El cuadro que encabeza este
artículo fue pintado en 1917 por Julio Romero de Torres y durante años estuvo
colgado en el delicioso museo dedicado al pintor que está en el mismo edificio
del de Bellas Artes en la cordobesa plaza del Potro. En mis paseos juveniles
por Córdoba me gustaba visitarlo y especialmente recrearme con este cuadro que
figuraba con el nombre de “la niña de
los jazmines”, nada sabía de ella pero me gustaba y sinceramente no la veía
como una niña sino como una atractiva y misteriosa mujer, por eso para mí era
la joven de las trenzas.
Recientemente leyendo la
última biografía de Galdós descubrí el cariño que tuvo el escritor y su familia por una niña que llamaban
Rafaelita y que vivía con ellos y a la que el autor le tenía mucho cariño tanto
que podía estar en su despacho mientras él trabajaba y que cuando por sus
estudios no estaba en la casa, don Benito le escribía cariñosas cartas con
párrafos como este: “Adiós, mi cielito, mi encanto, mi paz, mi alegría, mi
ensueño, mi realidad, mi quitapenas, mi zozobra cuando no recibo carta a
tiempo, mi consuelo, mi norma, mi consultora, mi guía, mi maestra, mi compañía,
mi goce, mi estudio, mi bien muy amado y mi centro magnético” o este otro: “Rafaelita,
alegría de esa casa y de esta, desde que te fuiste a Madrid aquí no hay más que
tristeza y un vacío muy grande. Solo en mi despacho horas y horas, no oigo más
que el gemido lastimero de las moscas presas de patas en el papel pegajoso”.
Rafaela González Muñoz que así
se llamaba Rafaelita, había nacido en 1902 y era hija del torero Machaquito, fruto de una relación anterior a su
matrimonio. Vivió con el torero hasta que este se casó en 1907 y por varias
causas entre las que sin duda estuvo
que la niña tuviera un hogar estable su padre decidió que viviera con su
padrino don José María Hurtado de Mendoza Galdós( familiarmente conocido como
don Pepino) que además de ser ingeniero agrónomo y director de la Estación
Agronómica Central era su mejor amigo , casi un padre. El padrino era el sobrino predilecto de don
Benito y como ambos eran
“solterones” pasaban muchas temporadas
juntos ya sea en San Quintín , el palacio del autor en Santander o en la amplia
casa del sobrino en Madrid y claro la niña siempre estaba con ellos, tanto que
cuando el autor expira en 1920 en la casa del sobrino, Rafaelita está presente
en la habitación .Don Benito también tenía mucho cariño al torero tanto que fue
testigo de su boda mientras que “don Pepino” fue el padrino.
Rafaelita formaba parte de la
tribu Galdós a la sombra de tres grandes
personalidades, pues su padre siempre estuvo en contacto con ella, que dedicaron
tiempo y dinero a su formación especialmente la musical en el conservatorio de
Madrid en el que acabó los estudios de piano con premio extraordinario en 1920
y luego dio algunos conciertos siendo muy buena intérprete de Chopin. En 1926
se casó con el médico E.José Lobo Rodríguez
y supongo que vivió en
Madrid donde tuvo un hijo. Se exilió en
México, a donde llegó el 13 de junio de
1939 en el “Sinaia”, y allí falleció en 1995. Nada he conseguido saber de sus
56 años mexicanos salvo su relación personal con Margarita Nelken y ando
buscando información de su vida en aquellas tierras, desde que gracias a MariAngeles Ortiz (bajolamiradadecordoba.blogspot.com) descubrí que ella era mi joven de las trenzas.
2 comentarios:
Hermano:
Muy bonito e interesante
Muchas gracias. En todas las vidas hay una historia interesante que escribir.pero hay que descubrirla
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