Isabel Díaz Ayuso (IDA) ha
triunfado en las elecciones madrileñas de manera incontestable, con casi el 45% de
los votos, al sumar medio millón de los que obtuvo Ciudadanos en 2019 y otros
400.000 provenientes de la subida del 20% en la
participación. Aun así por debajo del 52% alcanzado en Madrid por Felipe
González en las elecciones generales de 1982 que abrieron una nueva etapa socialdemócrata
en la política española tras cuarenta
años de dictadura conservadora y una breve transición liderada por una fuerza de centro como UCD, que fue destruida
por los poderes fácticos y por sus
errores, como ahora ha sucedido con
Ciudadanos. Sin la destrucción de estos, IDA no hubiera podido ganar
estas elecciones y quizá, inaugurar una nueva etapa conservadora en la política
española; pues, no nos engañemos: el gobierno de Pedro Sánchez fue fruto de una
hábil maniobra política, aprovechando la debilidad del PP y la flojera de Rajoy,
que de tan compleja era casi imposible. Pero salió bien, a mi juicio muy bien, pues no quiero pensar lo que nos hubiera sucedido a los españoles corrientes si
la pandemia nos pilla con un gobierno del PP ahogado en corrupción.
IDA, como política oportunista, dio un golpe de mano
destruyendo su gobierno pese a tener estabilidad parlamentaria. Formaba parte
de un plan perfectamente preparado desde que las encuestas a mediados de 2020
le daban buenos augurios a ella, pésimos a Ciudadanos y malos al PSOE y
Podemos. Ese plan estaba listo para ser
puesto en marcha en el momento oportuno , como siempre se ha hecho con los
golpes de mano en la historia, al menos desde
el asesinato de Julio César que estaba perfectamente planificado. El pretexto
murciano que en nada afectaba a la gobernabilidad de Madrid, marcó el inicio de
una inteligente campaña que ella ha manejado con maestría torera, enseñando los
trapos rojos que le convenían. Los demás contendientes en vez de torear cada uno con su faena, como ella, han sido
toreados y como nobles toros han
embestido a los capotes y muletas que
ella les iba poniendo, hasta que, agotados, han sido estoqueados por los
ciudadanos en las urnas. Y ahora falta
saber si IDA aupada en tan brillante faena, completa la temporada cobrando las
cabezas de Pablo Casado y de Pedro
Sánchez, como ya tiene la de Pablo Manuel Iglesias(PMI).
IDA es la clave de esta
maniobra, sean quienes sean sus asesores, pues es su frescura y falta de pudor
la que ha conquistado a la mitad del electorado sin necesidad de presentar
programa alguno. Tras una comparativamente mala gestión de la pandemia, tras un
incremento elevado de la desigualdad, tras una corrupción en el PP madrileño y
tras tantas torpezas que solo su gracia
y osadía y sobre todo el apoyo incondicional de los medios conservadores
explican un poco el resultado. El fenómeno me ha resultado tan increíble que he
leído a diario, desde la convocatoria del
10 de marzo, el ABC, La Razón, El Mundo, La Vanguardia, El País y El diario de
Sevilla, además de la prensa digital de mi elección. Lo tres primeros se han comportado como la cadena FOX cuando aupaba a Trump, con días memorables como el pasado 3 de
mayo en el ABC donde todo era un pasquín electoral de IDA. Pero con eso sólo
no se ganan elecciones, aunque ayuda, claro; a mí por los menos a no volver a
leerlos hasta que se me olvide y lo siento porque tienen también buenos
periodistas y articulistas.
