Cabalgando sobre las coincidencias titulo
este artículo interrogativamente parafraseando al profundamente reaccionario
Catón el Viejo que como es conocido acababa todas sus intervenciones en el
Senado romano, allá por el siglo segundo antes de nuestra era, diciendo “Carthago delenda est”
(“Cartago debe ser destruida”), que era como decir “al enemigo ni agua”, que a
su vez fue parafraseada por José Ortega y Gasset en el diario El Sol del 15 de
noviembre de 1930 para terminar su célebre artículo “El error Berenguer” que
concluía rotundo con la afirmación “Delenda est monarchia” y seis meses
después, tras unas elecciones municipales que dieron el triunfo en las
principales ciudades a las candidaturas republicanas, Alfonso XIII, el abuelo
del rey emérito, se exilió en Roma donde siete años después nació “ese rey que
ahora está en el candelabro”.
No es que yo crea que en breve nuestro
país se vaya a transformar en una
república, pero tampoco en noviembre de 1930, nada permitía asegurar que cinco
meses después se proclamaría la segunda república de la historia española y “en olor de multitudes”, porque entonces como
ahora dependerá de lo que se haga por parte de los políticos, pues debemos
reconocer que este es un asunto de políticos, porque la forma en que sea
desempeñada la jefatura del estado no forma parte ni de las preocupaciones ni
de los deseos de una mayoría social, ni
siquiera de una minoría importante o influyente, por más que pretendan algunos “demostrarlo”
con encuestas a propósito, con preguntas “bien redactadas” y métodos
demoscópicos no demasiados rigurosos o comentaristas poco escrupulosos.
En 1930 a consecuencia de la forma errónea de acabar
con la dictadura de Primo de Rivera mediante
la dictablanda de Berenguer, como si todo se pudiera resolver con un cambio de
nombres, que fue respondida por el Pacto
de San Sebastián de todas las fuerzas republicanas burguesas para derribar a la
monarquía. Dos meses después y tras un largo y difícil debate interno, para
superar el profundo accidentalismo de su fundador que no veía ninguna ventaja
para los obreros de pasar de una monarquía reaccionaria a una república burguesa,
se sumaron el PSOE y la UGT inclinando la balanza política del lado republicano,
ya solo quedaba esperar a nuevos errores de la monarquía que podían haberse
evitado. Primero los antimonárquicos,
siguiendo la tradición, intentaron una huelga general con un golpe militar en diciembre que fracasó, pero que provocó el
que Berenguer quisiera convocar al fin, tras
diez años, elecciones generales que ni unos ni otros aceptaron, con gran
ceguera de los monárquicos, lo que causó su dimisión en febrero para ser sustituido por el
almirante Aznar que propuso un nuevo calendario electoral empezando por unas
municipales el 12 de abril, creyendo que con los caciques tradicionales iban a
controlarlas, y luego más adelante unas generales constituyentes, un craso
error pues todo el mundo entendió que esas municipales eran un plebiscito sobre
la monarquía y pese a que prácticamente hubo un empate técnico entre concejales
monárquicos y republicanos, como en Madrid los republicanos triplicaban a los monárquicos, en Barcelona los
cuadriplicaban y en otras 39 capitales de provincia eran mayoría los
republicanos, estos tomaron el poder por la política de los hechos consumados
sin que nadie pudiera impedirlo, en palabras del ocurrente marino gallego: “España
se acostó monárquica y se despertó republicana”. Así sucedió, pero está
claro que pudo evitarse si no se hubieran cometido tantos errores de los defensores
de la monarquía, que transformaron en éxitos los errores que cometieron los
antimonárquicos, aunque la clave sin duda fue el apoyo del PSOE y de UGT.
Ahora la causa antimonárquica toma fuerza de
las tropelías económicas cometidas por Juan Carlos I, que son muy graves, pero ¿son suficientes para
derribar a la monarquía constitucional nacida del gran pacto democrático de la
Constitución española de 1978?, como acertadamente dijo Pedro Sánchez: “Se
juzga a personas no a instituciones”, pero en el mundo de hoy de las redes y
los juicios sumarísimos ante la opinión publicada las cosas no siempre son
justas, todo… depende, como dice la canción. Hoy se lanza una mentira con fuerza y si la repiten
millones de personas se transforma en “una verdad alternativa”.
Hagamos un recuento rápido de los activos
y pasivos de nuestra monarquía que hereda personalmente una historia milenaria,
pues sin duda Felipe VI desciende de Vermudo I que fue rey electo de Asturias
en el siglo octavo hace unos 1.230 años en una cadena ininterrumpida de más de 50 reyes, bueno, con algunas
interrupciones en el mando patrio, la mayoría breves: la de José I Bonaparte
entre el 6 de junio de 1808 y el 11 de diciembre de 1813, la de la primera monarquía parlamentaria española
con Amadeo I entre el 2 de enero de 1871
y el 10 de febrero de 1873, la de la primera República entre el 11 de
febrero de 1873 y el 29 de diciembre de 1874, la de la II República entre el 14 de abril de
1931 y el 1 de abril de 1939 y la del dictador Franco desde esa fecha hasta el
20 de noviembre de 1975, un total de unos 50 años de los 1230 o si nos ponemos
delicados de los más 500 desde Carlos I,
el emperador. O sea que la monarquía en España es lo permanente y las
repúblicas accidentes. Claro que se puede aducir que el reinstaurador monárquico
fue el dictador Franco, pero si se lee un poco, se sabe que la historia nunca
es una línea recta y de grandes desastres surgen las mejores oportunidades y al
revés.
