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martes, 29 de marzo de 2022

BREVERÍAS 41: EL SÁHARA Y YO.

 



Los españoles deberíamos de escribir siempre Sáhara con tilde pues para nosotros es una palabra esdrújula y estas casi siempre deben llevar tilde y no la moda actual de considerarla llana,  como los ingleses o franceses. Creo que  para los nacidos en tierras que fueron del antiguo califato almohade nos resulta más lógico decir sájara como suena  en árabe. Si, hubo un tiempo en que casi desde los Pirineos hasta Tombuctú y desde el golfo de Sidra hasta el cabo Bojador hubo un imperio originado por nacidos en el hoy disputado Sáhara occidental o muy cerca.

Ese trozo de África le fue adjudicado al reino de España en 1885 en la conferencia de Berlín: no fue realmente colonizado por los españoles hasta después de nuestra guerra  civil y cuando España consigue al fin entrar en la ONU en 1955 y se da cuenta que ese territorio está en la lista de los que hay que descolonizar, lo transforma en 1958 en la provincia numero 53 con capital en el Aaiún con lo que sus habitantes pasan a ser españoles eso si con pocos derechos, más  o menos como los que teníamos el resto de los nacidos en España. En julio de 1974 me incorporé de manera obligatoria a  hacer el servicio militar  y ya se oía que en el Sáhara había lío, pero cuando mi querido compañero y amigo de la infancia, el joven teniente Juan Álvarez Aragón murió en “acto de servicio” en aquellas lejanas tierras el 18 de julio de 1975, supimos que  lo mismo teníamos que ir a la guerra de verdad e incluso hicimos unas maniobras en los llanos de Facinas en la provincia de Cádiz para prepararnos.

Ya licenciado del ejército de tierra, en el otoño de 1975, de la noche a la mañana y tras una marcha pacífica de miles de marroquíes conocida como la marcha verde , el gobierno de España entregó el territorio  y sus habitantes al Reino de Marruecos y a Mauritania. La parte de los saharauis partidarios de la independencia encabezados por el Frente Polisario ( Frente Popular por la Liberación de Saguía el Hanra y Río de Oro), huyeron hacia Argelia y se establecieron en unos campamentos provisionales cerca de la ciudad de Tindouf, bajo la protección de la ONU, donde todavía siguen muchos de ellos sin que la ONU haya conseguido que puedan ejercer el derecho  a la autodeterminación que tienen reconocido internacionalmente.

Conozco un poco Marruecos y tengo algunos buenos amigos desde hace unos 25 años y brevemente disfruté de la hospitalidad de la simpar  escritora Fatema Mernissi en su casa  de Rabat, cerca de la playa . Como eran amigos, fui impertinente y ellos educados consiguieron explicarme porqué los marroquíes consideran el Sáhara occidental como propio, al igual que los españoles consideramos Gibraltar o Cataluña parte de España. Luego están las razones históricas y por supuesto la realpolitik como decía Bismark, en la que mandan los intereses y no los principios, ni mucho menos los deseos. Para Marruecos y para  muchos  ese territorio no debe ser nunca un estado porque no sería verdaderamente independiente en la guerra continua que vivimos y más ahora con el peligro yihadista que avanza imparable por esa zona, en la que antes campeaban libres las tribus nómadas sin tener en cuenta las fronteras artificiales rectilíneas, que en los mapas coloniales dividían el océano de arena y piedra que se extiende desde nuestro Sáhara hasta el Mar Rojo, sencillamente porque como decía mi bisabuelo El Guerra parafraseando al gran Talleyrand: “Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible”.

Conozco a fondo el libro  Estudios saharianos de Julio Caro Baroja que investigó rigurosamente como era el Sáhara español y sus habitantes antes de la colonización y que debería ser  de estudio obligatorio antes de hablar de esta materia, aunque suele ocurrir que la mayoría lee estos estudios y solo observa lo que puede favorecer sus argumentos.

Del 16 al 30 de enero de 2009 estuve en la wilaya de Auserd, uno de los campamentos de refugiados, como profesor cooperante  en el colegio Madrid acompañando a  15 alumnos de mi facultad de Educación y pude ver la dignidad en la que vivían  pese a llevar más de 40 años allí manteniendo el deseo  de trasladarse a su tierra que saben ocupada ahora por   colonos marroquíes y  muchos saharauis que no se fueron al llegar la marcha verde y que nadie ha sabido  o querido explicarme cuántos se fueron y cuántos de quedaron.

Si yo fuera un refugiado tras casi 50 años de provisionalidad no lo dudaría y volvería a mi tierra con los míos y luego ya veríamos, porque estar en un campamento no es vida y posiblemente me sentaría mal que España estuviera ahora más cerca del rey de Marruecos que del Frente Polisario, pero a mi me preocupan solo las personas y como soy español creo que España, pase lo que pase y desde ahora, debería de ofrecer a todos los refugiados de esos campamentos en Argelia la nacionalidad española por si lo desearan, razones de todo tipo hay para hacerlo, o la residencia permanente como apátridas.  Es un deber que tenemos con ellos.