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viernes, 11 de julio de 2025

SUECIA 7

 




El miércoles 9,  abandonamos con pena el paraíso de Li, dónde mi nieto ha jugado horas y horas de forma incansable con Alicia, bisnieta de Christina, Buse, hijo de un vecino y Kika, la perra  familiar, mientras los mayores hablábamos, casi siempre en español, de recuerdos de los 47 años de amistad  y comparando tópicos de ambas sociedades con nuestra experiencia, con momentos hilarantes cuando Sophia nos contaba anécdotas de su estancia de estudiante en el ICADE de Madrid y sus compañeros del barrio de Salamanca.
La provincia de Halland costera en el estrecho de Kattegat limítrofe con  Dinamarca, es un sitio ideal para estar tranquilo, rodeado de zonas agrarias, incluso algunos montes y suficiente población para tener servicios, si además vives en la casa blanca de la primera foto en un núcleo sin vallas de una docena de casas, dónde los peatones y los ciclistas tienen prioridad de verdad,  y puedes ver la explosión vegetal y  animal del verano en el norte, solo te falta buena compañia, que nosotros teníamos.
Ajustamos el navegador para ir por autovías, primero por la E6 y tras bordear Gotemburgo, tomamos la E20 dirección Estocolmo y aunque hay muchos tramos en obras en realidad hay pocas máquinas trabajando, solo alguno desvíos que esta vez no llegaban a formar embotellamientos. Hicimos la primera parada a las dos horas en el Vara Motel Motoristen, para estirar las piernas, Lola su cervecita, el niño un  perrito caliente y yo un buen café. Es un buen sitio para parar, con precios baratos, perfectamente atendido por un matrimonio  joven iraní con los que mi hijo charló animadamente, pues creyeron que él también era  persa. No nos quedamos a comer porque el desayuno todavía estaba en tránsito.
Seguimos por la E20/205 hasta Örebro que queríamos visitar, pero una oportuna lluvia intensa solo nos permitió un paseo en coche y una breve parada para un cigarrito ella y yo  fotografiar el castillo con su río y su puente.  Por la E18/E20 hasta la salida 143 y por la carretera 55 llegar a la residencia  upselense con tiempo de  regar el jardín pues ha debido de hacer calor en nuestra ausencia, preparar la cena y dormir temprano.
El jueves 10 era  un día de despedida, nos levantamos tarde, Guillermo y mi nieto se dieron su último paseo en bicicleta, mientras preparábamos el almuerzo y si darnos cuenta eran las 4 de la tarde y había que llevarlos al aeropuerto. La imagen de ellos, cada uno con una maleta camino de la terminal era emotiva, pero lo hemos pasado muy bien y ya mismo volveremos a estar con ellos en La Antilla. Rematamos el día visitando  Sigtuna, una agradable ciudad balneario en uno de los vericuetos del lago Mälaren, con residencias  veraniegas  de madera y de diversa categoría, algunas ruinas y muchas aves: gaviotas reidoras, gansos, fochas, cormoranes, ánades e incluso un grupo numeroso de barnaclas canadienses jóvenes pastando en los jardines como se ve en la última foto,  eso si protegidos por dos adultos con el cuello bien estirado y vigilantes. Ya estamos solos en la casa hasta el  16 de julio  cuando vendrán Lucía y Eduardo con nuestros otros nietos Eduardo y Juan a los que dejaremos hacer su particular estancia en estas tierras, pues Lucía estuvo de joven  tres veranos por aquí y seguro que tiene mucho que enseñar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran viaje!. Magnífica organización. Enhorabuena, JuanMa. Un abrazo Rafael Martín de Agar

Juan María Casado dijo...

Gracias, amigo