El ejército ruso ha penetrado en
territorio de Ucrania, un país europeo independiente
y por tanto, se declare o no, estamos ya en la tercera guerra mundial. Las
llamadas a respetar el orden internacional y las amenazas de los europeos y
norteamericanos no han bastado para frenar el expansionismo ruso, sencillamente
porque la guerra ya estaba decidida por Putin, cuando selló su alianza con
China y protegió su flanco asiático. Ya
en 2014 dio el primer paso ocupando la península de Crimea sin que le pasara
nada. Ahora el agresor solo parará si nuestros dirigentes lanzan un ataque
equivalente sobre Rusia, en caso contrario este dará el siguiente paso y reconquistará Ucrania que considera suya y
luego hasta donde quiera, pues ya será demasiado tarde para pararlo. Así han empezado todas las guerras y nunca las han parado las palabras, o al
menos no antes de producir millones de muertos.
Cuando las democracias
occidentales, como si no fuera con ellas, dejaron sola en julio de 1936 a la
débil república española frente a los militares golpistas, no lo sabían pero
estaban abriendo las puertas a la segunda guerra mundial que si les afectó
gravemente. Consintieron cómplices que los rebeldes recibieran el apoyo
fascista italiano y nazi alemán, incluso ayudaron con los suministros que los
golpistas necesitaban y obstaculizaron los que necesitaba el gobierno legítimo
republicano. Que lo hicieran los ingleses con un gobierno conservador tenía su lógica pero que en Francia lo hiciera un Frente Popular no tiene ni pies
ni cabeza, salvo que el recuerdo reciente de la Gran Guerra hacía que las
opiniones públicas de sus países fueran contrarias a la guerra por los horrores
que supone. Ah¡, el pacifismo a ultranza siempre es pan para hoy y hambre
para mañana.
En realidad todo había
empezado cuando los nazis ganaron las elecciones en 1933 e implantaron una dictadura
expansionista que fue subiendo sus objetivos poco a poco a medida que las tibias
respuestas que recibía lo envalentonaban. Si, los totalitarismos crecen aupados
por la debilidad de sus oponentes que creen, contra toda evidencia empírica,
que una política de apaciguamiento con el chulo, con el que rompe las reglas,
es suficiente para hacerle rectificar o al menos pararle los pies. Hubo varios
momentos para parar a los nazis antes de que fueran suficientemente poderosos y
creerse invencibles, el último fue cuando Hitler invade Checoslovaquia en 1938
con todo su ejército y Francia con la
ayuda del Reino Unido son incapaces de invadir Alemania y eso que contaban con
unas fuerzas militares muy superiores. Luego ya la suerte de Polonia estaba echada
y fue devorada por el expansionismo alemán
que no había sido frenado cuando era posible, con la impagable ayuda de
los soviéticos que aunque eran sus enemigos mortales, no dudaron en apaciguar previamente
con el Pacto Ribbentrop-Mólotov, solo una semana antes de invadir Polonia que se repartieron ante la mirada atónita de
los pacifistas de medio mundo.
Que Rusia gane esta guerra
supondrá el fin de la democracia tal como la conocemos, porque igual que Hitler
potenció el nacionalismo alemán, excitando el orgullo nacional y construyendo
un nuevo derecho del “pueblo alemán” a
dominar todos los territorios y todos
los pueblos que fueran necesarios para garantizar su supremacía, Putin predica
lo mismo para el pueblo ruso, su derecho a recuperar el imperio soviético que
se ganaron derrotando a los nazis y desde luego Ucrania es una pieza
fundamental del nuevo mapa.
La única respuesta posible es
atacarlos ya, antes de que estén aún más envalentonados, pues el expansionismo
no se frena con apaciguamiento. No sólo militarmente, que también, con un grado
de dureza superior al empleado por el chulo, por ejemplo atacando su base naval
de Sebastopol que se encuentra en territorio ucranio, porque la fuerza es el único lenguaje que respeta. Al
sátrapa moscovita el sufrimiento de su pueblo le importa poco, le hace mucho
más daño impedir el enriquecimiento de él y de sus oligarcas que mientras tanto
disfrutan del estilo de vida europeo que
a la vez amenazan para obtener
aún más beneficios, bastaría con expropiarle todos sus bienes en occidente para
reparaciones de guerra, la guerra que ellos han comenzado.
Los europeos hemos
sido capaces de tener una economía común con moneda única y deberíamos
ser capaces de crear un único ejército capaz de defendernos de las amenazas
ciertas que pueden acabar con nosotros o pensamos que USA está obligada a
protegernos, cuando el tío Sam tienen su propia amenaza oriental en la
dictadura comunista china. Ese es el planteamiento de Borrell que difícilmente
saldrá adelante porque cada uno mira su ombligo, cada dirigente solo piensa en
ganar las próximas elecciones en su país. Es lamentable que Europa teniendo
mucho más poder económico que Rusia se vea amenazada por un aparente gigante
con tantas debilidades.
Si alguien cree que nuestras pensiones, nuestra paz y nuestra seguridad se defienden mejor apaciguando a los enemigos no sabe de historia o prefiere esconder su cabeza en el agujero como el avestruz.
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