Escondió un ciego cierta cantidad de monedas al pie de un árbol en un campo que era de un labrador riquísimo. Un día yendo a visitarlas no las encontraba y pensó enseguida que el labrador lo había visto alguna vez y enterado de dónde estaba el dinero lo habría cogido.
Se fue para el labrador y le dijo: Señor como me parecéis un hombre de bien, querría que me dieseis un buen consejo. Tengo cierta cantidad de dinero en un lugar bien seguro, ahora tengo otro tanto y no sé si esconderlo en el mismo sitio o en otro.
Respondió el labrador: En verdad yo no lo cambiaría de lugar si está seguro cómo dices.
Gracias, replicó el ciego, así lo haré.
Apenas se hubiera despedido, el labrador devolvió enseguida la cantidad que cogió al sitio dónde la había depositado el ciego, de este modo pensó: dejará también el otro dinero y tendré el doble.
El ciego volvió, cogió el dinero que ya daba por perdido y muy alegre se marchó.
De este modo quedó burlado el labrador.
Este cuento fue escrito por Liman, alumno de 5ºB del Colegio Madrid, wilaya Auserd
1 comentario:
Creo que este es mi favorito
besos, lucía
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