Leo
y escribo, casi siempre, bajo este
original dibujo de Rafael Guerra "Guerrita", mi bisabuelo, que
vestido de político da la alternativa, entregándole los trastos de matar, a un
anciano Práxedes Mateo Sagasta vestido de luces, que casi me mira de reojo; al
veterano liberal le tocó lidiar el toro de 1898, cuando él seguro que ya sabía
que era un desastre para España mantener las colonias que ambicionaba el potente
imperialismo capitalista norteamericano, pero la opinión pública vivía engañada
por una opinión publicada que enardecía un orgullo imperial ridículo que se
creía capaz de ganar una batalla que nunca había que haber dado. Esta
maravillosa caricatura, bellamente enmarcada posiblemente en el mismo año, y cuyo
autor he tardado casi tres años en descubrir,
es el original de una viñeta del algecireño José Lino Román Corzanego que seguramente
se publicó en algún periódico de ese año y que alguien regaló a
"Guerrita", a su muerte lo heredó mi abuela Juana y luego mi madre,
ambas lo tenían en lugar preferente y
que recuerdo desde niño, para finalmente, por ahora, pasar a mis manos porque yo tuve la suerte de que me tocara en un
sorteo que ella hizo para repartirnos
los recuerdos que conservaba de su famoso abuelo y ahí lo tengo para que me
inspire.
Mi madre quería mucho a sus
abuelas Natividad y Dolores y a su abuelo Rafael, porque Enrique Salinas, su
otro abuelo, falleció cuando tenía solo un mes. Todos ellos influyeron mucho en
su infancia y adolescencia pues frecuentaba sus casas y los acompañaba al campo
donde solían pasar buenas temporadas con varios de sus nietos, ella se
consideraba la favorita de Dolores la viuda del Guerra y a petición de ella la
acompañó a Las Cuevas a principios de marzo de 1941 a donde se retiró a continuar el duelo en
familia sin las visitas de compromiso que correspondían tras el fallecimiento
de un personaje tan carismático.
El lunes pasado recibí del
Archivo del Obispado de Córdoba copia digital del acta del bautismo de mi madre en la parroquia de la
Compañía y con alegría descubrí que su padrino fue Guerrita, entonces la
condición de padrino era mucho más importante que ahora y seguro que ayudó a
forjar su carácter que fue siempre orgulloso y elegante, cariñosa sin empalagos,
apreciando a los que lo merecían e ignorando a los despreciables, apasionada y
contenida, sabiendo que no se es más por
tener mucho sino por trabajar y ayudar más.
El 30 de marzo de 1941 con 18 años anota en su diario: “Hará cosa
de dos meses que no escribo, no por falta de tiempo (que me sobra), sino de ganas.
El día 21 hizo un mes que murió abuelo y sin embargo me parece que fue ayer,
murió el 21 de febrero a las ocho menos veinte de la tarde, yo no estaba allí pues
estaba mala con unas décimas, mis hermanas si estaban. Esa noche estuvimos
velando, yo no quise verlo muerto, prefería tener la impresión de él vivo,
todavía me parece verlo con su chaquetilla corta y su andar resuelto, pero en un
momento que salí a la galería me encontré conque lo llevaban desde su cuarto hasta
la capilla y ya no tuve valor de irme y lo vi, yo quisiera explicar lo que pasó
dentro de mí al verlo allí, tendido, con los ojos cerrados para siempre, sus
manos entrelazadas sosteniendo un crucifijo y no puedo definir que me pasó al
verle las manos hinchadas, tan amarillas que parecían de cera y al ver a los
fotógrafos, tan tranquilos, no sé, una rabia me dio de verlos haciendo
fotografías como la cosa más natural del mundo, si hubiera dependido de mí los
hubiera echado. Me fui sin ver a nadie, no quería que me hablaran, porque tenía
un nudo que me impedía hablar, pero al llegar al gabinete y preguntarme si lo
había visto, no me pude contener y me eché a llorar, quizá fue mejor,
pues estaba demasiado nerviosa y eso me alivió.”
Carmen Salinas Guerra, mi
madre, sentía orgullo de ser su nieta y
de que más de cien años después de
haberse retirado, no hubiera día en que alguien en algún lugar del mundo que
escribe en español lo citara en apoyo de las más diversas causas, como yo le
recordaba cada vez que estaba con ella leyéndole alguno de los más de doscientos
artículos que llevo recopilados desde hace unos cinco años; nunca olvidó a su
abuelo y mucho menos sus céreas manos de difunto.
20 comentarios:
Maravilloso artículo!! Y que palabras tan sentidas las de Doña Carmen. Gracias!
Gracias hermano.
Grande y hermosa nuestra madre. Grande y genio nuestro bisabuelo.
Que buen artículo has escrito y que bonito lo que escribió mamá de su abuelo, entonces ella tenía 19 años pero ya se ven su manera y forma de escribir y sentir, pues es muy ella.
Adoraba a sus abuelos y se le nota el cariño y admiración hacia Guerrita
Emocionada
María del Carmen
Gracias hermana. Pero mamá en marzo de1941 tenía 18 años y 4 meses.
Gracias
Gracias, mamá escribía muy bien
Precioso artículo. Nuestra madre siempre en el corazón. Gracias.
Precioso,emoción al leerlo, gracias por contarlo
Cuanta emoción. Este pasaje de la vida de la abuela no lo conocía.
Los abuelos son lo mejor del mundo.
Gracias Juan María por descubrirme todas estas cosas de la abuela y la familia. Preciosa tarea. Keka
Gracias tito! Emocionado de leer estas palabras de la abuela. Muy ella!! Gracias!
Gracias Juan María por recordarme la elegancia y contención de esa querida rama de mi familia.
Gracias,efectivamente siempre están con nosotros pues al recordarlos, viven.
Gracias, necesito escribirlo.
Gracias, querida hija. Algo sobre ella tienes que contarme
Gracias por leerme. Ya sabes oor experiencia que a veces escribir es una necesidad
Gracias, sobrino. Alguna anécdota que recuerdes tienes que contarmela.
Gracias,ella tenía genio y figura.
Genial tu artículo, pero sobre todo, genial el diario de tu madre. Un abrazo amigo. Ana
Gracias, la pena es que dejó de escribir cuando "se arregló"con mi padre, con un texto de despedida del diario literariamente perfecto estilo Monterroso y luego no tenía mucho tiempo.
Publicar un comentario