Este si es el último artículo
del semanario que pretenciosamente titulé
NEONORMALIDAD y que vengo publicando desde que se acabó el primer
estado de alarma y pudimos movernos libremente por España con algunas restricciones.
Me negaba a denominar al nuevo período como nueva normalidad, porque nada era
nuevo realmente, ni era normal ir a todos sitios con mascarilla y sin poder besar ni abrazar a nadie y por eso, como nuestro idioma lo permite, creé
ese neologismo que me pareció más elegante.
Elegante o no, he tratado de
escribir lo que pensaba a medida que
vivía una realidad que algunos han
considerado como una pérdida de libertad y a la que en apariencia me ha
resultado fácil adaptarme, seguramente porque la única libertad que necesito es
la de ser libre y esa siempre la he tenido y continuará conmigo por muchas limitaciones que haya en
mis circunstancias, por muy adversas que parezcan. Considerar falta de libertad
el ir con mascarilla me parece tan ridículo como quejarse de la imposibilidad
de volar autónomamente, como si no fuera posible volar libremente con la
imaginación.
No voy a negar que la
neonormalidad me ha afectado, aparentemente me he vuelto más intransigente en
el tono de lo que escribo y aunque es solo literatura que duda cabe que expresa
lo que siento. Odio a los enemigos de España que son mis enemigos y les deseo
lo peor. Desprecio a los que utilizan las desgracias ajenas para lucrarse sea
monetaria o políticamente y les deseo la ruina. No perdono la ceguera de los
que se niegan a ver a la humanidad que sufre en guerras, hambrunas, desastres o
desgracias y creen que nada tiene que ver con su riqueza y egoísmo, a esos les
deseo iluminación, una luz que los deslumbre y ciegue. A los que ayudan a los
demás en la medida de sus posibilidades y miran el mundo con caridad o
compasión les deseo lo mejor y les presto mi ayuda. A los que estorban a los pocos
que ayudan, procuro molestarlos para que se aparten y así, al menos, aunque no
sean la solución, no agraven el problema.
Creo que todos cabemos en este
pequeño mundo que es el planeta Tierra, pero para ello es necesario que haya
justicia, libertad y fraternidad que nos encamine hacia la igualdad.
Descendiendo a lo concreto, que me gusta mojarme, y por hablar del asunto del día, aunque sea muy
menor, no me gusta el indulto que ahora
se plantea para los secesionistas catalanes justamente condenados por delitos
contra las libertades y derechos de los ciudadanos, entre otros los míos, sin
que se hayan arrepentido de ellos, aunque sí han devuelto el dinero malversado.
No me gustó tampoco la amnistía a los miles de criminales franquistas que
otorgamos en la transición sin que se tuvieran que arrepentirse de nada, ni
devolver todo lo que habían robado y que siguen disfrutando sus descendientes
con escasas excepciones. Entiendo que la justicia no arregla todos los
problemas humanos y los indultos están
para ayudar a causas que están por
encima de ella, como la paz y la concordia de todos y por eso comprendo la
necesidad de este gobierno de ahora y del de la UCD de entonces de hacerlo
aún en contra de la mayoría de la
opinión pública, entonces y ahora, solo espero que los herederos de los que se
beneficiaron de aquella amnistía no impidan este indulto por la fuerza que les
otorga ser los más ricos y poderosos.
No estoy de acuerdo con el
indulto, soy muy vengativo y el que me lo hace que lo pague, pero soy leal al
gobierno de España, que usando el poder discrecional que le otorga la ley, entiende
que ese gesto ayuda al diálogo. Respeto a los que están en contra con razones y
desprecio a los que no son leales porque cualquier pretexto es bueno para
derribar a un gobierno al que tildan de ilegítimo y abomino sobre todo de los
que siendo afiliados socialistas, que fueron
notables gracias al PSOE, hoy participan de la campaña en contra del gobierno de su partido; deben
ser expulsados, porque quienes creen que solo están obligados a ser leales cuando
están de acuerdo, nunca entendieron lo que es la lealtad y no son de fiar para
nada.
