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jueves, 21 de enero de 2021

CRIMEN Y CASTIGO neonormalidad 36

 


En estos tiempos de zozobra la vacuna es lo que nos da esperanza a todos para soportar el miedo, si el miedo, a sufrir una enfermedad que aparte de la mortalidad que tiene, cursa produciendo un gran sufrimiento e incluso muchas de las personas que  han conseguido superarla padecen secuelas que no parece vayan a desaparecer, de momento.

Como  no hay vacunas para todos y el proceso para disponer de las necesarias se va a alargar seguramente un año, hemos aceptado que  se vayan poniendo conforme a un orden de prioridad éticamente irreprochable que comienza por las personas más vulnerables y el personal que las atiende y sigue por las personas de más edad y el personal que está más expuesto a la infección, para ir descendiendo en prioridad hasta que todos podamos ser vacunados. A pesar de ello no estamos siendo justos pues los países pobres irán después y sus ancianos  y personal sanitario será vacunados después de nuestros niños.

Pero en medio ha ocurrido algo mucho peor, lo impensable y es que haya centenares de personas que  han sido ya vacunadas saltándose ese orden, ya sean  políticos, empleados públicos, jubilados amigos, o caraduras varios y esta acción tan condenable puede llevarnos a la desmoralización más absoluta.

Parece que se ha conseguido parar el desmadre y puede ser cierto que en algunos casos haya sido sin maldad, incluso ingenuamente pero no nos engañemos lo hecho está muy mal hecho, y ahora la duda es el castigo que merece su acción y en este momento es cuando hay que tener mesura y sentido común y no como sostiene el presidente valenciano que ha ordenado que no se les ponga la segunda dosis en un claro intento de ser ejemplares y evitar que se repitan estos hechos, pero que no deja de ser una  clara venganza  electoralista de la que de nuevo seremos víctimas los demás, pues al privarlos de la segunda dosis, la primera se habrá desperdiciado y tendrán que volver a vacunarse al final retrasando la llegada de la vacuna a los que siempre estarán a la cola que son los pobres de los países más pobres.

Muchos de los así vacunados seguro que no son responsables de ninguna irregularidad pues alguien los llamó para vacunarse, pero salvo que sean imbéciles deben ser castigados también por aprovecharse del regalo y para que no se nos quede cara de tontos a los que estamos a la espera.

La imagen que ilustra el artículo es un fotograma de la película  Crimen y Castigo que dirigió Josef von Sternberg en 1935 sobre la magistral novela de Dostoyevsky, en el que el conocido actor Peter Lorre que interpretó el papel protagonista de Raskolnikov  se ve en un sueño sufriendo por su crimen  el castigo que más le atormentaba que no era la muerte, ni la cárcel, ni el destierro sino el escarnio público que se representa por los dedos acusadores que lo señalan.

El CRIMEN que han cometido los que se han vacunado sin pertenecer a los grupos prioritarios y los que han decidido que puedan hacerlo,  es tan grave que merece el mayor de los CASTIGOs que esta sociedad le puede dar que no es otro que el escarnio público, el que se publique una lista con el nombre y apellidos  de todos ellos, con expresión de su cargo o posición   para pública vergüenza  y claro el cese de los mismos. Ni más ni menos