Hoy El País publica un reportaje de Jacinto Antón desde Oviedo, en el que tras entrevistar al autor, supongo, dice que dijo lo siguiente sobre la educación en España:
Para el novelista, “de acuerdo con cualquier criterio que usemos,
nuestra educación es desastrosa” y “no podemos tener un modelo
productivo distinto si no tenemos un modelo educativo sólido”. Ha
criticado los planes para resolver eso como “una comedia vista una y
otra vez” y cuyo primer acto es la publicación de datos malos, el
segundo el rasgarse las vestiduras, el tercero las preguntas a los
políticos y no a los profesores que sufren las consecuencias de todo. “A
continuación, los políticos de izquierda culpan al franquismo, y los de
derechas a los socialistas. Y seguidamente se hace una ley atolondrada
que durará muy poco”. La solución ha dicho, “es preguntar a los que
están en la obra, a los docentes, y fijarse en los países en los que la
educación funciona mejor; ser pragmáticos y dejarse de ideologías”.
Me parece que está muy atinado en su análisis de lo que ha pasado con la política sobre educación y en el principio de la solución que propone, pero por qué tiene que decir lo que he subrayado, cuando podía haber utilizado cualquier otro calificativo más justo para nuestra educación y no el peyorativo "desastroso", sobre todo él que es académico, él sabe, como el excelente escritor que es, que de algo se puede decir, por ejemplo, que es excelente, notable, bueno, regular, malo, muy malo o... desastroso, si consideramos la tercera acepción que a dicha palabra atribuye el diccionario de María Moliner, y yo pienso que al hacerlo no es justo con ninguno de los datos de los estudios comparativos publicados y menos con la calidad de los profesores españoles y confío que él lo sepa.
A todos los que queremos una educación mejor en España, como él, nos vendría bien que una persona con tanta influencia fuera más mesurado en sus juicios y con menos prejuicios al formularlos, conforme a la segunda acepción que el diccionario de la RAE asigna a prejuicio: "Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal."
1 comentario:
Como dices, quizás desastrosa no sea el adjetivo que mejor la defina, pero sin duda es uno de los que más ayuda a expresar el hartazgo que produce contemplar cómo la formación del profesorado sigue siendo mil veces mejorable y cómo el colectivo dominante en nuestros centros de enseñanza neutraliza con extraordinaria rapidez y eficacia los intentos minoritarios de superar los indudables arcaísmos y limitaciones didácticas que caracterizan a la mayoría de nuestras aulas. Se sabe qué hay que hacer para mejorar la enseñanza y los resultados educativos, pero nadie está dispuesto a hacer lo necesario para lograrlo. Ahhh, y juro que no soy un robot, que yo sepa claro...
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