Vox ha mantenido la posición
gracias a sus provocaciones continuas que han satisfecho a su electorado, que
ha crecido aproximadamente tanto como la participación. Sus partidarios no se
han dejado seducir por la nueva heroína de la REVOLUCIÓN CONSERVADORA (que no otra cosa es nuestra inefable IDA), a la que yo
personalmente doy la enhorabuena porque con osadía y frescura, con emoción,
repitiendo mentiras y sin razones ha llevado la política en España a un nuevo
paradigma que todos veíamos crecer en otros países bajo la influencia de Steve
Bannon y sus acólitos desde la época de Reagan y Tatcher y que aquí tan
brillantemente desarrolló parcialmente el inolvidable Aznar frente a un
debilitado PSOE.
La izquierda influida por el
intrépido PMI, que irrumpió como el antagonista de la bestia, entraron al trapo y a su “Socialismo o
Libertad” respondieron pronto con “Fascismo o Democracia” (yo mismo lo asumí) que a ella le permitió elevar el diapasón hasta “Comunismo o Libertad”. Y de ahí
fue todo olvidar las reglas básicas de la comunicación política que obligan a
no seguir el dictado del oponente sino a presentar una alternativa política más
atractiva. El PSOE con el mejor candidato para gobernar una sociedad dividida
que necesita sosiego, ha hecho la peor campaña utilizando truquillos de
mercadotecnia y dejando a Ángel como una marioneta.
Más Madrid, bien dirigida por Mónica
García, es la que ha hecho una campaña inteligente y razonable que si
hubiera contado con un apoyo mediático similar al de IDA se hubiera merendado al PSOE casi por
completo y de PMI prefiero no decir más y confiar en que de una vez se aparte de
la política para ser el incisivo
comentarista que a mi juicio le gusta interpretar. Sirvió para remover el lodo
pero lo ha dejado todo enfangado.
Deseo vivir suficiente para
ver si esta nueva “revolución
conservadora” se consolida y nos trae tanta prosperidad como prometen (aunque
de ella solo se beneficien los ricos) o por el contrario, la izquierda reacciona
inteligentemente y el PSOE el primero, para recuperar el voto popular y una nueva emoción al electorado no con trucos de mercadotecnia, ni
apelaciones a un antifascismo que la
gente no siente porque no ve el peligro fascista real por ninguno sitio y lo mismo es porque no existe, todavía. Hay
que seducir al electorado con buenas
candidaturas, donde las mujeres deben ocupar al fin los puestos principales con programas
dirigidos sobre todo a las clases medias que son las que hemos perdido con
tanta retórica progresista de salón, cada vez más apartada de los intereses de
los electores que nos dieron la victoria, primero con Felipe y luego con
Zapatero. No se puede hoy hacer un discurso progresista que acentúe las
políticas que sin duda hay que hacer para favorecer a los más débiles:
inmigrantes, LGBT y sectores marginales diversos, que luego lamentablemente no
votan, olvidando a los electores o cabreándolos.
Las clases medias tiene que
recuperar la fe en que la socialdemocracia garantiza mejor el progreso y la
creación de riqueza y la distribuye más justamente. Las clases medias
necesitamos que nos garanticen
pensiones, sanidad, dependencia y educación, que nunca serán
prioritarias para las fuerzas conservadoras.
Los que tenemos una edad vemos que nuestros hijos tienen peores puestos de
trabajo que nosotros y peor pagados (cuando los tienen) y que los que ya eran
ricos hace veinte años son aún más ricos. Hay que despertar y responder a la
“revolución conservadora” con la revolución socialdemócrata y hay que estar
atentos, muy atentos, para que no nos sorprendan. Por eso me encanta que el
PSOE de Andalucía acabe de anunciar las primarias, vaya a ser que el presidente
andaluz quiera consolidar posición y
convoque elecciones que nos pillen desprevenidos. Y que en Madrid se recupere el
espíritu de lucha para defender los servicios públicos con la ayuda de los
sindicatos, pues esas luchas serán el único freno a un gobierno conservador
crecido que puede arrasar con lo que queda. Porque solos, tomados de uno en
uno, no somos nadie frente a los poderosos pero unidos podemos ganar.
2 comentarios:
Muy buen análisis
Muchas gracias.
Publicar un comentario