martin Mörk y el diseñador Rone Katz de la ONU.