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miércoles, 16 de diciembre de 2020

¿DEBE SER DESTRUIDA LA MONARQUÍA? neonormalidad 31


 


Cabalgando sobre las coincidencias titulo este artículo interrogativamente parafraseando al profundamente reaccionario Catón el Viejo que como es conocido acababa todas sus intervenciones en el Senado romano, allá por el siglo segundo antes de nuestra era, diciendo Carthago delenda est (“Cartago debe ser destruida”),  que era como decir “al enemigo ni agua”, que a su vez fue parafraseada por José Ortega y Gasset en el diario El Sol del 15 de noviembre de 1930 para terminar su célebre artículo “El error Berenguer” que concluía rotundo con la afirmación “Delenda est monarchia” y seis meses después, tras unas elecciones municipales que dieron el triunfo en las principales ciudades a las candidaturas republicanas, Alfonso XIII, el abuelo del rey emérito, se exilió en Roma donde siete años después nació “ese rey que ahora está en el candelabro”.

No es que yo crea que en breve nuestro país  se vaya a transformar en una república, pero tampoco en noviembre de 1930, nada permitía asegurar que cinco meses después se proclamaría la segunda república de la historia española y “en  olor de multitudes”, porque entonces como ahora dependerá de lo que se haga por parte de los políticos, pues debemos reconocer que este es un asunto de políticos, porque la forma en que sea desempeñada la jefatura del estado no forma parte ni de las preocupaciones ni de los deseos de una mayoría social,  ni siquiera de una minoría importante o influyente, por más que pretendan algunos “demostrarlo” con encuestas a propósito, con preguntas “bien redactadas” y métodos demoscópicos no demasiados rigurosos o comentaristas poco escrupulosos.

En 1930  a consecuencia de la forma errónea de acabar con la dictadura de Primo de Rivera  mediante la dictablanda de Berenguer, como si todo se pudiera resolver con un cambio de nombres,  que fue respondida por el Pacto de San Sebastián de todas las fuerzas republicanas burguesas para derribar a la monarquía. Dos meses después y tras un largo y difícil debate interno, para superar el profundo accidentalismo de su fundador que no veía ninguna ventaja para los obreros de pasar de una monarquía reaccionaria a una república burguesa, se sumaron el PSOE y la UGT inclinando la balanza política del lado republicano, ya solo quedaba esperar a nuevos errores de la monarquía que podían haberse evitado. Primero  los antimonárquicos, siguiendo la tradición, intentaron una huelga general con un golpe militar  en diciembre que fracasó, pero que provocó el que Berenguer quisiera  convocar al fin, tras diez años, elecciones generales que ni unos ni otros aceptaron, con gran ceguera de los monárquicos, lo que causó su dimisión  en febrero para ser sustituido por el almirante Aznar que propuso un nuevo calendario electoral empezando por unas municipales el 12 de abril, creyendo que con los caciques tradicionales iban a controlarlas, y luego más adelante unas generales constituyentes, un craso error pues todo el mundo entendió que esas municipales eran un plebiscito sobre la monarquía y pese a que prácticamente hubo un empate técnico entre concejales monárquicos y republicanos, como en Madrid los republicanos triplicaban a  los monárquicos, en Barcelona los cuadriplicaban y en otras 39 capitales de provincia eran mayoría los republicanos, estos tomaron el poder por la política de los hechos consumados sin que nadie pudiera impedirlo, en palabras del ocurrente marino gallego: “España se acostó monárquica  y se  despertó republicana”. Así sucedió, pero está claro que pudo evitarse si no se hubieran cometido tantos errores de los defensores de la monarquía, que transformaron en éxitos los errores que cometieron los antimonárquicos, aunque la clave sin duda fue el apoyo  del PSOE y de UGT.

Ahora la causa antimonárquica toma fuerza de las tropelías económicas cometidas por Juan Carlos I, que  son muy graves, pero ¿son suficientes para derribar a la monarquía constitucional nacida del gran pacto democrático de la Constitución española de 1978?, como acertadamente dijo Pedro Sánchez: “Se juzga a personas no a instituciones”, pero en el mundo de hoy de las redes y los juicios sumarísimos ante la opinión publicada las cosas no siempre son justas, todo… depende, como dice la canción. Hoy  se lanza una mentira con fuerza y si la repiten millones de personas se transforma en “una verdad alternativa”.

