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jueves, 23 de septiembre de 2021

BREVERÍAS 6. LOS MURCIÉLAGOS Y DON QUIJOTE.

 



Los inocentes murciélagos tienen mala fama,  además de por su aspecto que mucha gente considera repugnante, por que  sabemos que en su cuerpo viven muchos  virus que en algunas circunstancias, y normalmente tras el paso intermedio por otros animales pueden infectar a la especie humana y producir enfermedades graves, incluso mortales como la que ha provocado la pandemia que nos aflige.  Lo mismo pasa con otros muchos animales como las bellísimas aves migratorias, pero ellas no cargan con el sambenito de peligrosas. La probabilidad de que  un pequeño murciélago como el del dibujo nos transmita una enfermedad es muy escasa pues  no solemos tocarlos y ellos nos esquivan hábilmente, duermen de día, vuelan de noche y se dedican a comer sin parar insectos con los que se alimentan y así las hembras consiguen desarrollar en sus vientres   en menos de dos meses las crías que luego amamantan durante otros dos; en ese periodo que va de abril a agosto se refugian en grietas de nuestros árboles o edificios  y consiguen mantener a raya a los molestos mosquitos, solo hay que saber que  no debemos tocarlos nunca pues asustados podrían mordernos, y sus excrementos no debemos tocarlos en ningún caso  por si tuviéramos alguna herida y eliminarlos en la basura.

Son las panarras (Pipistrellus pipistrellus), los  murciélagos más frecuentes y pequeños, al menos en Andalucía, su tamaño es  de entre 28 a 35 mm y su peso de entre 3,5 a 8,5 g , cuatro veces más pequeños que las golondrinas pero su envergadura es casi igual, dado el enorme desarrollo de sus alas que sin duda sirvieron de modelo a Leonardo da Vinci para diseñar su artefacto para volar.

Este verano en la casa de la playa hemos descubierto que teníamos alojados panarras en una cámara de aire del tejado al que acceden a través de una pequeña grieta casi imperceptible. Hasta ese momento solo los habíamos visto evolucionar por el aire grácilmente persiguiendo su comida con tanta belleza o más que golondrinas , vencejos o aviones que sobreviven pese al hostigamiento de muchos propietarios molestos por las deyecciones de esos pájaros y que sin tener en cuenta el beneficio que les producen, derriban sus nidos o impiden que puedan construirlos.

Como soy biólogo y curioso  decidí observarlos detenidamente y  el 22 de agosto me aposté quince minutos antes de la puesta de sol a verlos salir y contarlos. Oía un ligero murmullo pues estaba a unos siete metros del orificio. Aproximadamente 2 o 3 minutos después de la puesta de sol salió el primero y  mi sorpresa fue que en media hora habían salido 210 ejemplares  y luego, silencio en la “cueva”. Falté varios días y el 28 sucedió lo mismo pero ya solo salieron 120, al día siguiente 132. Otra ausencia y a la semana eran solo 4, al día siguiente 3 y desde el 8 de septiembre ninguno. Asesorado por mi amigo y compañero Pedro Romero-Zarco, experto en espeleología y en muchas más cosas, comprendí que lo que había tenido era una colonia de cría y que posiblemente hasta el año que viene no vuelvan a instalarse para hacer lo mismo, él me facilitó tres cajas de corcho que se usan para que puedan refugiarse en sitios con pocas oquedades y por si decidía cerrar el orificio ofrecerles en ellas un alojamiento. Tras comprobar la solidez del forjado, la ausencia de humedades y la saña con que son perseguidos  decidí que iba a proteger esta colonia de unos animales que solo dan beneficios y me limité a limpiar la pared.

Recordé el capítulo 22 de la segunda parte de El Quijote dedicado a la hazaña espeleológica de nuestro caballero andante que desciende a la famosa cueva de Montesinos en la localidad manchega de Ossa de Montiel, que estaba y está habitada por distintos animales alados  incluidos los murciélagos que salieron en tropel al descender el hidalgo. Es curioso que Cervantes detalle la longitud de  “casi 100 brazas” ( unos 165 metros) de la soga que se compró y la forma en que se la ató para que Sancho y el primo pudieran bajarlo y al final izarlo. Con ese recuerdo  y  para hacer más placentera la tarea de contador de panarras decidí que la maravillosa voz de Jesús Brotons me leyera El Quijote al oído, cada día dos capítulos. Me gusta oír algunos libros, sobre todo los clásicos, y la obra de Cervantes me encanta y esta grabación hecha por el Estudio Roma de Zaragoza en 2005 es perfecta y deliciosa.

El gran pintor José Ribera ”Lo Spagnoletto” (el españolito, porque era bajito y tenía a gala decirse español, había nacido en Xátiva y vivió desde muy joven en Italia) hizo este curioso dibujo  del murciélago y  dos orejas humanas.  El murciélago, que también figura en el escudo de la ciudad de Valencia, sostiene el lema “Fulges semper virtus” (La virtud refulge siempre). Está  tan bien dibujado que se puede identificar claramente como Pipistrellus pipistrellus y como el pintor falleció en Nápoles en 1652 faltaban todavía más de 120 años para que el naturalista alemán Schreber, discípulo del sueco Linneo, le otorgara en 1774 su nombre científico.   

Espero que el año próximo críen de nuevo en la que de alguna manera es su casa.