Mis dos últimos artículos
dedicados a la política enfangada en la
que estamos viviendo, me ha permitido recibir muchas respuestas de amigas y
amigos que me siguen, unos discrepando con razones y otros sumándose. Creo
haberles contestado a todos y es
muy agradable percibir que mis palabras
tienen eco en algunos lectores a los que
se lo agradezco. Ayer empecé a escribir la siguiente brevería sobre mis
recuerdos infantiles cuando estalló una nueva bomba política que oscureció toda
la realidad mediática en la que vivimos y que me obliga de nuevo a escribir
sorprendido y con los pies en el fango y
no volando sobre un pasado feliz.
Veréis, lo que a mi más me llama
la atención no es que en el PP haya una guerra
a muerte entre Pablo Casado y la nueva y rutilante estrella madrileña de
la derecha española, ni que haya un caso de corrupción en la administración de
fondos públicos, uno más en el PP, pero que nadie saque demasiado pecho que
cuando el Tribunal de Cuentas audite los contratos urgentes del principio de la
pandemia nos llevaremos más de una sorpresa difícil de explicar, porque los
sinvergüenzas saben aprovechar los momentos y mucho menos me sorprende que se puedan usar los servicios de agencias
de investigación privada por parte de alguien para aclarar un tema oscuro, es
común en el mundo empresarial y privado y por supuesto los estados espían
continuamente todo para no actuar a ciegas.
Lo que a mi más me sorprende en
esta trama, es que haya empezado con la
denuncia escandalizada de Ayuso de que la dirección de su partido la estaba espiando
para cargársela y que casi todos los comentaristas, como buenos toros bravos,
hayan entrado al trapo y formado parte del coro de escandalizados por una
práctica que salvo que se financie con dinero público o se hagan mediante prácticas
delictivas es perfectamente legal y lógica en la defensa de intereses legítimos
como es el buen nombre de un partido, entrando así a la cortina de tinta
tendida por la maquinaria de emborronar al servicio de que doña IDA (Isabel
Díaz Ayuso) sea la esperanza blanca de la derecha, no me digáis que el acrónimo
no le va al pelo vista su actuación dramática de ayer jueves, con esa cara de víctima
dolorosa y casi ida que es capaz de poner. Y aún más sorprendente es que nadie
haya caído en la cuenta que precisamente se actúa así porque IDA es culpable, presunta, claro, de un
caso de corrupción , porque nadie inocente de ese delito arremete contra el
acusador que hasta ese momento estaba siendo prudente e incluso timorato, sino
que al contrario gallardamente exhibiría las pruebas de su inocencia dejando en
evidencia las malas artes de sus oponentes, lo que si no se hace es porque no
se puede.
No, no disfruto de una crisis
que puede debilitar al PP y fortalecer a Vox y soy de los que está convencido de
que en nada beneficia al PSOE un escándalo de esta naturaleza. Solo deseo que
sean capaces de resolverlo y pretendo aportar mi granito de arena para
desenmascarar los juegos sucios que
permiten que ladrones, corruptos, sinvergüenzas y oportunistas florezcan a nuestro
alrededor y nos hagan la vida más difícil.
Si Carromero hizo algo o no, es pura tinta de calamar tendida por quienes
no tuvieron empacho en usar los servicios de los Villarejo o similares. Si Teodoro
tenía malas intenciones al espiarla es completamente irrelevante, como lo es
que todo haya ocurrido porque IDA es el
arma que quieren usar para defenestrar a Casado y su equipo, claro no hay que
ser tonto para comprender que la dirección del PP no hubiera puesto tanto
empeño por una comisión más o menos. Que Cayetana se sume al coro de los escandalizados por el supuesto uso de
espionaje político es solo prueba de su ambición, soberbia e ignorancia de la
historia por mucho que tenga una tesis oxoniense “brillante” dirigida por
Elliot, porque lo del Watergate fue un escándalo no porque Nixon espiara a los
demócratas, algo que hacía el FBI de continuo, sino porque fue dirigido desde
la Casa Blanca, usaron medios ilegales y luego trataron de taparlo todo. El
remate del tomate es que en el tsunami esté participando la hundida Aguirre que
pareciera querer apuntarse al puesto de sepulturera del PP, al grito de “si no es mío, no es de nadie”.
Hace 35 años fui al centro de
Sevilla con mi amigo Tomás para llevar a nuestros hijos a ver la salida de unos coches de carreras y como había mucha gente y los niños no veían
nada nos los subimos a los hombros pese a que ya pesaban bastante, en esa
posición de pronto noté que alguien metía una mano en un bolsillo de mi
pantalón, sereno y como no podía tirar al niño, sujeté la mano del presunto ladrón que empezó a gritarme como
un poseso como si yo fuera un agresor sexual. Eso es lo que hace un culpable
inteligente o bien enseñado.
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