Hagamos un recuento rápido de los activos y pasivos de nuestra monarquía que hereda personalmente una historia milenaria, pues sin duda Felipe VI desciende de Vermudo I que fue rey electo de Asturias en el siglo octavo hace unos 1.230 años en una cadena ininterrumpida de  más de 50 reyes, bueno, con algunas interrupciones en el mando patrio, la mayoría breves: la de José I Bonaparte entre el 6 de junio de 1808 y el 11 de diciembre de 1813,  la de la primera monarquía parlamentaria española con Amadeo I entre el 2 de enero de 1871  y el  10 de febrero de 1873,  la de la primera República entre el 11 de febrero de 1873 y el 29 de diciembre de 1874,  la de la II República entre el 14 de abril de 1931 y el 1 de abril de 1939 y la del dictador Franco desde esa fecha hasta el 20 de noviembre de 1975, un total de unos 50 años de los 1230 o si nos ponemos delicados de los más 500 desde  Carlos I, el emperador. O sea que la monarquía en España es lo permanente y las repúblicas accidentes. Claro que se puede aducir que el reinstaurador monárquico fue el dictador Franco, pero si se lee un poco, se sabe que la historia nunca es una línea recta y de grandes desastres surgen las mejores oportunidades y al revés.

Juan Carlos I fue rey porque lo puso Franco, eso es indiscutible, pero en tres años le dio la vuelta a la herencia del dictador gracias al compromiso de las principales fuerzas políticas para hacer nacer un pacto que incluía una democracia social y de derecho con una monarquía parlamentaria, que ha sido la clave del arco en la arquitectura del pacto entre las dos Españas y que nos ha permitido 40 años de progreso, lo que no está nada mal. Claro que eso no le daba patente de corso y por eso los hechos que se iban conociendo provocaron su abdicación en 2014 que fue premiada por Real Decreto aprobado por el gobierno de Rajoy, en mi opinión de forma errónea, manteniéndole el tratamiento honorífico  de rey y el de reina a dª Sofía.   Sus méritos  son indiscutibles pero sus errores son tan graves que merecen no solo las sanciones de las leyes sino el más hondo reproche social, pero de ahí a quitar la monarquía hay un gran trecho que a mi juicio no está justificado, sería como eliminar a los socialistas por los errores cometidos por gobiernos socialistas, algunos muy graves o condenar a la derecha española por su pasado golpista-franquista o a los comunistas por los genocidios cometidos en el siglo XX por sus correligionarios en medio mundo.

Los que son contrarios a la monarquía piensan que es su momento, lo entiendo en los secesionistas catalanes y en los vascos que confían que derribando la monarquía  se abra una ventana de oportunidad para ejecutar su sueño imposible,  pero no en los comunistas y en los de PODEMOS que están ahora en el gobierno que rompiendo su compromiso institucional usan métodos publicitarios manipuladores contra la monarquía constitucional como el video “infantiloide”  que ha hecho PODEMOS, creando analogías entre el título “monárquicos” y la banda sonora de la serie “Narcos”, impropio de un partido que forma parte del gobierno constitucional. La indecencia del ciudadano Juan Carlos de Borbón y Borbón que fue rey constitucional, no justifica los ataques a la jefatura del Estado, o al menos que tengan la decencia de dejar primero el gobierno; yo estoy muy harto de ellos y de sus patochadas izquierdistas y confío que una vez estén aprobados los presupuestos para 2021, Pedro Sánchez tome la decisión que se merecen.

A los defensores de que este es asunto a decidir por referéndum les recuerdo que los asuntos complejos no se pueden simplificar y trasladar  la decisión a los ciudadanos, como si se tratara sólo de una consulta para saber lo que se prefiere, rompiendo el sentido profundo de la democracia parlamentaria, lo mismo pienso para la secesión, el aborto, la eutanasia, etc.. El referéndum no es para decidir nada  complejo sino para refrendar los acuerdos a los que lleguen nuestros representantes o en todo caso habrá que legislar para que  cambiemos a un sistema que podría permitir ese tipo de consultas o parecidas.

La monarquía que “creamos” los españoles en 1978  a diferencia de Cartago no merece ser destruida, pero lo será sin duda si actuamos estúpidamente como Unidas Podemos. El rey debe distanciarse de la derecha golpista y cuartelaria que lo corteja y desautorizarla antes de que el monstruo crezca más. Su padre, Juan Carlos, ya que no es capaz de tomar la cicuta debe regresar a España y recluirse preferentemente en un convento de clausura a disposición de la justicia. El PSOE debe seguir siendo el partido de Estado que sirve a los intereses reales de la mayoría social sin dejarse arrastrar a aventuras. El gobierno debe decretar el fin de todo reconocimiento honorifico a los antiguos reyes y  la regulación de la inmunidad de la jefatura del Estado que solo es razonable si se refiere a los actos  oficiales refrendados por el gobierno y nunca a los particulares, como por otra parte creo yo que es el sentido de lo que figura en nuestra constitución, pero no está mal decirlo más claro. La derecha debe cesar en su interesada “defensa de la monarquía” apropiándose  de ella para sus fines partidarios.  Y finalmente los ciudadanos debemos exigir a los políticos que se dejen de tonterías y que no nos entretengan con pamemas; que se ocupen de una vez de los problemas que nos afligen.

Si todos hacemos esos deberes la monarquía  constitucional permanecerá y los últimos cuarenta años no serán un paréntesis de paz y prosperidad, otro más, en la  torturada historia de los españoles y si no los hacemos nos habremos merecido lo que nos pase que seguro no será bueno.