El diálogo está muy devaluado
en el mundo político y se ganan votos siendo intransigentes, pero no puede
existir democracia sin libertad y no se puede encarcelar a millones de personas
por muy equivocadas que estén, como no se puede impedir el amor entre personas
del mismo sexo, ni imponer ninguna creencia ni criterio moral, aunque algunos
defiendan ese concepto autoritario del poder que tan poco tiene que ver con la
democracia. Sin diálogo verdadero no hay solución al secesionismo y debe
intentarse de nuevo, igual que se negoció con la ETA y si en el futuro los
líderes secesionistas se empecinan y
reinciden con actos ilegales, pues de nuevo justicia y luego al trullo
si procede.
Exijo a los políticos presos
que se van a beneficiar de los anunciados indultos, que por el bien de los catalanes y del resto de
los españoles sean leales y no reincidan
en los delitos que cometieron en 2017, que no tienen nada que ver con su deseo de independencia a cuya aspiración
tienen derecho, el mismo derecho que yo tengo a oponerme a la secesión, incluso
a la fuerza si fuera necesario. Eso sería
pasar página de verdad de aquel
disparate pero después de leerla que es lo que hacen lo políticos sensatos que
no llevan a sus pueblos al precipicio en busca de un sueño que para otros es
una pesadilla y luego ya veremos que pasa, pues se hace camino al andar.
Estamos en le temps des
cerises, cuando empiezan a llegar
los deliciosos frutos rojos que nos anuncian el verano y que es una canción popular francesa bellamente interpretada
por casi todos los cantantes del mundo y especialmente por Gilbert Becaud o
nuestro Paco Ibáñez, lo que pocos saben es que fue creada en 1866 por Antoine Renard y con letra de Jean-Baptiste
Clément y que por el azar de la historia
fue el himno de la COMUNA DE PARÍS DE
1871, porque su letra sintonizó perfectamente con las ideas socialistas de ese
movimiento revolucionario y con el amor. Ese primer gobierno socialista que empezó en los idus de marzo y terminó a
finales de mayo hace solo 150 años; fue brutalmente aplastado como lo han sido todas las revoluciones
verdaderas que en el mundo han sido y a pesar de ello, los seres humanos hemos
ido progresando de derrota en derrota.
Hoy cumplo 69 años y aunque no podré responder a las felicitaciones, a la hora
de despedirme manifiesto que soy muy feliz de contar con el afecto de los
familiares y amigos que me leen. Os
deseo una larga y feliz vida…si es posible en mi compañía, claro. ADIÓS
Y HASTA PRONTO.
La imagen es de una deliciosa
postal de hace casi un siglo. Está dedicada a la
canción por el gran cartelista Lucien Achille Mauzan que falleció el año de mi
nacimiento.
12 comentarios:
Brillante cierre de un estimulante blog. Muchas gracias por compartir tus pensamientos y preocupaciones durante la neonormalidad. Y muchas muchas felicidades
Excelente hermano¡¡
Ojalá la gente entienda que España necesita a Cataluña y que Cataluña necesita a España.
Y que romper ese equilibrio sacaría a Cataluña de Europa y afectaría mucho a la democracia en España. Dañaría a nuestra patria con la ayuda de quienes quieren sacar rédito político de este conflicto.
Precioso, Juan María. Gran e inspirador proyecto. KEKA
Muy bueno Juan Mª, admiro tu capacidad de trabajo. Te despides con energía y me alegro.
Espléndida y estimulante reflexión. Yo también comprendo el indulto y lo veo necesario y oportuno aunque los beneficiados vayan a continuar con el victimismo.
Nunca se pensó lo que era vivir en pandemia que nos quitaba lo más grandioso que puede tener el ser humano: la libertad, esa misma palabra tan vapuleada por los políticos de cualquier lado y que nunca supimos apreciarla tanto como hoy en pleno siglo XXI.
Muchas gracias. Descansaré
Gracias y siento que sin represión no haya solución.
Gracias por seguirme
Gracias, hermano
Es muy difícil aceptar tanta altanería desde la clara inferioridad.
Gracias, pero yo no creo que la pandemia haya afectado a la libertad como derecho humano, salvo a un aspecto poco importante.
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