Hoy lunes 25 de marzo ha amanecido nublado pero sin lluvia, como predicen que los próximos días lloverá hemos adelantado nuestra excursión a Oxford. Para llegar a la estación de Padington de donde salen los trenes con esa parada, hay que tomar el metro que con mi claustrofobia no me gusta mucho, además la señalética no me parece clara y los esquemas no están bien orientados pero gracias a la paciencia de mi nieto lo hemos conseguido, aunque he tenido que andar por pasillos y túneles más de dos km. Los billetes del tren los hemos sacado en la taquilla que no tenía cola y la empleada fue muy amable. El tren es cómodo y rápido, tipo talgo. El paisaje además de pasar muy rápido tiene muchas edificaciones de extrarradio, aunque se atisba la campiña que habría que explorar de otra forma, pero me gustó pasar por un puente el Támesis cuando solo es un río.
Hemos llegado a Oxford en 50 minutos a las 10,40h, y ya es todo un cómodo paseo por una ciudad llana y sin estridencias salvo el exceso de edificios neogóticos que tanto le gustan a Charles III the king. Esto es un lugar de ciencia y cultura que convive con los turistas que a partir del mediodía lo invaden casi todo, aunque la mayoría de los escenarios que conocemos no son accesibles a los turistas, como curiosidad uno de los colleges este año solo abrirá para ellos el 14 y el 15 de septiembre, otros además de cobrar tienen horarios limitados y no puedes por libre, en otros pasas sin avisar, de todas formas el paseo merece la pena tras los pasos de nuestro Endeavour o las huellas de los asesinos que recordé al pasar por el Canal o por algunas callejuelas.
El museo Ashmolean es delicioso e instructivo aunque originales hay pocos ; el de Ciencias Naturales tiene fósiles magníficos y aunque muy anticuada su colección de disecados, nos hemos entretenido con las curiosidades que son muchas.
The Sheldonian Theatre, el aula ceremonial que tantas veces he visto en películas, me ha encantado para descansar cómodamente sentado y porque la conserje de la entrada, tras cobrarnos solo 7 libras de tarifa reducida por los dos, a él por joven y a mi por viejo, nos hablaba en un inglés oxoniense tan exquisito que no he parado de preguntarle cosas, por oírla aunque a veces no la entendía bien pues estaba más pendiente del sonido que del significado. Subiendo por una magnífica escalera de madera se llega a un grandioso ático abuhardillado con unas enormes vigas de roble y continuando por otra más empinada se llega al lucernario o mirador para disfrutar de una vista de 360° de toda la ciudad, merece la pena.
De allí al recóndito pub White Rabbit para tomar un pinta de pale ale y Coke con una pizza de pepperoni y luego a la estación dónde a las 16 hemos tomado el tren de vuelta que se ha retrasado media hora entrando a Londres, luego de nuevo el infierno del underground y finalmente un ratito tumbado para descansar las piernas tras andar 15 km. La cena ha sido de frango grelhado (pollo a la portuguesa), es decir a la parrilla con piri-piri pero hecho en ese momento, en Nando's , un lugar cercano de esta cadena muy extendida por Londres. Mañana andaremos menos pues la estrella será el British Museum