Juan Carlos I fue rey porque lo puso Franco,
eso es indiscutible, pero en tres años le dio la vuelta a la herencia del
dictador gracias al compromiso de las principales fuerzas políticas para hacer
nacer un pacto que incluía una democracia social y de derecho con una monarquía
parlamentaria, que ha sido la clave del arco en la arquitectura del pacto entre las dos Españas y que nos ha permitido 40 años de progreso, lo que no está nada
mal. Claro que eso no le daba patente de corso y por eso los hechos que se iban
conociendo provocaron su abdicación en 2014 que fue premiada por Real Decreto
aprobado por el gobierno de Rajoy, en mi opinión de forma errónea, manteniéndole
el tratamiento honorífico de rey y el de
reina a dª Sofía. Sus méritos son indiscutibles pero sus errores son tan graves
que merecen no solo las sanciones de las leyes sino el más hondo reproche
social, pero de ahí a quitar la monarquía hay un gran trecho que a mi juicio no
está justificado, sería como eliminar a los socialistas por los errores
cometidos por gobiernos socialistas, algunos muy graves o condenar a la derecha
española por su pasado golpista-franquista o a los comunistas por los
genocidios cometidos en el siglo XX por sus correligionarios en medio mundo.
Los que son contrarios a la monarquía
piensan que es su momento, lo entiendo en los secesionistas catalanes y en los
vascos que confían que derribando la monarquía
se abra una ventana de oportunidad para ejecutar su sueño imposible, pero no en los comunistas y en los de PODEMOS
que están ahora en el gobierno que rompiendo su compromiso institucional usan métodos
publicitarios manipuladores contra la monarquía constitucional como el video “infantiloide” que ha hecho PODEMOS, creando analogías entre
el título “monárquicos” y la banda sonora de la serie “Narcos”, impropio de un
partido que forma parte del gobierno constitucional. La indecencia del ciudadano
Juan Carlos de Borbón y Borbón que fue rey constitucional, no justifica los
ataques a la jefatura del Estado, o al menos que tengan la decencia de dejar primero
el gobierno; yo estoy muy harto de ellos y de sus patochadas izquierdistas y
confío que una vez estén aprobados los presupuestos para 2021, Pedro Sánchez
tome la decisión que se merecen.
A los defensores de que este es asunto a
decidir por referéndum les recuerdo que los asuntos complejos no se pueden
simplificar y trasladar la decisión a
los ciudadanos, como si se tratara sólo de una consulta para saber lo que se
prefiere, rompiendo el sentido profundo de la democracia parlamentaria, lo
mismo pienso para la secesión, el aborto, la eutanasia, etc.. El referéndum no
es para decidir nada complejo sino para
refrendar los acuerdos a los que lleguen nuestros representantes o en todo caso
habrá que legislar para que cambiemos a
un sistema que podría permitir ese tipo de consultas o parecidas.
La monarquía que “creamos” los españoles
en 1978 a diferencia de Cartago no merece
ser destruida, pero lo será sin duda si actuamos estúpidamente como Unidas
Podemos. El rey debe distanciarse de la derecha golpista y cuartelaria que lo
corteja y desautorizarla antes de que el monstruo crezca más. Su padre, Juan
Carlos, ya que no es capaz de tomar la cicuta debe regresar a España y recluirse
preferentemente en un convento de clausura a disposición de la justicia. El
PSOE debe seguir siendo el partido de Estado que sirve a los intereses reales
de la mayoría social sin dejarse arrastrar a aventuras. El gobierno debe
decretar el fin de todo reconocimiento honorifico a los antiguos reyes y la regulación de la inmunidad de la jefatura
del Estado que solo es razonable si se refiere a los actos oficiales refrendados por el gobierno y nunca
a los particulares, como por otra parte creo yo que es el sentido de lo que
figura en nuestra constitución, pero no está mal decirlo más claro. La derecha
debe cesar en su interesada “defensa de la monarquía” apropiándose de ella para sus fines partidarios. Y finalmente los ciudadanos debemos exigir a
los políticos que se dejen de tonterías y que no nos entretengan con pamemas;
que se ocupen de una vez de los problemas que nos afligen.
Si todos hacemos esos deberes la monarquía
constitucional permanecerá y los últimos
cuarenta años no serán un paréntesis de paz y prosperidad, otro más, en la torturada historia de los españoles y si no
los hacemos nos habremos merecido lo que nos pase que seguro no será bueno.
2 comentarios:
gracias JUan por tu sensatez . Tu amigo Carlos Castejón
Gracias amigo por tu comentario. Felicidades
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